La Razón. ‘Le gustaba que le canten ‹My Way›’. El Cardenal boliviano dejó un ‘testamento espiritual’ para la reflexión de los católicos. El sacerdote de formación jesuita Hugo Ara destacó la inteligencia, la hospitalidad y liderazgo del Purpurado vallegrandino.
— ¿Qué recuerda del Cardenal?
— A la persona humana, hospitalaria, acogedora y con sentido del humor. Siempre, cuando uno llegaba a su casa, se alegraba por la visita y casi no lo dejaba salir. Cuando celebrábamos su cumpleaños, la ordenación de un compañero sacerdote u otros acontecimientos, era el primero en organizar la fiesta, entonces fue un hombre con una calidad extraordinaria.
También era un hombre de fe, en todo momento nos hablaba de un Dios que está cercano a la realidad del ser humano. Era inteligente, intuitivo, profundo, con gran capacidad de percepción y visionario. Nos pedía siempre estar actualizados y responder a los desafíos de la situación de vida.
— ¿Y en el ámbito político?
— Era un hombre que defendía la verdad, por eso mismo tuvo grandes dificultades. Él fue incomprendido, perseguido en varios gobiernos y en varias oportunidades de la historia. Por ejemplo, cuando defendió la cuestión de la democracia frente a las dictaduras militares; cuando defendió otras visiones e ideologías también fue condenado.
— ¿Cuándo lo conoció?
— Lo conocí cuando yo era muy joven. Él era obispo auxiliar de La Paz y responsable de la Pastoral Juvenil, y yo estaba estudiando en Cochabamba. Lo conocí en los encuentros de la pastoral juvenil y me impactó siempre esa capacidad y fuerza que tenía para enamorar a la juventud. Todo el mundo quedaba impactado con su personalidad, era un líder. Tuve la suerte de estar cerca de él.
— ¿Cómo eran sus homilías? ¿Cómo las preparaba?
— Tenía la capacidad de mirar con profundidad la vida que nos envuelve con penas y alegrías, y esto junto a su inteligencia le permitían hilar las ideas, no había nada escrito. Hace 18 años él inventó una reunión maravillosa que se realiza todos los viernes, a las 21.00 y durante una hora, para reflexionar la palabra de Dios y sobre lo que se va a predicar el domingo. Ésta es una manera de preparar la homilía. Los sábados el cardenal Julio se retiraba para hacer una reflexión de todo lo que iba a decir el domingo.
— ¿Recuerda alguna anécdota?
— Más que anécdota, la vida con él siempre ha sido de exigencia. A veces no era fácil porque siempre quería la excelencia: que sea un buen cura, inteligente y un hombre bueno. Recuerdo que le gustaba que le canten My Way (inmortalizada en 1969 por Frank Sinatra y Paul Anka) en cada reunión, especialmente en su cumpleaños.
— ¿Y cómo celebraba el Cardenal su onomástico?
— Su cumpleaños era el 8 de junio y era bien festejado, al estilo vallegrandino. Estuvo arraigado a su pueblo porque siempre se refería a Vallegrande con mucho cariño y disfrutaba mucho de esa cultura: las coplas, la comida, el durazno. Sus cumpleaños eran festejados de esa manera, con mucho canto y comida que llegaba de la gente de comunidades y barrios.
— ¿Cuáles eran las principales preocupaciones del prelado?
— Siempre estaba preocupado de que la fe y la vida estén divorciadas en el mundo. También de los pobres, especialmente de los niños, por eso creó el hogar San Lorenzo, para sacar a los niños de la cárcel de Palmasola. Le preocupaba la pasividad de los cristianos, él decía que entre nosotros podíamos gestar muchas cosas buenas.
— ¿Cuándo fue la última vez que conversaron?
— El viernes (4 de diciembre) conversamos un poco porque estaba delicado; en medio de eso hacía bromas y hablamos sobre este momento (su muerte). Tenía mucha dificultad para hablar, me decía que siempre hay que ser obedientes y fiel, aceptar la voluntad de Dios. Le dije: “Te queremos mucho y estamos agradecidos por todo lo que has hecho por nosotros y lo que nos has dado, incluso los que te criticaron te admiran”.
— ¿Cuáles fueron sus obras y proyectos sociales?
— El domingo vamos a celebrar 20 años de uno de sus proyectos, Diakonía, de donde ha salido mucha gente formada en comunicación, que era también una de sus preocupaciones porque había que comunicar vida y esperanza. Yo solo fui un instrumento a su lado para llevar adelante estos 20 años de esta obra maravillosa.
Perfil
Nombre: Hugo César Ara
Profesión: Literato
Cargo: Vocero de la Conferencia Episcopal
Filósofo y literato
Formado en las artes escénicas y Literatura. Ingresó a la vida religiosa a través de la Compañía de Jesús. Estudió Filosofía en la Universidad Católica de Bolivia y Teología en Brasil. Cuando llegó el papa Juan Pablo II (1988), Ara estaba recién ordenado y aún así fue designado para coordinar el trabajo de comunicación. A raíz de esta experiencia fue enviado a la Conferencia Episcopal para trabajar en esta misma área, en la que se desempeña hasta hoy.