Campanas. El P. Juan Crespo Gutiérrez, Vicario General de la Arquidiócesis de Santa Cruz, celebró la misa central de la festividad de la Mamita de Cotoca (la octava), hoy jueves 15 de diciembre, a las 10:00 horas, y en su homilía afirmó que, la Navidad comienza con María, la escogida por Dios, la sin mancha, que hubiese pasado, si ella hubiera dicho que no, pero ahí está ella con el rotundo SI, no lo dudó ni lo dilató. Gracias por que dijiste Si a Dios, gracias por ser la nueva Eva, sin mancha, por tu valor, por tu coraje, gracias por tu humildad, tu sencillez. Tú eres la inspiración de los hombres en la historia.
De la misma manera el P. Crespo señaló, Un año más hemos llegado en peregrinación a los pies de la Virgen de Cotoca, con los pies adoloridos y en las manos unas velas, nos ponemos delante de ti, a contarte nuestras alegrías y nuestras penas, nuestras ilusiones y esperanzas, nuestros sueños cumplidos y proyectos aun inconclusos, es nuestra fe; pasan por nuestras mentes, seres queridos, familiares, amigos y conocidos; nuestra esperanza y nuestra devoción, especialmente nuestra confianza es la que nos mueve a caminar estos kilómetros.
Al celebrar esta octava de la fiesta de la Inmaculada Concepción, en la advocación de la mamita de Cotoca, centramos nuestra atención en la Fiesta de la Navidad, estamos exactamente a 9 días del Nacimiento del Salvador, mañana comenzamos la novena y terminamos el 24, la Noche Buena y celebramos la Navidad.
Así mismo el Vicario General nos invita a pedirle a nuestra Madre Celestial, que nos ayude a ser hombres de escucha, a tener nuestros oídos siempre abiertos, especialmente los oídos del corazón para escuchar la Palabra de su Hijo Jesús, y que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos. Que nunca creamos ser tan grande como para no necesitar de nadie. Haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan y actúen sin demora hacia el hermano para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús y ser portadores para el mundo la luz del Evangelio.
Que esta navidad nos ayude a descubrir al hermano que pasa necesidad, que sepamos escuchar a los niños en situación de calle, de las familias pobres, especialmente de nuestros hogares o centros de acogida y las lágrimas de tantas mujeres que no pueden llevar un pan para sus hijos por falta de trabajo. Que esta navidad nos haga más hermanos, más fraternos, más humanos, dijo el P. Juan Crespo.
Que sea este el ejemplo y el recuerdo de la Mamita de Cotoca, imitándolo como hijos y siguiéndolo como la primera discípula, madre, guía, misionera. Que el Hijo de Dios nazca en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestras familias; en los barrios y ciudades, en nuestro país. Sin Jesús no hay Navidad, expresó el Vicario General desde el Santuario de Cotoca.
Homilía Completa, P. Juan Crespo Gutiérrez, Vicario General de la Arquidiócesis
“Con María, vivir el misterio de la Navidad”
Un año más, hemos llegado en peregrinación a los pies de la Virgen de Cotoca, con los pies adoloridos y en las manos unas velas, nos ponemos delante de ti, a contarte nuestras alegrías y nuestras penas, nuestras ilusiones y esperanzas, nuestros sueños cumplidos y proyectos aun inconclusos, es nuestra fe; pasan por nuestras mentes, seres queridos, familiares, amigos y conocidos; nuestra esperanza y nuestra devoción, especialmente nuestra confianza es la que nos mueve a caminar estos kilómetros
Al celebrar esta octava de la fiesta de la Inmaculada Concepción, en la advocación de la mamita de Cotoca, centramos nuestra atención en la Fiesta de la Navidad. Estamos exactamente a 9 días del Nacimiento del Salvador, mañana comenzamos la novena y terminamos el 24, la Noche Buena y celebramos la Navidad.
La Navidad comienza con María, la escogida por Dios, la sin mancha. Que hubiese pasado, si ella hubiera dicho que no, pero ahí está ella con el rotundo SI, no lo dudo ni lo dilato. Gracias por que dijiste Si a Dios, gracias por ser la nueva Eva, sin mancha, por tu valor, por tu coraje, gracias por tu humildad, tu sencillez. Tú eres la inspiración de los hombres en la historia.
El tiempo de Adviento y la Navidad podríamos decir, es por excelencia un tiempo mariano, junto al Niño Jesús encontramos a su Madre María. No puede haber Nacimiento sin maternidad. Nadie mejor que la Virgen la vive este tiempo de espera del Mesías.
