Campanas. El lunes 10 de agosto la Iglesia de Santa Cruz celebra la fiesta de “San Lorenzo Mártir”, patrono de la Arquidiócesis, del Seminario Mayor y de la Catedral. Mons. Sergio Gualberti durante su homilía este domingo, afirmó que el ejemplo de fe y de amor a Dios de San Lorenzo se une al testimonio del profeta Elías y del apóstol Pedro. San Lorenzo nos ha dejado un luminoso testimonio de firmeza en la fe durante la persecución que el emperador Valeriano desencadenó en Roma, en contra de la comunidad cristiana naciente. San Agustín nos dice que «San Lorenzo amó a Cristo en la vida, e imitó a Cristo en la muerte».
La Celebración Eucarística dominical de este domingo 9 de agosto, víspera de la fiesta de San Lorenzo Mártir, fue presidida por Mons. Sergio Gualberti y concelebrada por los Obispos Auxiliares; Mons. Braulio Sáez, Mons. René Leigue, el Vicario General de la Arquidiócesis, P. Juan Crespo, P. Marco Antonio Aguilera, Secretario de la Conferencia Boliviana del Clero Diocesano, P. Arnulfo Dorado, el Vicario de Comunicación y Rector de la Catedral, P. Hugo Ara y el P. Mario Ortuño, Capellán de Palmasola.
Es la fe que llevó a San Lorenzo a amar a Cristo y a jugarse la vida por Él hasta el martirio. La fortaleza y la serenidad de ánimo con las que enfrentó a las autoridades y a la condena a muerte, fue el resultado de un camino de diácono entregado totalmente al servicio de Cristo, la Iglesia y los pobres, destacó el prelado.
Con entrega y generosidad San Lorenzo se solidarizó con los pobres y los esclavos, siempre pronto a tender su mano a los que lo buscaban porque descubrían en su actuar y entrega la presencia de Cristo: “Distribuyó a los pobres con generosidad, su gratuidad permanece para siempre”. En toda su obra y su predicación, siguió fielmente a la palabra de Dios, su norma de vida, dijo el Arzobispo.
La Arquidiócesis de Santa Cruz, el Seminario Mayor y la Iglesia Catedral tienen como Patrono a una figura emblemática de los primeros tiempos del cristianismo: San Lorenzo “Mártir”, un diácono que murió quemado en una parrilla al no renunciar a su opción por Cristo.