Campanas. El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Cruz, Mons. Estanislao Dowlaszewicz – OFM Conv, desde la Catedral este domingo 02 de octubre afirmó que, “La Fe vivida y compartida transforma la realidad y nos hace abrir caminos de vida y esperanza”.
Así mismo el prelado aseveró que Jesús vivió esa confianza con el Padre dando su vida, compartiendo, alentando y ayudando a que nuestra mirada siempre tenga un horizonte más amplio. Por eso como los discípulos también nosotros le pedimos hoy: «Señor, Auméntanos la fe.»
“Dios no permanece nunca indiferente frente al sufrimiento y el dolor”
También hoy enfrentamos muchas dificultades en la vida, Dios nunca nos deja solos. Son en esos momentos cuando más surgen signos de su presencia y acción. Dios no permanece nunca indiferente frente al sufrimiento y el dolor. El creyente pone en Dios su confianza porque sabe que el amor nunca defrauda, dijo.
“La fe en la Biblia no es defender una doctrina, sino tener una experiencia de “confianza en Dios”
De la misma manera Mons. Estanislao señaló que Lo primero que debemos considerar en este aspecto es que la fe no es una experiencia que se pueda medir en cantidad, sino en calidad. La fe es el misterio por el que nos fiamos de Dios como Padre, ahí está la calidad de la fe; ponemos nuestra vida en sus manos, porque su palabra, revelada en Jesús y en su evangelio, llena el corazón.
“Sólo cuando hacemos de Dios el fundamento de nuestra vida podemos hablar de la fe”
Creer significa confiar en alguien, Cristo en el evangelio de hoy habla precisamente de la confianza en Dios, que todo lo puede, porque siendo Dios, nada le es imposible.
“La fe es ante todo es un don, una gracia, nadie puede conseguirla o ganarla con sus propias fuerzas, Solo puedes pedir por ella, y recibirla desde lo alto”
El recorrido hecho con Jesús hace tomar conciencia a los discípulos de las exigencias y dificultades que hay que enfrentar en la vida. Por eso le piden al Maestro: “auméntanos la fe”.
“La fe no es algo mágico, sino que es la confianza radical en Aquel que nos ha convocado y nos envía”
Por eso la segunda parte del evangelio de hoy, la parábola del siervo inútil, Jesús propone desplegar nuestros dones y cualidades al servicio del Reino. Las personas que nos han marcado en la vida, son aquellas que han aceptado esta invitación y han salido de sí mismas, muchas veces de situaciones dolorosas y complicadas, para canalizar a través de la entrega generosa el amor que Dios ha puesto en sus corazones.
Homilía de Mons. Estanislao Dowlaszewicz – OFM Conv, Obispo Auxiliar de Santa Cruz – Domingo XXVII C – 02/10/2022
“La fe como don y gracia”
Las lecturas de este domingo, especialmente el Evangelio de Lucas nos invitan a hacer el camino con Jesús hacia Jerusalén.
Caminar no es solo un desplazamiento físico sino sobre todo una experiencia de vida. Caminar implica tener una meta, pero una vez puestos en marcha es necesario tomar también una dirección.
Jesús, profundo conocer de la naturaleza humana, nos propone recorrer el camino de la vida saboreando los encuentros, profundizando las motivaciones y nos abre al crecimiento personal y espiritual. Para el Señor la fe no es cuestión de cantidad sino de calidad.
Vivir la vida desde la óptica de la fe es tener la certeza de que nunca hacemos este camino solos, sino que Dios camina a nuestro lado.
La primera lectura de este domingo está tomada del profeta Habacuc. Es una lectura reconstruida sobre el texto del profeta en la que aparece primeramente una lamentación, una queja por la opresión y la violación del derecho en Judá. Habacuc es un profeta de los siglos VII-VI a. C.
El profeta Habacuc es el profeta de la derrota, de la desgracia, de las salidas fallidas, de los sueños rotos, de las esperanzas frustradas. En una de sus profecías dice que nada le sale bien, que no ve el fruto de su esfuerzo, todo desaparece. El profeta Habacuc parece ser él reflejo de nosotros. Cuántas veces hemos tenido la misma reacción que él.
Es un profeta que no habla al pueblo, sino que habla con Dios; le pregunta, le interpela ante lo que ven sus ojos. Así es todo el libro.
Habacuc expresa los sentimientos que ayer y hoy, muchas veces surgen en nuestro corazón. Contrastar la realidad desde la óptica de la fe nos lleva a cuestionarnos. La realidad se nos presenta desafiante. Señor, ¿por qué sucede eso en mi vida?, decimos. Triunfa el que tiene el poder, triunfa el mal, triunfa el delincuente, el bandido, el ladrón, Triunfa la ideología. Cuantas veces será así. Me da la impresión de que el mal será mayor que el bien y siempre triunfará. Cuantas veces será que callas y te alejas de mí y eso me duele. Puede ser que lo pasa en otro lugar y en otra persona también.
