Campanas. Cada 4 de octubre la Iglesia universal celebra a San Francisco de Asís, el santo que se unió a Cristo en sus dolores más íntimos, el hombre que se santificó abrazando la pobreza, el santo que reconoció a Dios en la naturaleza.
Sin duda, el Santo de Asís ha sido siempre una figura de inmensa importancia para la Iglesia, y lo sigue siendo hoy. Tan es así que el Papa Francisco decidió tomar su nombre al asumir el pontificado, con el deseo de honrar su memoria y como una forma de pedir su intercesión. En su momento, el Papa lo llamó “hombre de armonía y de paz”.
Sigan el ejemplo de San Francisco de Asís y enamórense de Cristo y de su Iglesia, pidió Mons. Estanislao Dowlaszewicz – OFM Conv, Obispo Auxiliar de Santa Cruz, el martes 4 de octubre a las 19:30 horas, en la Capilla San Gabriel, durante la misa de Acción de Gracias dedicada a San Francisco de Asís.
Al iniciar la celebración Eucarística, el P. Bernardo Falkus, OFM, Vicario Parroquial de San Antonio de Padua agradeció la visita de Mons. Estanislao Dowlaszewicz.
Monseñor Estanislao destacó que San Francisco de Asís es un Santo muy conocido, no solamente en la Iglesia católica, también es conocido por la Iglesia Luterana en Suecia, en Europa hay una congregación masculina de los luteranos que son también Franciscanos.
El Obispo Auxiliar afirmó que San Francisco es considerado un Santo grande y aunque su vida fue corta marcó mucho en la historia de la Iglesia, Francisco no construyó un monasterio, ningún hospital, ninguna escuela, pero sí se le atribuye la reconstrucción de la Iglesia, especialmente la Iglesia pequeña material de San Damián. Él reconstruyó espiritualmente la Iglesia Universal de aquel tiempo.
San Francisco no dejó atrás muchos tratados como textos teológicos, ha dejado cosas sencillas, las cartas escritas a sus cohermanos, a los laicos, pero en estos escritos suyos, dejó la enseñanza que se ha convertido en una gran sabiduría para varias generaciones de sus seguidores. Este Santo dejó una frase que de alguna manera mueve la vida, la conciencia de muchas personas; “Mi Dios y mi todo”, miles de personas a lo largo de más de 800 años, siguen imitando a Francisco en su vida, señaló el Obispo.
Francisco no murió como mártir, no fue un gran misionero pero mucho se le atribuye a él su propia conversión, su cambio de vida, la vida de este Santo parece tan pequeña y sencilla pero vestida con una grandeza asombrosa ¿y porque? Porque esa es la vida donde en plenitud, en su vida se encuentra Dios, y parece que todas las obras que él ha hecho son tan pequeñas, tan insignificantes, pero más bien su profunda relación con Dios, su vínculo personal, espiritual fue tan fuerte con Dios, que en un momento el mismo Dios le pone el sello de su entrega, de su amor “Mi Dios y mi todo”, y este sello se llama las llagas, las heridas que Francisco tenía en sus manos, en sus pies y en su costado, son las mismas que tuvo Jesús en la cruz, por eso la historia también le atribuye a Francisco este otro nombre; “alter Christus” es decir “otro Cristo”, que bonito y gracias a esa expresión: “Mi Dios y mi todo”, ese es el signo del gran amor de Dios.
El prelado subrayó las características de San Francisco: el imitó en su vida a Cristo a través de esta expresión que se encuentra al inicio de las reglas de los Franciscanos: la vida del hermano menor es; “Vivir el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo” y en la vida de San Francisco este Evangelio se hizo realidad, él formaba parte de una familia noble de Asís, tenía todo, le gustaban las fiestas, era alegre, feliz, tenía grandes visiones y expectativas, quiso ser un gran conquistador y cuando cayó preso, ahí en la cárcel tuvo una gran transformación en su vida. El empieza su vida a través de las visitas a las capillas abandonadas que estaban por derrumbarse, y en una de ellas, en la capilla San Damián escucha una vos desde la cruz; “Francisco vaya a restaurar mi Iglesia” y él la toma al pie de la letra. Nuevamente Francisco escucha la vos; “restaura mi Iglesia”, pero si ya la restaure responde, “”repara mi Iglesia”, se refería a la Iglesia que está en el corazón de las personas, no a una Iglesia material. En ese tiempo la Iglesia pasaba por muchas dificultades y él a través del Evangelio comienza a cambiarla, primero porque se enamoró sin ninguna condición de Cristo.
También este Santo se enamoró de la naturaleza que existe en toda la humanidad, él vía en la naturaleza el gran regalo de Dios, el gran regalo de la creación, el amor a Dios, y también el enamorarse del hermano, abrirse al más necesitado. Hay una bonita imagen cuando se encuentra con un leproso por el camino, le deja todo lo que tenía, se enamoró de los pobres y este era el reflejo de esa frase que escuchó; “Si alguien quiere seguirme que deje todo y se olvide de sí mismo”. En la vida de San Francisco esa actitud de pobreza, no dejarse vencer por las vanidades, cuando vende las telas su propio padre lo hecha de la casa, se olvida que es su hijo y justo él toma ese camino del Señor “Mi Dios y mi todo”.
Queridos hermanos, dejar su vida atrás es uno de los primeros pasos es digno de hacer, no es olvidarse completamente de todo, es dejar atrás algunas actitudes que no permite amar verdaderamente a Dios. Ustedes ahora los jóvenes viven fuera del mundo con el teléfono celular, algunos meses atrás se colgó todo el internet, que tragedia mundial, no se podían comunicar con nadie, no se podían mandar mensajes, no se podía recibir like de Facebook, no sabían que hacer no, estas cosas aunque son de grandes tecnologías son pasajeras, siempre hay que buscar Algo que sea más duradero, tienen que enamorarse verdaderamente de Cristo y como decía al principio San Francisco; “Vivir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo de verdad te hace feliz”.
Los Franciscano celebramos de una manera especial esta fiesta de San Francisco de Asís, el Santo Padre fundador y también a lo largo de más de 800 años muchas personas tomaron y siguieron el ejemplo de San Francisco, de restaurar la Iglesia. Traten de imitar a San Francisco en la manera que él imitó a Cristo en su vida, vivan a plenitud el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, con sencillez y amor el prójimo, concluyó su homilía Monseñor Estanislao.
San Francisco de Asís