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miércoles 27 septiembre 2023
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Necesitamos ser misioneros coherentes con nuestra vocación de Profetas de Cristo, para un mundo nuevo”, Mons. Sergio en la Jornada del DOMUND

Este 3ª domingo de octubre, la Iglesia Católica en el Mundo celebra la Jornada Mundial de las Misiones, Mons. Sergio, antes de finalizar la Celebración Eucarística y para dar un paso concreto en este compromiso misionero como Iglesia de Santa Cruz, dió inicio a la peregrinación de la Cruz Misional, que irá recorriendo todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis durante el tiempo que nos separa del Vº Congreso Misionero Americano a realizarse en nuestra ciudad el año 2018, es así que hizo la entrega de la Cruz Misional al P. Fernando Cabrero, Vicario de la Vicaría San Lorenzo, la misma que desde hoy recorrerá todas las comunidades parroquiales de esa Vicaría, y luego pasará a las otras Vicarías y Parroquias.

También Mons. Sergio Gualbeti, Hizo el envío a todos los misioneros de la Arquidiócesis, que hoy domingo 18 de octubre, día en que se celebra el DOMUND 2015  preparan una “Misión Joven” que se llevará a cabo en las comunidades de la Parroquia María de Nazaret, Mons. Sergio los envió en nombre del Señor a anunciar la alegría del Evangelio a todos los hermanos y hermanas de nuestras periferias de Santa Cruz.

Durante su homilía el Arzobispo den Santa Cruz, expresó que esta jornada es la ocasión para que como Iglesia repensemos nuestra vocación en esta época de cambios rápidos, profundos y globales que afectan todos los niveles y ámbitos de la vida, al mismo tiempo de afirmar que esta realidad nos desafía a relanzar con fidelidad y audacia la misión, al mismo tiempo que nos mueve a confirmar y revitalizar la novedad del Evangelio que hace cinco siglo ha sido anunciado y ha echado raíces en nuestra tierra.

El prelado dijo, que la misión de la Iglesia es la misma misión de Jesús: anunciar el Reino de Dios, el señorío de amor y de vida, que Jesús nos hizo cercano con su palabra, su actuación y su persona. “A todos los pueblos”:

El Arzobispo, nos exhortó a despertar del letargo en que vivimos y vivir la vocación que el Espíritu nos da en la comunión viva de la Iglesia, para un testimonio significativo y atrayente a los hombres de hoy.

Homilía de Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz/18/10/2010

DOMUND 2015

En este 3º domingo de octubre, como ya es tradición, la Iglesia católica celebra la Jornada Mundial de las misiones, este año con el lema: “Profetas de Cristo, para un mundo nuevo”. El motivo de dedicar una jornada a la misión, es para resaltar la centralidad de la dimensión misionera en la vida del cristiano y de la Iglesia, sin la cual no seríamos verdaderos seguidores de Jesús.

Esta jornada es la ocasión para que como Iglesia repensemos nuestra vocación en esta época de cambios rápidos, profundos y globales que afectan todos los niveles y ámbitos de la vida: sociocultural, científicos, económico, político, religioso. Esta realidad nos desafía a relanzar con fidelidad y audacia la misión, al mismo tiempo que nos mueve a confirmar y revitalizar la novedad del Evangelio que hace cinco siglo ha sido anunciado y ha echado raíces en nuestra tierra.

El reto está en anunciar a las personas y al mundo de hoy a Jesucristo, en y con “quien siempre nace y renace la alegría”, dice el papa Francisco (EG 1). Precisamente el fin de la actividad misionera consiste en extender esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la vida de fe que proporcione un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, transformándonos en discípulos – misioneros suyos.

Comprometernos a ser misioneros es cumplir con fidelidad el mandato que Jesús Resucitado dejó a sus discípulos al momento de volver al Padre: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos; bautícenlos en el nombre Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado”.

La misión de la Iglesia es la misma misión de Jesús: anunciar el Reino de Dios, el señorío de amor y de vida, que Jesús nos hizo cercano con su palabra, su actuación y su persona. “A todos los pueblos”: el anuncio de salvación que es para toda la humanidad de todos los tiempos, salvación que Jesús nos ha adquirido con su muerte y resurrección. Como cristianos debemos despertar del letargo en que vivimos y vivir la vocación que el Espíritu nos da en la comunión viva de la Iglesia, para un testimonio significativo y atrayente a los hombres de hoy.

