A tiempo de celebrar el día mundial de las vocaciones, Monseñor Sergio dirigió en el “Día del Buen Pastor” un mensaje particular a los jóvenes animándoles a que “no dude en seguir con entusiasmo y generosidad a Cristo, “Camino, Verdad y Vida” –ya que- Él es el único que da sentido verdadero a su vida, el único que la llena de felicidad auténtica y el único por quien vale la pena gastar la existencia”
El Prelado recordó que “En tantos momentos de nuestra existencia hemos experimentado la presencia amorosa y vigilante del Buen Pastor, que nos anima a escuchar su voz y seguirlo en el camino hacia la vida desbordante y para siempre, confiados en que él, en cada momento, nos defiende, guía y acompaña”.
Monseñor Sergio afirmó que “En el seguimiento de Jesús, el Pastor enamorado apagamos la sed de felicidad, y el anhelito de amor y que nos hace gustar los gérmenes de la vida más grande y más allá de todo límite.
HOMILÍA DE MONSEÑOR SERGIO GUALBERTI, ARZOBISPO DE SANTA CRUZ.
DOMINGO 7 DE MAYO DE 2017.
Queridos hermanos y hermanas, este IV Domingo de Pascua o del Buen Pastor, es el Día mundial de las vocaciones, oportunidad para meditar sobre la llamada a seguir a Jesús como cristianos, en particular al sacerdocio y a la vida consagrada.
El texto de los hechos de los Apóstoles que hemos escuchado, es la conclusión del 1er discurso de Pedro el día de Pentecostés a la gente que se había congregado ante la manifestación y venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Pedro se dirige al pueblo, a “toda la casa de Israel”, con una solemne profesión de fe sobre Cristo resucitado y glorificado: “Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús, a quien USTEDES crucificaron”. La resurrección de Jesús manifiesta que la actuación de Dios es totalmente opuesta a la manera humana de proceder: Él constituye como Señor y Salvador de toda la humanidad a Jesús, a quien el pueblo judío había sometido a la ignominia de la cruz.
“Estas palabras les traspasaron el corazón” a los oyentes. No se trata solamente de un sentimiento, sino de la toma de conciencia de la propia responsabilidad y de la urgente necesidad de cambiar desde lo más íntimo del corazón. Por eso los presentes preguntan a Pedro y a los apóstoles: “¿Qué tenemos que hacer hermanos?”. En respuesta, una palabra: “Conviértanse”. La conversión es el primer paso indispensable para entrar en la corriente de vida del Señor, es la decisión que transforma toda la perspectiva de una persona y que implica una ruptura con la mentalidad y la forma de vivir anterior marcada por el pecado.
Después Pedro pide que se dé otro paso: “Háganse bautizar en el nombre de Jesús”. El bautismo es la concreción del camino de conversión, la liberación de las ataduras del pecado y la muerte e inicio de la vida nueva en el Señor Resucitado, inicio de una existencia como discípulos, toda orientada por el Evangelio.
“Para que le sean perdonados los pecados”. El perdón de los pecados no es el fruto de nuestra decisión personal de romper con el hombre viejo, sino sobre todo una acción gratuita y amorosa de Dios que, al liberarnos de toda clase de esclavitudes, transforma radicalmente nuestra manera de llevar la vida.
“Y así recibirán el don del Espíritu Santo”, el sello del Espíritu que en el bautismo nos consagra a cada uno de nosotros como nuevas criaturas, en permanente comunión de vida con el Resucitado. Es lo que afirma Pedro con unas palabras cargadas de esperanza: “La promesa hecha a ustedes y sus hijos” y “para todos los que están lejos: a cuantos el Señor nuestro Dios quiere llamar”.
La novedad cristiana abarca todos los ámbitos de la existencia y, como indica la segunda lectura de carta de Pedro, exige seguir con perseverancia los pasos de Jesús, aún cuando experimentamos la cruz del sufrimiento, la enfermedad, la desgracia, la injusticia o la incomprensión a causa de la fe y los ideales cristianos: “Porque también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas”.
