María Reina nos abre el camino de la esperanza, dejémonos llevar por ella a su Hijo Jesús, aseguro Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa cruz, durante su homilía, en la celebración Eucarística por los 25 años de creación de la Parroquia María Reina de la Paz.
Así mismo el prelado, exhortó a todos los feligreses presentes a dirigirnos con confianza a María para que nos haga encontrar e Jesús vivo, punto de referencia certera y eje central de nuestra existencia cristiana.
La misa de acción de gracias por las bodas de plata de la Parroquia, fue presidida por el arzobispo de Santa Cruz y concelebrada por el Párroco P. Antonio Pablo López. Terminada la misa se salió en procesión con la imagen de la patrona por las calles del barrio Guaracachi, y luego se continuó con la Kermés y la rifa.
El P. Antonio con mucha alegría nos cuenta que los festejos por los 25 años de la Parroquia, como comunidad lo han vivido y preparado durante todo el año. Es muy lindo ver como los grupos de las distintas áreas de pastoral de la parroquia han aportado con su granito de arena y se han preparado con cantos, bailes, rifas y han puesto todo su empeño y entusiasmo para que esta fiesta sea todo un éxito
También se destaca que los seminaristas que se están preparando para ser futuros sacerdotes, participaron en la víspera y durante la misa de fiesta de la Parroquia María Reina de la Paz.
Homilía de Monseñor Sergio Gualberti
25 años de la Parroquia María Reina de la Paz
18/08/2019
Fiesta de la Reina, al lado de su hijo Jesús, Cristo Rey del Universo. Dios no queso que María que por obra del Espíritu Santo concibió en su seno al autor de la vida, conociera la corrupción del sepulcro, no podía conocer la muerte (Prefacio). La misma Virgen en Magníficat proclama: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí”.
Cómo llego a esta meta: joven campesina que dijo “sí” a Dios, la primera en acoger y tomar en sus brazos al niño Jesús, en creer en él como hijo de Dios, el hijo del Altísimo ser su discípula y compartir su dolor en la cruz, la primera llevada en todo su ser, cuerpo y alma en la eternidad del Padre.
Esta realidad nos llena de alegría, saber que la madre de Jesús y madre nuestra está en la Gloria de Dios. Anticipo del destino glorioso reservado a los creyentes, “figura y primicia de la Iglesia”.
María es el primer eslabón de esa inmensa cadena de criaturas que Dios recupero para la vida eterna, en virtud de la muerte y la resurrección de Cristo.
La Asunción es Esperanza. El júbilo de María se vuelve canto de la humanidad entera, que se complace en ver al Señor inclinarse sobre todos los hombres, humildes criaturas para llevarlos al cielo.
Fiesta de la Victoria de la vida sobre la muerte y del bien sobre el mal, la muerte no tubo poder sobre ella. La lucha entre la vida y la muerte, la gracia y el pecado está representada en la grandiosa escena de Apocalipsis. En Apocalipsis “La joven mujer” (el pueblo de Dios) versus el dragón que está al asecho “para devorar a su hijo. Pero el niño fue llevado ante Dios”.
Todos en algún momento de nuestra vida nos hacemos algunas preguntas: ¿qué pasa con nuestra muerte? ¿todo se acabó o habrá otra vida? En nuestro corazón tenemos la esperanza de que nuestra vida no termine con la muerte, que algo de nosotros quede… María Reina nos abre el camino de la esperanza, dejarnos llevar por ella a su Hijo Jesús, tener las puertas abiertas, de la eterna comunión con Dios.
María nos indica el camino y nos acompaña para alcanzar esta meta: creyó en Dios, hizo su voluntad, vivió el “sí” en toda su vida en fidelidad a Dios.
Nos dirigimos con confianza a María para que nos haga encontrar e Jesús vivo, punto de referencia certera y eje central de nuestra existencia cristiana.
Jesús es el camino, la verdad y la vida, creer en él y seguirlo es encontrar la felicidad y la vida paras siempre.
“Danos días de paz, vigila sobre nuestro camino, haz que veamos a tu hijo, llenos de la alegría del Cielo.
Amén