Frente a las preguntas del profeta, Dios le pide que escriba para hacer memoria y recordar su forma de actuar. ¿Cómo Dios le responde?: Enfócate y escribe mi promesa. La última palabra siempre pertenece al bien, el mal será vencido, se hará justicia, el bien vencerá. Escríbelo porque puede que no suceda frente a tus ojos y no ahora. Escríbelo para que sepas que eso sucederá algún día, y que te queda ahora es la fe.
También hoy enfrentamos muchas dificultades en la vida, Dios nunca nos deja. Son en esos momentos cuando más surgen signos de su presencia y acción. Es necesario volver a pasar por el corazón que Dios, no permanece nunca indiferente frente al sufrimiento y el dolor. El creyente pone en Dios su confianza porque sabe que el amor nunca defrauda.
La fe en la Biblia no es defender una doctrina, sino tener una experiencia de “confianza” en Dios.
El evangelio de este domingo de Lucas: un conjunto literario con dos partes:
1) el diálogo sobre la petición de los apóstoles para que aumente la fe de los mismos y la comparación con un pequeño grano de mostaza;
2) la parábola del siervo inútil.
Lo primero que debemos considerar en este aspecto es que la fe no es una experiencia que se pueda medir en cantidad, sino en calidad. La fe es el misterio por el que nos fiamos de Dios como Padre, ahí está la calidad de la fe; ponemos nuestra vida en sus manos, porque su palabra, revelada en Jesús y en su evangelio, llena el corazón.
Por eso, la fe se la compara aquí con un grano de mostaza, pequeño, muy pequeño, porque en esa pequeñez hay mucha calidad en la que puede encerrarse, sin duda, el fiarse verdaderamente de Dios.
Sólo cuando hacemos de Dios el fundamento de nuestra vida podemos hablar de la fe, es decir, de la confianza. Creer significa confiar en alguien. Cristo en el evangelio de hoy habla precisamente de la confianza en Dios, que todo lo puede, porque siendo Dios, nada le es imposible.
Al describir la confianza en Dios, Jesús habla de arrancar la morera, por supuesto, no se trata de trasplantar arbustos o árboles o mover las montañas, porque tiene raíces grandes y es difícil arrancarlo sino de indicar que en nuestra vida hay algunos pecados e impedimentos que están tan profundamente arraigados en nuestra vida personal que nos parece imposible eliminarlos, sin embargo, cuando confiamos en el poder de Dios, para quien nada es imposible, entonces todo se hace posible para nosotros.
Muchos santos han experimentado tal transformación en sus vidas, de grandes pecadores, gracias a la gracia de Dios, pasaron a ser santos. Lo que sucedió en sus vidas también puede suceder en nuestras vidas. Solo depende de nuestra confianza puesta en Dios, es decir, de nuestra fe en Él.
La fe es ante todo es un don, una gracia, nadie puede conseguirla o ganarla con sus propias fuerzas, Solo puedes pedir por ella, y recibirla desde lo alto.
El recorrido hecho con Jesús hace tomar conciencia a los discípulos de las exigencias y dificultades que hay que enfrentar en la vida. Por eso le piden al Maestro: “auméntanos la fe”.
Jesús, que por medio de imágenes significativas nos permite captar la complejidad de la realidad, invita a mirar la semilla de mostaza. Si alguna vez tenemos la posibilidad de tener una de esas semillas en nuestras manos nos sorprenderá lo pequeña que es.
A través de esta imagen, el Señor, nos ayuda a percibir la potencialidad y el valor que encierra lo pequeño.
La fe no es algo mágico, sino que es la confianza radical en Aquel que nos ha convocado y nos envía. Por eso la segunda parte del evangelio de hoy, la parábola del siervo inútil, Jesús propone desplegar nuestros dones y cualidades al servicio del Reino.
Las personas que nos han marcado en la vida, son aquellas que han aceptado esta invitación y han salido de sí mismas, muchas veces de situaciones dolorosas y complicadas, para canalizar a través de la entrega generosa el amor que Dios ha puesto en sus corazones.
La fe vivida y compartida transforma la realidad y nos hace abrir caminos de vida y esperanza. Jesús vivió esa confianza con el Padre dando su vida, compartiendo, alentando y ayudando a que nuestra mirada siempre tenga un horizonte más amplio.
Por eso como los discípulos también nosotros le pedimos hoy: «Señor, Auméntanos la fe.»
El Señor Jesús, respondiendo a nuestro pedido, no habla de santidad, de piedad, sino que nos dirige en diferentes direcciones, contando una parábola sobre el servicio: quiere decir que la fe no se verá en las manos piadosamente juntas, en la cabeza piadosamente inclinada, sino en manos revueltas de trabajo, en el hecho de que alguien tiene mil asuntos en la cabeza y la cantidad de manchas en su ropa de trabajo.
Quiere decirnos: “Muéstrame cómo sirves y te diré cómo crees.