Es una propuesta difícil y exigente, pero nuestra fe nos da la certeza de que Cristo nos ha conducido a la esperanza nueva de la libertad, justicia y la verdad, como afirma la 1era carta de Pedro . “Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián”. Por tanto ya no andamos como temerosos errantes y descarriados, sino como discípulos de Jesús que con su gracia y asistencia orientan la vida hacia el bien, superando todo tipo de mentiras, provocaciones y persecuciones. Tenemos ante nuestros ojos el testimonio luminoso de tantos cristianos en distintos países del mundo que, perseguidos, encarcelados o asesinados por su fe, siguen sin miedo a Jesús, el Buen Pastor, con la firmeza y fidelidad del Espíritu del Señor.
El Evangelio nos presenta justamente a Jesús “El Buen Pastor”, o mejor el “Pastor Bueno , el verdadero”, el autor y dador de vida, él único que guía al pueblo de Dios y a la humanidad entera hacia el Reino de la vida, el amor, la justicia, la verdad y la paz, cumpliendo plenamente la misión que el Padre le ha confiado.
El verdadero Pastor “entra por la puerta y no por otro lado”, Él no tiene nada que ver con los falsos pastores, los ladrones o los mercenarios que no piensan en el bien de las ovejas encomendadas a su cuidado, sino en su propio bien e intereses. Jesús es el Pastor que ama a sus ovejas, que las “llama a cada una por su nombre”, las conoce personalmente una por una y las cuida con cariño y esmero porque son suyas.
Pero Jesús no solo es el Pastor que entra por la puerta, sino “la puerta” totalmente y siempre abierta para todos, que nadie jamás podrá cerrar. Por Jesús, la puerta abierta de una vez para siempre, la puerta de la vida nueva, abundante y fecunda, todos tienen la posibilidad de un amplio acceso a Dios.
Ante las atenciones del Buen Pastor, las ovejas “escuchan su voz y lo “siguen”. Jesús hace salir las ovejas del redil y ellas le siguen. Él va por delante llevándolas por sendas seguras a los verdes pastos y a las aguas cristalinas de la vida plena, él está también en medio de ellas para defenderlas de los lobos que siempre están al acecho y no duda en ponerse atrás para que ninguna quede rezagada.
En tantos momentos de nuestra existencia hemos experimentado la presencia amorosa y vigilante del Buen Pastor, que nos anima a escuchar su voz y seguirlo en el camino hacia la vida desbordante y para siempre, confiados en que él, en cada momento, nos defiende, guía y acompaña.
En el seguimiento de Jesús, el Pastor enamorado apagamos la sed de felicidad, y el anhelito de amor y que nos hace gustar los gérmenes de la vida más grande y más allá de todo límite.
Para finalizar unas palabras especial para los jóvenes. Desde el viernes en Vallegrande se celebra el V Encuentro Arquidiocesano de Jóvenes Misioneros, con el lema: “Jóvenes misioneros anunciando la alegría del Evangelio”. En estos días numerosos jóvenes, en un ambiente de oración y búsqueda, tienen la oportunidad de profundizar el seguimiento a Jesús el Buen Pastor y la dimensión misionera de la fe, descubriendo el valor y el sentido de la vocación misionera. Les felicitamos y les acompañamos con nuestras oraciones: no duden en seguir con entusiasmo y generosidad a Cristo, “Camino, Verdad y Vida”. Él es el único que da sentido verdadero a su vida, el único que la llena de felicidad auténtica y el único por quien vale la pena gastar la existencia.
Animo a todos ustedes, jóvenes de nuestra Iglesia, a que sigan el ejemplo de esos amigos misioneros, se unan a ellos o a otros grupos eclesiales como la Pastoral Juvenil y los Movimientos Apostólicos Juveniles. También no tengan miedo en escuchar la voz del Buen Pastor, en plantearse la posibilidad de seguirlo en las distintas opciones de vida como sacerdotes, religiosos o religiosas, y en acoger la llamada personal a la realización de su vida en el servicio entregado y gozoso al Señor y al Evangelio.
Después de la comunión, tendremos el testimonio de un seminarista, un joven que ha escuchado el llamado de Jesús y que ha decidido dedicarle toda su vida para ser, un día no muy lejano, su sacerdote. Acompañémosle junto a todos los demás jóvenes seminaristas de nuestro seminario y de toda Bolivia, para que el Buen Pastor los mantenga firmes en su propósito de seguirlo con alegría y generosidad. Amén.
Oficina de prensa de la Arquidiócesis de Santa Cruz.