El desafío lo lanzó el Arzobispo de Santa Cruz que presidió la misa de fiesta a las 10 de la mañana de este jueves 8 de diciembre desde el Santuario de Cotoca. En su homilía explicó el lema de la festividad: “Con María, Misioneros de la buena Noticia” y afirmó que se trata de “una invitación a acercarnos y unirnos a la Virgen María en ser misioneros con ella, la gran misionera de su hijo. María Evangelizadora en el silencio y con el testimonio amoroso de Madre, que nos lleva de las manos hacia su hijo y nuestro hermano Jesús”.
“Estamos reunidos como pueblo de Dios, la gran familia de los bautizados, para salir con María al encuentro de las personas, y ser misioneros anunciando la Buena Noticia de su Hijo. María nos indica el camino, porque ella ha sido la discípula misionera a la escucha de su hijo, testigo presencial y privilegiado de la predicación y actuación de Jesús. Ella ha acogido su palabra y la ha guardado en su corazón, haciéndola fructificar” dijo el Prelado cruceño.
Homilía completa:
HOMILÍA DE MONSEÑOR SERGIO GUALBERTI, ARZOBISPO DE SANTA CRUZ
FESTIVIDAD DE COTOCA. 8 DE DICIEMBRE DE 2016
Parroquia la Purísima Concepción de Cotoca “Santuario”.
¿Por qué hemos peregrinado a Cotoca?
Cariño a la Mamita, a la Virgen María en su Fiesta: La inmaculada Concepción. Celebramos el don grande que Dios le ha dado desde el momento de su concepción en el seno de Santa Ana, su madre. Dios quería preparar el Santuario para la encarnación de su Hijo: el sin pecado que venía a liberarnos de los pecados, no podía ser concebido sino en el vientre purísimo de María Virgen.
Sed de Dios: En lo profundo de nuestro ser, hay sed de Dios, de Él que nos ha creado y de Jesucristo que nos ha redimido.
En la peregrinación, somos el Pueblo de Dios en camino, juntos entre tantos hermanos hacia Dios que nos espera para acogernos con amor, para perdonarnos y reconciliarnos. Cristo y María nos han acompañado.
El hecho de peregrinar, venir hacia el santuario ya es una profesión de fe, es un Credo delante de todos.
El caminar es un verdadero canto de esperanza, ahora como signo de la peregrinación a la casa definitiva del Padre.
Y la llegada es un encuentro de amor.
Nuestra mirada se deposita sobre la imagen de María, que nos hace presente la ternura y la cercanía de Dios.
Al llegar nos conmocionamos, derramando toda la carga de nuestros dolores y expresando confiados nuestros sueños, pedidos, por nosotros, por la familia, por un ser querido, por la salud y tantos otros pedidos.
Toda súplica sincera y confiada, es reconocer que solos nada podemos, somos humildes y sencillas creaturas ante el Señor, nada de autosuficiencia.
Cuántas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que miles y miles podrían contar.
Este año nos une el lema: “Unidos a María, misioneros de la Buena noticia”, lo hemos profundizado a lo largo de toda la novena una invitación a acercarnos y unirnos a la Virgen María en ser misioneros con ella, la gran misionera de su hijo. María Evangelizadora en el silencio y con el testimonio amoroso de Madre, que nos lleva de las manos hacia su hijo y nuestro hermano Jesús.
Estamos reunidos como pueblo de Dios, la gran familia de los bautizados, para salir con María al encuentro de las personas, y ser misioneros anunciando la Buena Noticia de su Hijo. María nos indica el camino, porque ella ha sido la discípula misionera a la escucha de su hijo, testigo presencial y privilegiado de la predicación y actuación de Jesús. Ella ha acogido su palabra y la ha guardado en su corazón, haciéndola fructificar.
María de esta manera ha llegado a conocer totalmente los sentimientos, anhelos y misión de Jesús, compartiendo y viviendo con él desde su nacimiento hasta la muerte en cruz. Nosotros, como María, llamados a estar con Jesús, al encuentro personal con él, ser sus discípulos y misioneros, y llevar a Jesús a los que no lo conocen o que se han alejado, como María llevó Jesús a su prima Isabel.
María adhirió en todo a la misión de Jesús caminando por pueblos y aldeas de la tierra santa, junto a los apóstoles. Se pone con generosidad al servicio de él y de su proyecto: el Reino de Dios, el reino de amor, misericordia, vida y paz. Proyecto que ya ahora está en marcha como semilla, en espera de la plenitud al final de la historia.
María fiel discípula de Jesús, en todos los momentos: felices y tristes, también en los rechazos y a los pies de la cruz. Ella no solo es testigo sino comparte también la cruz del Señor, como Simeón le había profetizado: “Y a ti una espada te atravesará el alma”. De esta manera, María se asocia plenamente al misterio pascual, se convierte en la primera servidora de la redención de la humanidad.
Justamente en la cruz Jesús la hace madre del discípulo amado, de Juan, y por tanto de todos los discípulos, de nosotros, de la nueva comunidad que se va formando, de la Iglesia.
La cruz la consagra también misionera, para que el amor redentor y sin límites de la muerte de Jesús, llegue a toda la humanidad, así la cruz se transforma de patíbulo en fuente de vida y salvación.
Hoy también el mundo está sediento de la vida de Dios, cuanto hermanos crucificados por el hambre, la pobreza, la guerra, víctimas del odio, del racismo, de la injusticia, del narcotráfico, el machismo y la violencia.
Todos ellos están sedientos de la cercanía y la solidaridad del crucificado, también necesitados de una presencia materna de esperanza y de consuelo, de una madre amorosa como María que se agacha para levantarlos en su regazo.
María es ahora la guía y la madre de los discípulos y misioneros de Jesús y su presencia se vuelve determinante en el caminar y peregrinar misionero del pueblo de Dios.
María, la sencilla y humilde muchacha de Nazareth nos llama hoy a asumir con entusiasmo de ser testigos auténticos de la Buena Noticia de vida y amor a favor de los pobres y descartados de esta sociedad.
Muchas miradas están vueltas a María: en todos los tiempos y todos los países cuantos Santuarios acogen a peregrinos que visitan a María y ella les lleva a su hijo Jesús, los hace encontrar con su hijo. Esta mañana volvamos nuestra mirada confiada y amorosa a la imagen de la Mamita de Cotoca, la Inmaculada Concepción patrona de Santa Cruz y todo el Oriente Boliviano.
Ella nos llama a unirnos a la misión de su Hijo, a ser misioneros de la Buena noticia a tantas personas que también en nuestra ciudad y departamento se han alejado del señor o no lo conocen.
Necesitamos de ella, nos espera un gran desafío: recibir de aquí a un año y medio a misioneros de toda América que celebrarán su V Congreso Americano acá en nuestra Santa Cruz. Este evento nos tiene que encontrar bien preparados, no solo para los aspectos organizativos, que representan de por si un desafío muy grande, sino sobre todo en el compromiso misionero de todos y cada uno de nosotros, que Santa Cruz se convierta en una Iglesia Misionera, que con humildad, alegría y entrega se pone al servicio de la Buena Noticia de Jesús.
María se ofrece a acompañarnos en este camino, seamos junto a ella, la estrella de la Evangelización, personas y comunidades abiertas y en salida, que anuncian con valentía la palabra y cautivan a los demás con su testimonio coherente y alegre. “Unidos a María, misioneros de la Buena Noticia”. Amén.
Oficina de prensa de la Arquidiócesis de Santa Cruz.