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jueves 1 junio 2023
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P. Juan Carlos Huaygua, OP. Es el nuevo Párroco de la P. Santo Domingo, fue posesionado por el Arzobispo

Campanas. Después de trabajar pastoralmente por más de 7 años en la Parroquia y Santuario La Purísima Concepción de Cotoca, el domingo 13 de febrero en la celebración Eucarística presidida por Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, el Sacerdote Religioso de la Orden de Predicadores, Juan Carlos Huaygua, OP, fue posesionado como Párroco de la Parroquia Santo Domingo a las 11:00 horas. La misa fue concelebrada por: Fr. Yinmy Caballero Suáres, O.P, “Prior Viceprovincial de la Viceprovincia de Bolivia”, y el Vicario Espiscopal de la Vicaría Virgen de Cotoca, P. Mario Laverán.

 En esta labor, el P. Juan Carlos compartirá su responsabilidad con sus cohermanos de la Orden de Predicadores, contará también con la colaboración de las Dominicas de Santa Catalina – Arenberg, Dominicas de Santa Catalina – KWT, de los Consejos Parroquiales de Pastoral y Económico. Así mismo se integrará en la marcha de la Vicaría Virgen de Cotoca, en sincera comunión con el Pastor.

Al inicio de la celebración, la lectura del Decreto de Posesión estuvo a cargo del Vicario Episcopal de la Vicaría Virgen de Cotoca, P. Mario Laveran.

Homilía:

Durante su homilía Mons. Gualberti afirmó que  Jesús quería cumplir con la voluntad  de Dios, esa comunión y comunicación profunda, y que cada vez que Jesús tenía que decir o tomar una decisión importante, siempre se retiraba solo. A veces nosotros no tenemos un momento para el Señor, tenemos tiempo para todas las cosas, pero no dedicamos un espacio para tener un diálogo con Dios a imagen de Jesús.

Jesús quería cumplir con su voluntad, esa comunión y comunicación profunda, cada vez que Jesús tiene que decir o tomar una decisión importante,  Jesús que se retira en la montaña durante toda la noche para orar y estar a solas con el Padre. Jesús, en el desempeño de su misión terrenal, busca esos momentos antes de tomar cualquier decisión importante, signo de la comunión y comunicación total que hay entre el Padre y el Hijo. A veces nosotros no tenemos un momento para el Señor, tenemos tiempo para todas las cosas, pero no dedicamos un espacio para tener un diálogo con Dios a imagen de Jesús.

Al amanecer, Jesús llama a sus discípulos y elige a doce, a los que da el nombre de Apóstoles, o sea enviados, los llama a que compartan más estrechamente su vida, pero sobre todo su misión y que ellos cumplan la misión que Jesús ha venido a hacer. El Arzobispo preguntó ¿Cuál es la misión que Jesús ha venido a realizar?, en el Evangelio de San Marcos las primeras palabras de Jesús son estas: “El Reino de Dios está cerca, conviértanse y cambien de vida”, es el anuncio del Reino de Dios, pero ¿Qué es este reinado de Dios?, es el plan de salvación de Dios, que no es solo la salvación al final de nuestra vida, porque nuestra vida no termina en una tumba, sino que estamos destinados a vivir para siempre en Dios, gracias a su muerte y resurrección. Este es plan de amor, sabemos que Dios es un padre que nos ama, un plan de justicia, tratándonos de la misma manera entre hermanos y hermanas, sin ninguna distinción porque todos somos hijos del mismo Padre.

Luego baja de la montaña donde lo espera una gran multitud de gente llegada de distintas regiones para escuchar sus palabras y pedir la sanación de los enfermos. Jesús inicia a predicar “fijando su mirada en los discípulos”; se dirige a ellos, en primer lugar, porque sólo los que creen en él pueden comprender y acoger su mensaje, y dar su disponibilidad para seguirlo y compartir su misión.

“¡Dichosos, ustedes los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! “. “Dichosos”; la dicha evangélica es la felicidad verdadera que emana del Señor, que entra y que permanece en el corazón aun cuando se tropieza con los obstáculos, problemas y sufrimientos de la vida.  “Dichosos los pobres”; Jesús se refiere aquí a los indigentes, los que no tienen lo necesario para vivir, los que el Papa Francisco define “descartados de la sociedad”. Esta pobreza es signo de una situación anómala, contraria al plan de Dios y fruto de la injusticia, la explotación y el reparto inicuo de los bienes destinados por Dios para una vida digna de todos.

Qué paradoja! Jesús llama dichosos a esos hermanos que el mundo desprecia y considera infelices; “dichosos” no por su estado de abandono e indigencia, sino porque esa pobreza, que el Señor rechaza, tiene que desparecer con el advenimiento del reino de Dios, el Bien por excelencia, el Bien de todos los bienes, que pertenece en primer lugar a ellos desde ahora, sin esperar en el futuro.

Luego Jesús, con voz profética, lanza cuatro advertencias donde las felicitaciones para los pobres se vuelven palabras de desventura para los que sostienen y promueven un orden social injusto. “¡Ay de Uds., los ricos, porque ya tienen su consuelo”!  Este es un grito de dolor y de compasión hacia los ricos, pero también de denuncia porque están sumidos en una situación de muerte ya que, al poner su confianza en el dinero y en el poder en vez que, en Dios, caen en el pecado de idolatría.

Los bienes materiales no son para guardarlos egoístamente para sí mismos, sino un don de Dios para sustentar la vida y los medios a compartir en fraternidad y equidad con los demás.

O bien adherimos al designio de vida y de amor de Dios, y así, según la linda imagen del Salmo de hoy, producir frutos de bien y de vida, abundantes y permanentes: ““¡Bendito el hombre que pone su confianza en el Señor!… Es como el árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto s su debido tiempo”. Todos estamos llamados a optar y nadie puede quedar neutral: a cada uno la decisión. Amén

El P. Juan Carlos Huaygua Oropeza nació en la ciudad de la Paz, el 11 de junio de 1972, su profesión Religiosa la celebró el 09 de julio de  1997 en la Comunidad Religiosa, Orden de Predicadores y fue ordenado Sacerdote el 31 de enero de 2003.

Que el Señor que le eligió, le acompañe en este nuevo desafío pastoral y que María Madre de la Iglesia te guíe.

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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