La gran fiesta mariana en el tiempo de adviento la celebramos a la Inmaculada Concepción, llegando a ser la preparación radical, “la preservo a la Virgen María de toda mancha del pecado original, a fin de preparar en ella, enriquecida con la plenitud de la gracia, una madre digna de su Hijo”. Esta fiesta es de toda la Iglesia, de toda la humanidad, porque la plenitud de gracia de María es como el preludio de la plenitud de nuestra vida con Dios. María es el símbolo y representación de toda la Iglesia, por ello esta fiesta nos llena de alegría y nos prepara para celebrar con plenitud la venida del Señor. El primero de enero, celebraremos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, meditando lo más íntimo y característico de su personalidad en el interior del plan de Dios, iluminando los doce meses del año con su tono de esperanza y de paz. Recordando su maternidad, celebramos que por ella nos ha venido a todos los bienes de la salvación y a partir de ese momento empieza a ser madre para todos nosotros. Porque María es Madre de Cristo y al mismo tiempo es Madre de la Iglesia como nos lo recuerda el Concilio Vaticano II.
Los evangelios, nos lo irán recordando con una relevancia muy especial narrando la Anunciación por parte del Ángel, como también la Visitación de María a su prima Isabel, el nacimiento del Niño Dios, la Presentación, la Perdida del niño y encontrado en el templo. Lo encontramos a María en Cana de Galilea, como también en el Calvario.
Los fieles, tus hijos, te recordamos y te reconocemos como:
La Hija de Sion, la Virgen Santísima aparece como un ser humano, alguien semejante a sus contemporáneos, una criatura llena de gracia, pero no como diosa, porque a ella no la adoramos, sino la veneramos. Su mismo nombre es el común de las gentes, son numerosas las Marías del nuevo testamento, es una mujer obediente como nos lo manifiesta en el “Magníficat”, es un ser humano que tiene al mismo tiempo características especiales, es la “llena de Gracia”.
La Virgen, titulo con la que el pueblo la invoca, porque ha sido Inmaculada Concebida, por el hecho de la Virginidad de María en la Concepción de Jesús: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?, “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Niño que nazca será Santo y llamado Hijo de Dios”. Motivos muy elevados y positivos entendidos como una consagración, como un don de amor de entrega exclusiva a Dios, por lo que ha entrado en el corazón de nuestro pueblo esa denominación mariana que la invoca como la Virgen María.
Mujer de Fe, la mujer que se fía de la Palabra de Dios, del mensaje del Ángel, cree y acepta que Dios entre en su vida; acepta ser parte del proyecto y plan de Dios de salvar al hombre. María es la mujer con la que Dios esta y la mujer que está siempre con Dios, la llena de Gracia, “el Señor está contigo”. María debe creer que aquel niño débil e indefenso es el Hijo de Dios, es el Mesías. “Bienaventurada la que ha creído que se cumplirán las cosas que se le han dicho de parte del Señor”.
Mujer de Esperanza, de la esperanza en las promesas de Dios y en el Dios de las promesas, en el Dios que cumple su palabra. Una mujer que colabora con las promesas de Dios aceptando que el Verbo se encarne en sus entrañas.
María es la Mujer del Amor, del amor a Dios, abierta a su voluntad, del amor a todos los hombres por los que Jesús murió en la cruz, “Hijo, ahí tienes a tu madre, Mujer ahí tienes a tu hijo”. Es la mujer que sirve por amor, ayuda a su prima Isabel. María es la mujer creyente que comparte su fe con los demás, uniendo a todos en el seguimiento y en la misión de Jesús, es la mujer que nos acurruca en su amor a todos sus hijos, especialmente a los que más sufren.
Ayúdanos Madre Celestial a ser hombres de escucha, a tener nuestros oídos siempre abiertos, especialmente los oídos del corazón para escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús, haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos. Que nunca creamos ser tan grande como para no necesitar de nadie. Haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan y actúen sin demora hacia el hermano para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús y ser portadores para el mundo la luz del Evangelio.
Que “tengamos una Navidad más sobria, con regalos más humildes, enviemos lo que ahorremos al pueblo Ucraniano que lo necesita. Sufren mucho, pasan hambre, siente el frio”, nos lo pide el Papa Francisco. Que esta navidad nos ayude a descubrir al hermano que pasa necesidad, que sepamos escuchar a los niños en situación de calle, de las familias pobres, especialmente de nuestros hogares o centros de acogida y las lágrimas de tantas mujeres que no pueden llevar un pan para sus hijos por falta de trabajo. Que esta navidad nos haga más hermanos, mas fraternos, mas humanos.
Que sea este el ejemplo y el recuerdo de la Mamita de Cotoca, imitándolo como hijos y siguiéndolo como la primera discípula, madre, guía, misionera. Que el Hijo de Dios nazca en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestras familias; en los barrios y ciudades, en nuestro país. Sin Jesús no hay Navidad. AMEN.