Bolivia Misionera 14.7.2017. Fue el llamado de Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz, durante la celebración de clausura del II Encuentro Nacional de Jóvenes Misioneros, celebración que tuvo lugar en la Catedral de San Lorenzo, este viernes por la noche luego de una emotiva peregrinación de los 300 jóvenes, desde el Colegio Don Bosco a la Plaza 24 de septiembre de esta capital. Mons. Sergio resaltó el testimonio de vida y la coherencia como los medios más eficaces para la misión.
Queridos jóvenes misioneros
La primera lectura de los hechos de los apóstoles narra que después de su resurrección Jesús se manifestó a sus discípulos dando diversas pruebas de que vivía, se les fue apareciendo en el lapso de 40 días. Durante ese tiempo se dedica a hablarles del Reino de Dios como si no hubiera sido suficiente lo que ya dijo sobre él durante su vida.
Esto indica la importancia del Reino de Dios y lo que todo discípulo debe conocer para anunciar.
Ustedes también se han reunido por cuatro días para escuchar a Jesús. Han sido convocados para escuchar al Señor unidos en el mismo lugar, que no es sólo Santa Cruz, sino la misma Iglesia. Nuestra vocación no es individual sino comunitaria. Han permanecido juntos como Iglesia, para se cumpla también en ustedes la promesa. Ustedes también reciben el Espíritu Santo y comparte sus dones con nosotros, la sabiduría, la inteligencia y todos sus dones. Los designios de Dios nos traen la vida.
El Señor no sólo nos hace comprender, sino que nos entrega la fortaleza para que seamos sus testigos. Se trata de ofrecer testimonio con nuestra vida, espero que hayan sentido estos días lo lindo y hermoso que es vivir como hermanos comprometidos.
En el salmo que hemos recitado, hay una frase, sin que se hable, sin que se pronuncie a toda la tierra alcanza su discurso. Sin hablar debería llegar nuestro testimonio al mundo, aquí está la importancia de nuestra vida coherente.
El Evangelio va en la misma línea. Los 11 discípulos fueron a la montaña donde Jesús los había citado. Una vez más, Jesús toma la iniciativa. Así como les ha convocado a ustedes a Santa Cruz. Les dice que todo poder le ha sido entregado. Pero no está hablando del poder que conocemos nosotros, Jesús habla del poder del amor, de la entrega y el servicio, el único poder que salva. En nombre de ese poder les envía: vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo.
Entonces, jóvenes, vuelvan a sus casas y sean discípulos de Jesús. Compartan la alegría de haber encontrado a Jesús, en su familia, en la escuela, en el lugar donde viven. Comiencen por sus propias casas.
Tantas veces los jóvenes buscan realizarse en la vida, la verdadera realización está en Dios. Ser misioneros no es fácil, anunciar a Jesús causa incomprensiones, seguramente lo han sentido. Esto se vuelve más grave en nuestra sociedad, donde los cristianos son más perseguidos. Jesús asegura “yo estaré siempre con ustedes”, por tanto nada de miedos y cobardías.
Queridos, jóvenes, ustedes han recibido el don de la vocación misionera. Hay diferentes maneras de ser misioneros, en nuestras comunidades, con los católicos tímidos, misioneros con los alejados y también más allá de nuestras fronteras.
Ojalá algunos de ustedes sientan la vocación misionera de entregar toda su vida al Señor, la vida consagrada y el sacerdocio.