Campanas. Desde la Catedral, este domingo 11 de septiembre, el Arzobispo de Santa Cruz, Mons. René Leigue Cesarí pidió, no quedarnos adormecidos ante tantas injusticias, calumnias, mentiras, feminicidios y tantos niños que sufren”.
Hoy las lecturas nos hablan de la misericordia de Dios, en el Evangelio hemos escuchado tres parábolas, de las cuales hay algo en común, ese algo en común es, que algo falta. Hemos escuchado al pastor, que le faltaba una oveja, la parábola de la mujer que le faltaba una dracma, y la parábola del hijo pródigo, el papá preocupado porque le falta un hijo, tres parábolas que tienen un mismo sentido, de la falta de algo, la necesidad del algo y en este caso son diferentes cosas, pero algo falta.
Es lo mismo también para nosotros, algo nos debe faltar siempre, y ese algo que nos llena a todos, es Dios, por lo tanto, tenemos que buscarlo cada día, así como el pastor buscaba a su oveja, así como la mujer buscaba su dracma, el papá esperando a su hijo. De esa manera estamos invitados cada día a buscar al Señor, no tiene que faltar el Señor en nuestras vidas.
Hoy es el momento para pensar ¿Qué tengo yo estando con Dios? y ¿qué me falta alejándome de Él?
Hay tantas cosas que están pasando y pareciera que esto se está quedando como que es normal, ¿Qué le pasó al pueblo de Egipto? Moisés los saca de la esclavitud, la saca del sufrimiento, la saca de ese momento difícil que vivían, ese era el deseo de Dios. Dios mandó a Moisés para que los liberara de este lugar donde había mucho sufrimiento, mucho llanto, mucho dolor.
“Ya tiene que preocuparnos algo que no está bien, tiene que preocuparnos a nosotros que no está bien y qué hacer con eso”
Para lo que está pasando ahora ¿Qué vamos a hacer? y nos quedamos con eso como que nos estamos acostumbrando a que esto es normal, y si nos quedamos con eso, no sé qué va a ser al final de nosotros.
Que nosotros nos estamos dando cuenta de eso, de que alguien nos falta, a veces se dice: “esta persona antes era católico ahora no sé dónde está, no sé si va a misa o dónde irá” Y nos quedamos ahí, no nos preocupamos por esa persona, ¿Será que no es parte de tu compromiso preocuparnos por el vecino o la vecina? ¿Preocuparnos también de su fe? “Esta persona antes era buena, ahora se comporta de esta manera” ¿Por qué será? Y la dejamos ahí y no nos preocupamos más.
“El Señor nos invita a preocuparnos de la otra persona”
Sin embargo, la lectura nos muestra de que hay que preocuparse de la otra persona, hay que ver qué es lo que está pasando, hay que ver porqué se comporta así. Hay que ver porqué su manera de ser, si antes no se comportaba así porque ahora es así. Si antes era una persona buena, porqué hoy es agresiva, porqué hoy falta al respeto. Algo está pasando con esta persona, pero nos quedamos ahí, mejor no me meto.
“No nos acostumbremos a las cosas malas, no pensemos que es normal”
No nos acostumbremos a las cosas malas, no pensemos que es normal, de que todos los días pasa eso, es normal. Si no nos pasa en la familia algo que no está bien, alguna muerte por desgracia, un accidente o lo que pase, recién sentimos esa necesidad de que alguien nos faltó.
“El Señor me llama hoy para ser alguien también que se preocupe por los demás”
¿Qué tengo que hacer? El Señor me llama hoy para ser alguien también que se preocupe por los demás, así como él se preocupa por nosotros. Dios es misericordioso, Dios es Bueno y Dios no quiere que nadie falte en su familia, Dios no quiere que ni un hijo, ni una hija se pierda en el camino. Y como en esa lectura hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por 99 que están ya convertidos.
“Que este sea nuestro compromiso, preocupémonos por aquellos que se han alejado del Señor”
Que también nosotros podamos manifestar ese amor de Dios hacia los demás, que podamos preocuparnos del prójimo, que el Señor nos de esa fortaleza y que el espíritu de sabiduría cree ese amor entre hermanos.
Homilía de Mons. René Leigue Cesarí, Arzobispo Metropolitano de Santa Cruz de la Sierra – 11/09/2022
Un saludo cordial a todos los presentes y a todos los que nos siguen por los medios de comunicación y las redes sociales, que el Señor también llegue a todos ellos con su bendición.
