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martes 3 octubre 2023
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Mons. Gualberti en la Misa de Navidad: “Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”

La tradicional “Misa de Gallo” del 24 de diciembre, se celebró a las 21.00 horas en la Catedral y fue presidida por: Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Cruz.

En su Homilía Mons. Sergio, nos invitó a ponernos a los pies del niño pobre en el pesebre de Belén y contemplar y descubrir, detrás de esos rasgos frágiles e indefensos, al Hijo de Dios y nuestro Salvador. Jesús nació pobre entre los pobres sin techo ni hogar, nació en un corral, lejos de los centros de poder, de los palacios grandes y de los lujos, comodidades y obsequios.

Jesús no nos presiona a creer ni nos encandila con exhibiciones de grandeza y de poder, él quiere que lo acojamos y creamos en él libre y voluntariamente. Desde el momento en que Cristo eligió poner su «morada» como pobre y entre los pobres nadie es marginado ni excluido, Jesús nos viene a salvar desde y en nuestra vida y tenemos que estar atentos a los signos pequeños y cotidianos de nuestra existencia, personal, comunitaria y social, porque aquí y ahora se juega nuestra capacidad de encontrar y acoger al Señor, afirmó el Prelado.

El Arzobispo de Santa Cruz, compartió cuatro palabras que nos pueden ayudar a vivir con intensidad este misterio de amor de Dios en esta Navidad:

ALEGRÍA: La alegría de dejarnos inundar por la misericordia de Dios, de abrir nuestro corazón para que nos libere del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento.

 VIDA: La vida es el gran don de Dios, manifestación de su amor y misericordia, a él nuestra gratitud y empeño de vivirla en plenitud. La Navidad nos llama a luchar por la vida de los que la tienen amenazada, los pobres, los marginados, los enfermos, los niños abandonados y ancianos solos.

 PAZ. La paz abarca toda la persona, se instaura en el corazón y es reconciliación y armonía con Dios, consigo mismo y con los demás. Es don de Dios que tiene que ser acogido y que pide el desarme espiritual y asumir la actitud misericordiosa del niño Dios inerme y débil, fuerte únicamente del amor.

Gratitud: “Gloria a Dios en el cielo”. Gloria es alabanza agradecida, es acción de gracias gozosa. “Nos ha amanecido un día sagrado: vengan naciones, adoren al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra”. Nuestra gratitud a Dios porque se nos ha hecho cercano con su amor, misericordia y salvación.

Homilía de Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz/24/12/2015

Hermanos y hermanas, “Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”. Este anuncio gozoso del ángel a los pastores vuelve a resonar para nosotros esta noche, y me alegra pensar que, con la actitud de fe y estupor de esos hombres humildes, podamos ponernos a los píes del niño pobre en el pesebre de Belén y contemplar y descubrir, detrás de esos rasgos frágiles e indefensos, al Hijo de Dios y nuestro Salvador. Estamos invitados a hacerlo con la alegría, la sencillez y maravilla de tantos niños que en las parroquias, comunidades y hasta en las calles de nuestras ciudades y pueblos, adoran, cantan y escenifican el nacimiento de Jesús.

Jesús nació pobre entre los pobres sin techo ni hogar: “No había lugar para ellos“, entró en la historia silenciosa y humildemente, en un corral y lejos de los centros de poder, de los palacios de los grandes y de los lujos, comodidades y obsequios. Tanto es así que los primeros testigos y adoradores fueron los pastores que vigilaban de noche los rebaños de sus padrones, peones sin ninguna consideración en la sociedad de entonces. A la visión del Angel ellos se sorprendieron al punto de sentir temor, y solamente por sus palabras se animaron a ir donde el niño: “No teman, porque les traigo una buena noticia”.

Con esta acción Dios nos indica claramente que nadie es excluido del portal de Belén, ni los pastores pobres ni los reyes magos. Todos pueden llegar allí para adorar al niño Dios, hecho que no sería posible en las mansiones de los soberanos donde solo tienes acceso los ricos y poderosos. El Niño en el pesebre es el trastorno de todas nuestras representaciones de Dios, ante él desaparece la imagen del Dios fuerte, poderoso, exigente, y se manifiesta el rostro de un Dios pobre, débil, acogedor de todos: su amor es la única riqueza y fortaleza que nos ofrece. Él no nos presiona a creer ni nos encandila con exhibiciones de grandeza y de poder, él quiere que lo acojamos y creamos en él libre y voluntariamente.