En la misión, el Señor ha tomado la iniciativa, él nos ha amado primero, dándonos por el bautismo el don de la fe, y haciéndonos hijos suyos, miembros de la Iglesia y nos ha abierto las puertas de la salvación. Ser misionero, por tanto, es ser partícipes de esta iniciativa divina, es ser -con Él y en Él- evangelizadores, es responder al don de la fe y el amor que Dios nos ha dado, compartiéndolo con los que todavía no lo conocen o solo lo han entrevisto.

El Papa Francisco en varias oportunidades nos ha animado a ser una Iglesia abierta y en salida, “salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos… a las periferias”. La Iglesia misionera está llamada a llevar la salvación al mundo nuestro, así como está, con sus luces y sombras, un mundo en búsqueda de respuestas que abran horizontes de esperanza y alienten en el camino. Llegar a las periferias no solo geográficas, sino existenciales, en particular a los que sufren, a los pobres y marginados, a los que tienen sed de vida y amor, sed de Dios.

El anuncio no tiene que ser solo con palabras, sino con el testimonio de una entrega generosa y solidaria con los necesitados, y con el compromiso de trabajar en la construcción de una sociedad nueva, más justa y equitativa. El Papa se pone una pregunta“¿Quiénes son los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico?” (EG)

La respuesta es clara y la encontramos en el mismo Evangelio: los pobres, los pequeños, los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen como pagarnos… «Existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos».

Al acercarnos a las periferias del dolor y del sufrimiento, estamos llamados, por tanto, a ser misioneros de la misericordia, siguiendo las huellas de Jesús que recibió del Padre la tarea de revelar el misterio del amor divino en plenitud. Nuestras parroquias y comunidades tienen que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado y alentado a vivir la vida buena del Evangelio. La misericordia de Dios para con nosotros se manifiesta en que “Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón” como dice el Papa Francisco.

Jesús nos quiere encontrar para mirarnos con misericordia y liberarnos del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento y para llenar nuestro corazón y nuestra vida de alegría. En respuesta a este don, Jesús, nos pide: « Anuncia todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo » (Mc 5).

Nuestro lenguaje y nuestras actitudes deben estar marcados por la humildad y el servicio, y tienen que transmitir misericordia, para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre. Los misioneros necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades para comunicarles y compartir con alegría el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!

Necesitamos también ser misioneros coherentes con nuestra vocación de “Profetas de Cristo, para un mundo nuevo”, ser operadores de paz en un ambiente de violencia, de amenazas de volver a viejas prácticas de confrontación.Los misioneros tenemos que proclamar claramente que toda palabra y acción violenta destruye lo que pretende construir, provocando confrontaciones y poniendo en grave riesgo la convivencia pacífica. No debemos cansarnos de reafirmar que la única manera para solucionar los problemas es de ser operadores de paz, que promueven el diálogo sincero y la reconciliación.

Para dar un paso concreto en este compromiso misionero como Iglesia de Santa Cruz, damos hoy inicio a la peregrinación de la Cruz Misional, que irá recorriendo todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis durante el tiempo que nos separa del Vº Congreso Misionero Americano a realizarse en nuestra ciudad el año 2018. Hacemos este camino con todos los países del Norte y Sur de nuestro Continente, donde circula una de estas cruces misionales, que el papa Francisco ha bendecido en la Misa en el Cristo.

Antes de la bendición final de esta Eucaristía, voy a entregar la Cruz a la Vicaría San Lorenzo en la persona del P. Fernando Cabrero Vicario Episcopal. La misma, después de recorrer todas las comunidades parroquiales de esa Vicaría, pasará a las otras Vicarías y Parroquias.

Con las palabras de los Obispos en la Conferencia General de Aparecida, quiero animarles a todos ustedes, queridos fieles católicos de nuestra Iglesia de Santa Cruz, a unirnos con entusiasmo y generosidad en esta tarea misionera, a ser personas que sin miedo salen a anunciar el Evangelio del Señor, acogiendo su llamado: “Jesús invita a todos a participar de su misión. ¡Que nadie se quede de brazos cruzados!” Amén

Oficina de Prensa de la Arquidiócesis de SantA Cruz

 

 

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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