Una civilización sin la gente de las ocho bienaventuranzas es una civilización de muerte.
Las “bienaventuranzas” es un programa revolucionario porque derriba todos los esquemas del pensamiento humano.
Se puede vivir como cristianos no solo de pan, sino de tan valiente palabra de Dios.
En la nueva era mesiánica, el amor es la base de la acción.
La fe cristiana está edificada sobre la firmeza y el convencimiento que Dios se ha hecho uno de nosotros.
Homilía de Mons. Estanislaw Dowlaszewicz
Obispo Auxiliar de Santa Cruz
Enero 29 de 2023
Una civilización sin la gente de las ocho bienaventuranzas es una civilización de muerte.
El Evangelio de hoy tiene un mensaje especial. Las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús adquieren un esplendor especial en el siglo XXI. Son un llamado, una invitación para salvar a un ser humano. Una civilización sin la gente de las ocho bienaventuranzas es una civilización de muerte. Por lo tanto, es necesario acercarse a la realidad descrita hoy por San Mateo.
La alegría interior de los “bienaventurados” es profundamente espiritual, tiene su origen en Dios y en su Reino.
En las bienaventuranzas el término makarioi designa un conjunto de individuos humanos que disfrutan de la alegría eufórica y duradera en cualquier momento de la historia como un don de Dios. La palabra “dichosos”, como traducción de makarioi, que otros traducen como “felices” o “bienaventurados”, expresa una gran alegría interior en la persona que no depende de las circunstancias externas a ella, es profundamente espiritual y remite al tiempo presente, no sólo al más allá de esta historia. Esa alegría no la puede quitar nada ni nadie, porque tiene su origen en Dios y en su Reino, se puede vivir hasta en situaciones adversas o de sufrimiento y el motivo de la misma es siempre Dios.
Las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús, son una variedad de señales de conducta, con un mensaje específico: si quieres ser feliz, debes convertirte en don para los demás, debes olvidarte de ti mismo.
Uno debe ver la alegría en radiar a si mismo y a los demás.
Ser un hombre de bienaventuranzas no deja otra opción: uno debe ver la alegría en radiar a sí mismo y a los demás. Esto es particularmente evidente en la actitud de San Juan Pablo II quien, mientras sufría, al mismo tiempo, emanaba de él paz y bondad.
De alguna manera extraña, la cruz que cargaba lo hacía feliz. ¡Esto solo es posible cuando las bienaventuranzas se convierten en un regalo y no en un problema!
La fidelidad, un estilo de vida coherente, serán recompensados y premiados por Jesús.
Las bienaventuranzas leídas hoy contienen en su mensaje un anuncio de lo que vendrá. El mensaje del Maestro de Nazaret es claro: la fidelidad, un estilo de vida coherente, serán recompensados y premiados por Jesús.
Sufriendo por Cristo y por su Evangelio, todos deben vivir la alegría de que les espera un gran premio en el cielo.
El hombre de hoy, un hombre moderno huye de esta realidad, viendo solo lágrimas, tristeza y sufrimiento. Sin embargo, Jesús muestra una perspectiva completamente diferente.
¡El camino de las ocho bienaventuranzas, es el camino de la fiel imitación a Jesucristo!
Lo que Cristo, el Señor nos presenta hoy en las ocho bienaventuranzas también puede llamarse un gran programa revolucionario espiritual que se aplica a nuestras vidas. Las bienaventuranzas son el programa de la vida y de la felicidad cristiana. Es la única forma de poner orden en todos los corazones y en toda la humanidad.
Las “bienaventuranzas” es un programa revolucionario porque derriba todos los esquemas del pensamiento humano.
Es un programa revolucionario porque derriba todos los esquemas establecidos del pensamiento humano. Bienaventurados los pobres de espíritu… Bienaventurados los que lloran… Bienaventurados los mansos… Bienaventurados los misericordiosos… Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia.
Las “bienaventuranzas” es un programa fuera de este mundo. Pero al mismo tiempo, es un programa para este mundo.
Realmente es un programa fuera de este mundo. No de un mundo donde solo la astucia, la desvergüenza y la tenacidad valen la pena. Pero al mismo tiempo, es un programa para este mundo, aunque muchas personas, incluso los creyentes, lo consideren sin vida y no para el siglo XXI.
Sin embargo, mis hermanos, llegará el momento en que muchos comprenderán que cada una de estas bienaventuranzas es real, posible y alcanzable para que se hagan vida en muchas personas.
Se puede vivir como cristianos no solo de pan, sino de tan valiente palabra de Dios
Queridos hermanos,
Cada una de las Bienaventuranzas tiene una rica historia, hay filas de personas que nos han dejado el ejemplo valiente de que se puede vivir como cristianos no sólo de pan, sino de tan valiente palabra de Dios.
Lo que hemos escuchado hoy en el Evangelio de boca de Jesús muestra claramente qué a Él, le interesan otros valores, distintos de aquellos por los que hoy pelea el mundo.
En la nueva era mesiánica, el amor es la base de la acción.
Es el anuncio de una nueva era mesiánica en la que el amor es la base de la acción. Y este nuevo evangelio de amor incluye sobre todo a los pobres de espíritu, es decir, a los piadosos, a los perseguidos, a los despreciados, a los hambrientos, es decir, a todos aquellos a quienes el mundo rechaza, desprecia y que ellos tienen un valor incalculable a los ojos de Dios, ahí donde Dios se revela y por eso debemos decir la verdad cuando otros permanecen callados, en silencio. Expresar amor y respeto cuando otros siembran odio. Guardar silencio cuando otros hablan. Orar cuando otros maldicen. Ayudar cuando otros no quieren. Perdonar cuando otros no perdonan. Alegrarse de la vida cuando otros la ignoran y destruyen.
Dios no quiere ni puede revelarse en el mundo de los ricos, del poder, de la ignominia, de la mentira, de la injusticia.
El anuncio del amor de Jesús en forma de bienaventuranzas y el estímulo para ponerlo en práctica muestra que sólo el amor es más fuerte que el odio, la terquedad, la deshonestidad y todas las debilidades humanas.
Cuando una bienaventuranza comienza a realizarse, de repente notamos que está conectada con la otra. Y todos forman un bloque entero, y debemos vivir de todas las bienaventuranzas. No podemos limitarnos a la implementación de una sola de ellas.
Cristo no solo anunció las bienaventuranzas, sino que las vivió el mismo
Debemos preguntarnos, ¿siempre he percibido así el Evangelio de hoy? ¿Puedo leer en este fragmento un programa de vida más perfecto, ofrecido por el mismo Jesús? ¿Valoro lo que Jesús me da en este pasaje? Otra cosa para recordar es que Cristo no solo anunció las bienaventuranzas, sino que las vivió él mismo, por eso se hizo pobre, manso, puro de corazón, misericordioso, pacificador, perseguido.
La fe cristiana está edificada sobre la firmeza y el convencimiento que Dios se ha hecho uno de nosotros
La fe cristiana está edificada sobre la firmeza y el convencimiento que Dios, el Dios de las promesas, el Dios de Jesús, ha compartido nuestra humanidad, se ha hecho uno de nosotros, y que además se ha puesto de parte de los pobres, marginados, los despreciados y humillados de este mundo, optando por ellos.