Desde el momento en que Cristo eligió poner su «morada» como pobre y entre los pobres nadie es extranjero, porque el mundo se ha vuelto la casa de todos, sin marginados, excluidos ni exiliados y donde todos se sienten acogidos como en su propia casa. Es confortante saber que Jesús nos viene a salvar desde y en nuestra vida e historia de cada día. Esto implica que pongamos atención a los signos pequeños y cotidianos de nuestra existencia, personal, comunitaria y social, porque aquí y ahora se juega nuestra capacidad de encontrar y acoger al Señor.

Son muchos los mensajes que la Navidad despierta en nuestras mentes y corazones, yo quiero compartir con ustedes cuatro palabras que nos pueden ayudar a vivir con intensidad este misterio de amor.

ALEGRÍA:Les traigo una gran alegría…“: La alegría de los pastores es hoy nuestra alegría. La Navidad no es algo del pasado, Jesús vuelve a nacer hoy para todos y cada uno de nosotros, para ser el Dios con nosotros, el Emmanuel que ha puesto definitivamente su morada en la historia de la humanidad. La alegría de dejarnos inundar por la misericordia de Dios, de abrir nuestro corazón para que nos libere del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento. Con Jesús que nace en Belén, siempre nace y renace la alegría, el corazón y la vida entera se llenan de una alegría que contagia a todos los que encontramos en nuestro camino.

VIDA: “Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra… en ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,3-4). Navidad es la fiesta de la vida, es la irrupción de la vida digna y plena para todos, gracias a Jesús, autor de la vida. Él nos trae la luz, la vida y la esperanza, llena de sentido a nuestra existencia y despeja las tinieblas del miedo y la muerte.

La vida es el gran don de Dios, manifestación de su amor y misericordia, a él nuestra gratitud y empeño de vivirla en plenitud. En particular, la Navidad nos llama a luchar por la vida de los que la tienen amenazada, los pobres, los marginados, los enfermos, los niños abandonados y ancianos solos. Hay que ensanchar nuestro corazón hacia sus necesidades, estar a su lado y hacer nuestras sus aspiraciones. Luchar por la vida de todo ser humano amenazada por la violencia y la guerra, pero también por la de los niños por nacer. Es también comprometernos a anteponer la lógica del amor, de la misericordia y del perdón a la lógica del más fuerte y de la violencia que prevalece en el mundo de hoy, que explota a los débiles y descarta a todos los que no producen.

PAZ. “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra (Lc 2,14). Jesús ha venido para traernos la salvación y la verdadera paz, que no es una simple coexistencia pacífica, ni una ausencia de conflicto, sino una vida llena, segura, y feliz, tanto a nivel personal y como social.

La paz abarca toda la persona, se instaura en el corazón y es reconciliación y armonía con Dios, consigo mismo y con los demás. Es don de Dios que tiene que ser acogido y que pide el desarme espiritual y asumir la actitud misericordiosa del niño Dios inerme y débil, fuerte únicamente del amor.

Por eso al mismo tiempo que hay que pedir el don de la paz a Dios, hace falta buscarla y custodiarla, persiguiendo el derecho y la justicia, y compartiendo los bienes que el Señor nos ha dado, en solidaridad e igualdad de oportunidades. Este es el camino para ser operadores de paz que nos indica el Niño Dios en Belén.

Gratitud: “Gloria a Dios en el cielo”. Gloria es alabanza agradecida, es acción de gracias gozosa. Con gozo nos unimos al coro de los ángeles en glorificar y alabar a Dios, por habernos hecho el don inestimable de su Hijo. Agradecemos a Jesús porque, desde ahora, “quien lo sigue, no caminará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Y la liturgia de mañana así lo aclama antes de anunciar el Evangelio: “Nos ha amanecido un día sagrado: vengan naciones, adoren al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra”. Nuestra gratitud a Dios porque se nos ha hecho cercano con su amor, misericordia y salvación.

Deseo una Feliz y Santa Navidad y un Año Nuevo rico de bendiciones y de paz a todos ustedes aquí presentes, a los que nos siguen por los MCS, en particular a las familias, a todas las personas que sufren, que están solas y abandonadas, a los niños de la calle y los huéspedes de hogares, a los enfermos, a los ancianos, a los encarcelados, a los que están lejos de su casa, felicidades a todos indistintamente. ¡Qué el Niño Jesús les haga sentir el calor de su amor y su cercanía!

Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”. Amén

 Fotografía: Miguel Angel Miranda.

Graciela Arandia de Hidalgo



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