Tengo que agradecer muchísimo al Cardenal Julio, pienso que él ha marcado mi vida como persona y como pastor como Obispo, él quiso que yo fuera su Auxiliar cuando estaba él en Oruro y realmente tengo que decir que para mí fue una escuela de aprendizaje, todo el testimonio, la vida, el pensamiento, el amor a la iglesia, la dedicación que tenía al pueblo de Dios.
Fueron 4 años que tuve la oportunidad de convivir con él mano a mano, trabajando todos los días en esa tarea de anunciar la Palabra de Dios y aprendiendo como se hace y como es un Pastor. Realmente puedo decir que para mí ha sido un hombre admirable, no es un tópico el que digo, porque generalmente cuando desaparece se dice, era tal era cual y admirable… pienso sinceramente que Julio tenía unas cualidades y unas capacidades muy superiores a las de la gran mayoría de las personas, primero por la intuición de ver las cosas, por la capacidad que tenía de ser analítico frente a los acontecimientos. Un acontecimiento nunca pasaba de largo, siempre tenía un contenido, un antes y un después. Pienso que este era un hombre que miraba las cosas siempre desde varios puntos, a nivel humano, eclesial y social, sobre todo a nivel de Dios que me parece que es la característica de un hombre de Dios, donde él se sentía realmente iluminado y llamado por Dios para llevar buenas noticias, ser buenas noticias, trabajar por la justicia, la igualdad y los sectores más desprotegidos.
Pienso que hemos perdido un Maestro, un Pastor, un amigo grande, porque si hay algo que se destacaba en Julio era la calidez humana. La calidad que él tenía de la amistad, la profundidad de la amistad y por eso sabemos que ha sido un hombre que ha hecho mucho por Bolivia, mucho por nuestra tierra, por Santa Cruz y mucho por toda la preocupación de construir un país, una Bolivia más justa, más humana, más crítica, más apasionada por los valores del ser humano.
¿Cuál es la mejor Forma de honrar su memoria?
La mejor forma de honrar su memoria es justamente seguir las huellas que él siguió que no son otras que las huellas de Jesucristo. El Cardenal Julio quiso ser muy discípulo de Jesús, ese compromiso que tenía Jesús con los pobres, con los necesitados, con ese Reino que Él había heredado del Padre para llevar la realidad aquí en el mundo.
Una de las preocupaciones es ser discípulo de Julio, leer sus estudios, analizar sus homilías que realmente fueron una luz para la Iglesia de Bolivia y sobre todo, seguir el ejemplo, porque la piedra fundamental es el testimonio de vida y sabemos que él estaba siempre atento a toda las necesidades del país y a todas las necesidades de las personas en cada día, expresó.