Hoy las lecturas nos hablan de la misericordia de Dios, en el Evangelio hemos escuchado tres parábolas, de las cuales hay algo en común, ese algo en común es, que algo falta. Hemos escuchado al pastor, que le faltaba una oveja, la parábola de la mujer que le faltaba una dracma, y la parábola del hijo pródigo, el papá preocupado porque le falta un hijo, tres parábolas que tienen un mismo sentido, de la falta de algo, la necesidad del algo y en este caso son diferentes cosas, pero algo falta.
Es lo mismo también para nosotros, algo nos debe faltar siempre, y ese algo que nos llena a todos, es Dios, por lo tanto, tenemos que buscarlo cada día, así como el pastor buscaba a su oveja, así como la mujer buscaba su dracma, el papá esperando a su hijo. De esa manera estamos invitados cada día a buscar al Señor, no tiene que faltar el Señor en nuestras vidas. ¿Qué nos enseña esto? Dios se manifiesta en estas tres parábolas, es él que nos espera y es a él que le hacemos falta nosotros, se manifiesta en todas esas cosas que faltan, que somos nosotros, Dios Padre está esperando y él no quiere que ninguno de nosotros nos perdamos, eso nos manifiesta en las tres parábolas y somos nosotros los que muchas veces nos cansamos de estar ahí, en la casa del Padre, nos salimos, nos vamos por otro lado.
El caso del hijo pródigo que se fue de la casa, teniendo todo, él quería experimentar algo más, fuera de todas las comodidades que tenía en casa, pero quería sentirse él como tal, alejándose de aquello que tenía y según quería experimentar administrando él todo lo que su papá le había dado. Le pidió todo al papá, sale de casa y después de un tiempo se da cuenta que la decisión que tomó, no era la adecuada, porque los bienes materiales se le acabaron y ¿ahora qué? El trabajo que tenía no le llenaba todo, más bien le hacia falta porque necesitaba comer y ahí es donde se da cuenta que dejó algo importante, dejó la casa donde tenia todo y es ahí donde entra en si nuevamente y dice; en la casa de mi padre tengo todo, YO he dejado eso por querer vivir mi propia vida, querer vivir mi propia libertad, querer sentirme libre, que nadie me diga nada, que nadie me diga lo que tengo que hacer. ¿Cuántas veces esa es nuestra actitud? Dios no habla a todos, pero ¿a cuàntas personas le molesta lo que él dice? Les molesta cuando les dice que hay que hacer, que hay que dejar de hacer y se quedan con eso, con las cosas que tenían que hacer y tampoco lo hacen, el caso es; uno quiere sentirse libre y que nadie le diga lo que tiene que hacer, y eso se manifestó en el hijo menor, y había un hijo que estaba en casa, y estando en casa tampoco se da cuenta de lo que él tiene, no sabe apreciar las cosas que tiene, por eso se molesta cuando el otro hijo regresa a casa nuevamente, se molesta con el papá “yo siempre estoy aquí contigo y no me has dado nada”, estando en casa siente que no tiene nada, se siente vacío y sin embargo el padre le dice; “todo lo que tengo es tuyo”, y estando en casa, él no se da cuenta de eso. A nosotros también nos puede pasar eso, estamos con Dios, estamos en el camino de Dios, estamos cerca de él y pasamos lamentándonos de tantas cosas, y ahí no será que estamos como el hijo mayor, que no nos damos cuenta de lo que tenemos, no nos damos cuenta de lo que Dios nos da, no nos damos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros, y a veces renegamos no, y muchas veces lo que estamos más cerca de Dios, somos los que más renegamos, y los que están alejados de Dios y viven su vida como les parece, y no necesitan de nadie hasta que no llega un momento dado, un momento de desgracia, recién se dan cuenta que algo les falta, y nosotros que estamos ahí y tenemos a Dios, renegamos contra él.
