
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Mons. Eugenio Coter, Vicario Apostólico de Pando desde 2013, nació en Bérgamo, desde donde llegó como misionero a Bolivia. Ha jugado un papel importante en el proceso del Sínodo para la Amazonía y forma parte del Consejo Presinodal. Conversando sobre el Instrumentum Laboris, subraya que “es un documento que nace desde la pastoral y desde la vivencia eclesial de una Iglesia encarnada”.
En esta entrevista, Mons. Coter aborda cuestiones que están presentes en la discusión sinodal y busca fundamentar la reflexión de esos nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Considera que el sínodo es importante porque puede “ayudarnos a ser más cristianos, más Iglesia y más responsables, en la vida social y en la vida eclesial”.
Después de estudiarlo. Impresiones sobre el Instrumentum laboris
Mons. Coter identifica dos aportes importantes del documento de trabajo:
Ante todo, es un documento que nace desde la pastoral y desde la vivencia eclesial, y como tal hay que considerarlo y nace desde la historia de esta iglesia que está internada en esta realidad. Esta encarnación hace que esta iglesia se haga cargo de lo que vive la gente y lo ilumina con el evangelio y, por otro lado, abre la reflexión sobre la manera de ser iglesia. Ayuda a vivir con mayor autenticidad y atención los procesos de encarnación de la iglesia en la historia de la gente. Es el tema de pasar de una iglesia de visita a una iglesia que permanece.
El otro elemento es hacer comunidad humana y comunidad cristiana. La invitación a construir redes para que juntos se puedan promover los valores fundamentales y los derechos humanos (…) son los temas de fondo y, dentro de esto, el rescate de la cultura y el cuidado de la casa común con sus desafíos.
En el contexto eclesial, la lectura va por un lado en recoger estos desafíos, que hoy se llama la conversión ecológica. Yo lo digo, entre comillas, en términos teológico pastorales, es la invitación al cristiano, en su encarnación concreta, a vivir la dimensión ética de su presencia en la realidad que vive. El otro desafío grande es, rescatando la positividad de la experiencia, iluminarla con la luz de la fe, construyendo una comunidad humana, una comunidad que se ayuda a vivir la fe. Ahí responde a los desafíos ministeriales que la Iglesia tiene como propio de su vida de fe.
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