El domingo 15 de noviembre la comunidad de las Misioneras de la Inmaculada – Padre Kolbe celebraron con mucha alegría los 25 años de Consagración a Dios de las Hermanas: Ángela De Marco y Ermelinda Sergolini, ambas de nacionalidad italiana y que han donado su vida como Misioneras en esta tierra boliviana.
La Iglesia María Inmaculada, del Barrio Virgen de Cotoca, perteneciente a la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes (Montero), se vistió de fiesta y junto a Monseñor René Leigue, quien presidió la Eucaristía de acción de gracias, y el P. Juan Kukla, párroco y numerosos amigos/as, fueron testigo de la fidelidad de Dios… Sí digo bien, de la fidelidad de Dios, que como Ángela y Ermelinda han tenido ocasión de manifestar, fue la que las mantuvo fieles en la entrega cotidiana, día tras días, entre luces y sombras, durante estos años.
Ahora compartimos el testimonio de vida de las hermanas: Ángela De Marco y Ermelinda Sergolini y que pueden ser para nosotros una llamada a un compromiso siempre mayor con el amor de Dios que nos inunda y que nos invita a envolver en un abrazo universal a toda la humanidad.
Hna. Ángela: « ¿Cómo agradecer al Señor por su fidelidad para conmigo?» Reconociendo su grandeza. Estos años han pasado rápido, mi pensamiento va lejos, a cuando conocí a las primeras misioneras, durante una semana de animación con los jóvenes en mi parroquia. En seguida me impactó: su amor a la Virgen – ya que desde pequeña mi mamá me había enseñado a amarla y a mirarla como a nuestra madre, como a alguien que siempre está a mi lado– su amor por la misión. Evangelizar junto con María, así como también, el aspecto secular del Carisma, que las lleva a realizar esa misión en las condiciones ordinarias del mundo, es lo que me gustó desde el principio, tanto que me hizo sentir como si conociera a las misioneras desde siempre…
Fue así como en 1985, inicia la “aventura”, cambiando totalmente mi vida, cuando después de un tiempo de discernimiento, de conocimiento del Instituto y de su Carisma, inicié el camino de formación. Terminada la misma, me enviaron a formar parte, por 7 años, de una comunidad de la ciudad de Bari, luego desde 1997 a 2006 de la comunidad de Argentina, luego vuelvo a Italia por 3 años y desde el 2009 soy parte de la comunidad de Montero – Santa Cruz.
¿Qué puedo decir de estos 25 años? Gracias Señor por tu amor, por tanto bien que he recibido, a través de las personas que he encontrado en los distintos lugares donde tú me has enviado; siendo testigo de cómo a través de la Consagración a la Virgen muchos hermanos se han acercado a Jesús.
Lo que me ha guiado en estos años ha sido, la seguridad que tú Señor me amas, que tú me has llamado, que tú has confiado en mí, que tú me has enviado a ser tu mensajera, “mensajera del feliz anuncio, que anuncia la paz” (Cfr. Is. 52,7)
Testimonio de la Hna. Ermelinda
Partiendo de aquellas bellas palabras de la Escritura que dicen: «El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre….. yo te destino a ser la luz de las naciones para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra” (Is 49), también nos comparte su historia:
«Éstas son las palabras que en estos 24 años de misión y 25 de consagración a Dios me ha acompañado…, y me siguen acompañando. Con alegría acogí la invitación de dejar primeramente mi familia para seguir a aquél que me había seducido con su mirada de amor, posteriormente acepté con gozo dejar mi tierra (Italia) para salir en misión. Recuerdo todavía con emoción el anuncio, la espera, de este sueño cultivado desde mi niñez gracias a mi familia y a mi tío misionero en África. Y así el 16 de febrero del 1991 dejé Italia para llegar a mi primera tierra de misión, “Bolivia tierra amada”, precisamente a Montero donde estuve doce años. En mi mente y en mi corazón siguen pasando los rostros de tantos hermanos con los cuales, compartí la fe, me enseñaron a amar esta tierra, su cultura, sus tradiciones. Recuerdo las salidas a la zona rural, donde el sacerdote llegaba muy pocas veces, y donde encontraba hermanos deseosos de experimentar el amor de Dios, de crecer en la fe, de acercarse a los sacramentos. Recuerdo Teresita una niña del campo ciega, pero llena de vida, quien nos esperaba para poder participar de las distintas celebraciones, siempre sonriente a pesar de su situación. Podrían ser muchas las experiencias…. y las historias A cada uno de ellos digo gracias por todo lo que me enseñaron, por su sencillez y profundidad, por su creatividad, por sus deseos de ser mejores, por su fe sencilla y profunda. Desde Bolivia volé a Argentina, otros 6 años y de nuevo el Señor, que me llamó desde el seno de mi madre, me volvió a conducir a Bolivia, Cochabamba, donde estoy desde hace 6 años. De nuevo puedo decir que la misión es el tesoro que llevo en mi corazón, allí conservo tantos recuerdos, tantas experiencias, las alegrías, la fatiga, los sufrimientos, las esperanzas. Cada día me encuentro más rica, cada día aprendo y experimento las palabras de Jesús: “Gracias Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y a los poderoso de este mundo y lo has revelado a los pequeños”.
No hay más que decir… sino simplemente gracias. Gracias a Dios que ha llamado a Ángela y a Ermelinda, y gracias a estas dos queridas hermanas que en la alegría de su llamada encuentran su plenitud.
Silvana Mattos
Misionera de la Inmaculada – Padre Kolbe