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martes 28 marzo 2023
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“Todo creyente es un testigo de obediencia a Dios”

glesia Viva 12.04.18. Mons. Angelo Accattino, Nuncio Apostólico de Bolivia celebró la eucaristía de la primera jornada de la CIV Asamblea de Obispos de Bolivia, “el mundo nos mira y la fe en Jesús nos mueve a ser cada vez más valientes y audaces en dar testimonio gozoso de nuestra obediencia a Dios”, dijo al expresar su apoyo y cercanía a los Pastores de la Iglesia Boliviana.

A continuación compartimos la Homilía:

Queridos Hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado:

Hoy, como ayer, los seguidores de Cristo el Señor se encuentran en situaciones que los impelen a demostrar o su obediencia a Dios o, bien, a abrazar intereses exclusivamente terrenales, que tienen su razón de ser solo en el poder, el dinero, el sentido desmedido del culto a la personalidad y la gana descarada de prevalecer; en una palabra: la negación de Dios.

 Persecuciones, maquinaciones, atentados contra la vida de los creyentes vienen a ser para éstos la prueba más grande o de fidelidad o de traición a Aquel que, por obediencia al Padre, ha cumplido un doloroso camino de cruz.

En la primera lectura se evidencia que la comunidad   seguía  creciendo, porque        los Apóstoles “llenaron Jerusalén” con el mensaje de su Maestro y, además, no escapaba a los ojos de todos, que ellos hacían milagros y la gente los buscaba, los escuchaba y se convertían. De hecho, el pueblo reflexionaba la palabra y la palabra lo abría a la fe. Juan Bautista sigue la misma línea y hablando acerca de Jesús afirma claramente que Él es el Hijo de Dios, que está por encima de todos y de todo, exaltado por su Padre con su poder.

 Todo este testimonio valiente, claro y constante llegaba a los que detentaban un poder opresor, y los llenaba de celos y furia, y buscaban cómo eliminar a los portadores de tales mensajes, evidentemente desestabilizadores de su situación privilegiada de dominio y señorío.

Emergen así los signos evidentes y propios de todos aquellos que abusan del poder: amenazas, prohibiciones, encarcelamientos sin fundamento. Pero el Señor interviene ante el encierro de los apóstoles en una cárcel pública:  ellos son liberados por un ángel que les pide sigan anunciando al pueblo la verdad sobre Jesús.

Aplicando todo esto a la condición de los que creen en el Señor Jesús, llegamos a la conclusión de que todo cristiano es y debe ser testigo fiel y valiente de la obediencia a Dios y, en último análisis, a su propia conciencia, ya que es ahí donde Dios habla a cada uno.

Nos lo enseña Pedro quien ante el Sanedrín y el Sumo Sacerdote, responde: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” y no contento con esta categórica  y valiente respuesta, aprovecha el momento para volver a presentar el meollo de su predicación: El Cristo que ha resucitado es aquel que ustedes hicieron morir. Él es el Jefe y Salvador, con gran poder para conceder a Israel la conversión y el perdón.

Ante esta nueva muestra de valentía y de convicción en su propia fe, renuevan los malvados su intención de matarlo.

Amados Hermanos: el ser testigos de tanta sangre inocente que se está derramando a diario por razones de fe en muchas partes del mundo, nos podría permitir, sin duda, elaborar páginas afines a las de los Hechos de los Apóstoles que estamos ahora considerando.

Son páginas de las que brota una afirmación: todo creyente es un testigo de obediencia como Jesús, que se hizo hombre para hacer la voluntad de su Padre. Hacer de nosotros testigos de obediencia hasta dar la vida, sin embargo, es un don del Espíritu Santo; gracia que debemos pedir con humildad.

Jesús  concluye de enumerar las Bienaventuranzas con esta preciosa afirmación: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros” (Mt. 5-11-13).

No es una contradicción unir el gozo y la persecución, la alegría y la cruz, porque como hemos proclamado en el salmo responsorial: “El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos”.

Este, hermanos, es el mensaje de la Iglesia de ayer y de siempre: el mundo nos mira y la fe en Jesús nos mueve a ser cada vez  más valientes y audaces en dar testimonio gozoso de nuestra  obediencia a Dios.

María, nuestra Madre nos ayude, nos anime y acompañe en todo momento para que seamos fieles a este empeño.

  Cochabamba, 12 de abril 2018

Santa Misa de inicio de la CIV Asamblea General de Obispos de Bolivia. 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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