Campanas. Este 24 de septiembre del Te Deum Ecuménico por los 211 años de la gesta libertaria de Santa Cruz, participó el Nuncio Apostólico en Bolivia, Mons. Angelo Acatino, quien saludó a esta tierra cruceña en su efeméride departamental.
Mons. Acattino en la oportunidad pidió que este generoso pueblo cruceño, viva un camino de conversión y reconciliación, aprenda de Cristo crucificado lo que significa en hechos, fraternidad, solidaridad, perdón, donación, abnegación y, con firme convicción, crea que el camino de la cruz desemboca en el encuentro gozoso y definitivo con Dios, Padre y dador de vida.
Palabras del Señor Nuncio
Con muchísimo agrado he aceptado la invitación que me hiciera S.E.R. Monseñor Sergio Gualberti, Arzobispo de esta Arquidiócesis de Santa Cruz de la sierra, para participar en el encuentro ecuménico de hoy.
A este respecto me parece preciso recordar la conclusión del numeral 4 del Decreto “Unitatis Redintegratio”, del Concilio Ecuménico Vaticano II: “Este Sacrosanto Concilio advierte con gozo que la participación de los fieles católicos en la acción Ecuménica crece cada día, y la recomienda a los Obispos o de todo el mundo, para que la promuevan con diligencia y dirijan prudentemente”.
Estoy completamente seguro de que el camino recorrido hasta hoy en el campo del ecumenismo no ha sido en vano; de hecho, poco a poco se ha ido pasando del conflicto al respeto de la identidad de cada iglesia o Comunidad Eclesial. Se ha ido pasando de la rigidez doctrinal a un diálogo cada vez más abierto, auténtico y fructuoso, y se ha ido dejando atrás la intolerancia para dar paso a una convivencia que busca la promoción de la unidad de todos los discípulos de Cristo.
Aletea el espíritu del Señor que nos mueve a buscar juntos la unidad querida por el Señor, fundada en el bautismo, en la sagrada escritura, en el patrimonio de la fe que es común y, particularmente hoy en la fuerte y tremenda experiencia compartida del martirio.
También en su último viaje a Hungría y Eslovaquia, el Santo Pontífice Francisco no ha dejado de tener sendos encuentros ecuménicos, porque considera tales reuniones semilla de unidad y levadura de fraternidad, ocasiones propicias para reavivar el deseo de caminar juntos, que Él acertadamente denomina el “ecumenismo del camino”. En concreto señala estos tres puntos:
- Caminar juntos en la oración. Orar con Jesucristo y como Él, expresando juntos sentimientos de adoración, alabanza, agradecimiento, confianza filial, y súplica. El Padre Nuestro, modelo de toda oración cristiana, en la plegaria ecuménica por excelencia.
- Caminar juntos en las obras de caridad, manifestadas principalmente en un concreto y efectivo servicio a los más necesitados.
- Caminar juntos en el testimonio de la fe, manifestado cotidianamente en el diario vivir proclamando el Evangelio y, también como ya lo vemos en muchas partes del mundo, en el martirio y en la persecución. Este es el ecumenismo de la sangre, que une a los cristianos sin distinciones.
A un mundo globalizado, decía con dolor el Papa Francisco, le falta un la contribución profética espiritual de la unidad de todos los cristianos (cfr. Carta Encíclica Fratelli tutti, n. 280).
No seamos nosotros muros de contención que impidan este paso, si no puentes abiertos a la verdad, fundamento de la auténtica unidad. Aferrémonos a la inspiración del Espíritu Santo en nuestra vida personal y de grupo para ser instrumentos inteligentes, dóciles y valientes en el proceso lento, doloroso pero necesario alcanzar la unidad en Cristo, camino, verdad y vida.
En cuanto representante del Santo Padre me está querida Bolivia, hago mías las claras y precisas expresiones el Papa Francisco en su Carta Encíclica Fratelli tutti: “La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones y, no rechazan nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera un sincero respeto el modo de obrar y de vivir, los preceptos de doctrina, que no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.
Caminemos pues, juntos queridos hermanos compartiendo lo que nos une y siempre bajo la mirada de Dios, Uno y Trino.
Al recordar hoy el gritó libertario en 1810, no unimos a la fiesta cívica no solo de este departamento sino, en especial de esta pujante ciudad de Santa Cruz de la sierra. Que a todo el pueblo cruceño llegue en nuestros votos por su prosperidad cuyas bases están en el respeto, la dignidad de toda persona en la seguridad de un trabajo digno y estable y el carácter solidario del bien común, por ser fuente del desarrollo humano integral.
Que este generoso pueblo cruceño, bajo el signo de la Santa Cruz, viva un camino de conversión y reconciliación, aprenda de Cristo crucificado lo que significa en hechos, fraternidad, solidaridad, perdón, donación, abnegación y, con firme convicción, crea que el camino de la cruz desemboca en el encuentro gozoso y definitivo con Dios, Padre y dador de vida. ¡Felicidades!