Hoy es el momento para pensar ¿Qué tengo yo estando con Dios? y ¿qué me falta alejándome de Él? A veces nosotros como personas pues que últimamente a lo mejor es lo que estamos viendo, y lo estamos experimentando. Hay tantas cosas que están pasando y pareciera que esto lo estamos quedando como que es normal, ¿Qué le pasó al pueblo de Egipto? Moisés los saca de la esclavitud, la saca del sufrimiento, la saca de ese momento difícil que vivían, ese era el deseo de Dios. Dios mandó a Moisés para que los liberara de este lugar donde había mucho sufrimiento, mucho llanto, mucho dolor. ¿Qué paso en el camino que estaban yendo a esa tierra prometida que Dios les había dado? Mientras Moisés oraba, este pueblo que estaba saliendo del momento, de ese tiempo de sufrimiento se hace una estatua, pensando de que ahí iba a encontrar a Dios, ellos querían ver algo presente, algo que ellos podían tocar. No se imaginaban a este Dios que los estaba guiando y que había mandado a Moisés para sacarlos de la esclavitud, o sea hacen una estatua para adorarla. ¿Cuántas veces nos está pasando también a nosotros eso?, ellos reclamaban: “allá por lo menos teníamos comida” ¿y será que solamente eso les satisfacía? ¿y el sufrimiento? ¿y los problemas que tenían? Como que se están olvidando de eso, “pero por lo menos había comida…”
No será que esto también nos está pasando a nosotros, adormecernos en cosas que a lo mejor vemos que no es correcto, que no es bueno, que no está bien, pero nos quedamos a veces con eso de: ¿Qué vamos a hacer? ¿Es así la realidad? Qué es lo que vemos en la realidad que vivimos, vemos tanta injusticia, tanta mentira, tanta calumnia, tanto feminicidio, tantos niños que sufren. Todo esto que vemos cada día es uno más de tantos que hay y nos estamos conformando con eso.
Para lo que está pasando ahora ¿Qué vamos a hacer? y nos quedamos con eso como que nos estamos acostumbrando a que esto es normal, y si nos quedamos con eso, no sé qué va a ser al final de nosotros. Ya tiene que preocuparnos algo que no está bien, tiene que preocuparnos a nosotros que no está bien y qué hacer con eso.
Del mismo barrio, de la misma comunidad de ustedes, no sé si se dan cuenta de esto de que a lo mejor algo falta, o alguien falta, así como el pastor que le faltaba una oveja, así como a la mujer que le faltaba un dracma, así como al papá que le faltaba un hijo, no sé si se dan cuenta ustedes, hay tantas personas y grupos que están por los barrios y por las comunidades, a lo mejor mintiendo a la gente también para llevarlos con ellos.
Que nosotros nos estamos dando cuenta de eso, de que alguien nos falta, a veces se dice: “esta persona antes era católico ahora no sé dónde está, no sé si va a misa o dónde irá” Y nos quedamos ahí, no nos preocupamos por esa persona, ¿Será que no es parte de tu compromiso preocuparnos por el vecino o la vecina? ¿Preocuparnos también de su fe? “Esta persona antes era buena, ahora se comporta de esta manera” ¿Por qué será? Y la dejamos ahí y no nos preocupamos más.
Sin embargo, la lectura nos muestra de que hay que preocuparse de la otra persona, hay que ver qué es lo que está pasando, hay que ver porqué se comporta así. Hay que ver porqué su manera de ser, si antes no se comportaba así porque ahora es así. Si antes era una persona buena, porqué hoy es agresiva, porqué hoy falta al respeto. Algo está pasando con esta persona, pero nos quedamos ahí, mejor no me meto.
Sin embargo, el Señor nos está llamando para que nos preocupemos a que notemos de que algo nos está faltando, ese algo es la mejor convivencia en el barrio, en la comunidad. Y Ese algo que no debe faltar siempre debe ser DIOS.
No nos acostumbremos a las cosas malas, no pensemos que es normal, de que todos los días pasa eso, es normal. Si no nos pasa en la familia algo que no está bien, alguna muerte por desgracia, un accidente o lo que pase, recién sentimos esa necesidad de que alguien nos faltó. O recién sentimos que tiene que haber justicia y si no nos pasa a nosotros como familia, nos quedamos ahí, ya nos estamos acostumbrando al mal. Así como este pueblo que salía del sufrimiento pero que en el camino decía por lo menos allá tenemos comida. Entonces nos hemos acostumbrado a eso, no queremos salir más allá, no queremos mejorar.
Quedémonos con esa pregunta ¿Qué tengo que hacer? El Señor me llama hoy para ser alguien también que se preocupe por los demás, así como él se preocupa por nosotros. Dios es misericordioso, Dios es Bueno y Dios no quiere que nadie falte en su familia, Dios no quiere que ni un hijo, ni una hija se pierda en el camino. Y como en esa lectura hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por 99 que están ya convertidos.
Que sea ese nuestro compromiso, preocupémonos por aquellos que se han alejado del Señor y esos que se han alejado del Señor, a lo mejor están haciendo mucho mal a la sociedad. Entonces habría que hablarle de Dios, habría que acercarse a ellos a ver qué es lo que está pasando, así como Dios se acerca a nosotros y nunca nos abandona. Que también nosotros podamos manifestar ese amor de Dios hacia los demás, que podamos preocuparnos del prójimo, que el Señor nos de esa fortaleza y que el espíritu de sabiduría cree ese amor entre hermanos.
Que así sea.