Campanas/Iglesia Viva 30.09.21// En el marco de la firma de enmienda al Convenio Sectorial de Cooperación Interinstitucional en el Ámbito de la Educación, realizado este martes, 29 de septiembre de 2021 en el Ministerio de Educación. La madre Micaela Princiotto, directora de Fundación Editorial Bienaventuranzas, realizó una reflexión entorno al Pacto Global Educativo propuesto por el Papa Francisco, destacando que “la educación es un acto de amor y esperanza”, donde todos pueden sentirse hermanos, congregados por un mismo desafío. Un acto en la que, con una mirada de amor, los estudiantes «puedan alcanzar felizmente la plenitud de la vida y sean constructores de una sociedad más justa, inclusiva y solidaria”.
La educación es un acto de amor y esperanza
Con esta premisa y claridad el Papa Francisco acompañó los trabajos preliminares y luego el lanzamiento del Pacto Educativo Global que estaba previsto el 14 de mayo del 2020 y que la Pandemia del Covid 19 postergó hasta el 20 de octubre de 2020 de manera virtual.
¿Para qué un Pacto Educativo Global?
La llegada de la pandemia global del Covid-19 nos sorprendió y nos orilló al confinamiento sin estar preparados para afrontar diversos temas de la vida pública, económica y social que han tenido efectos negativos en el ejercicio pleno de los derechos humanos, entre ellos, el derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes
Frente a la crisis pandémica que agravó la situación educativa, tanto que el papa Francisco habló de una catástrofe educativa, crisis conexa a varias otras crisis: ética, económica, social, cultural – se ha evidenciado la urgencia de una respuesta a la emergencia que ha envestido todas las escuelas, de todo el planeta. El informe de la UNESCO habla de 1.600 millones de estudiantes en más de 190 países en todos los continentes que se han visto afectados.
Entonces, se hace urgente una respuesta capaz de contener el abandono por parte de niños y adolescentes a causa de la crisis económica generada por el coronavirus; una respuesta capaz de invertir los procesos que llevan a cortes financieros a los sistemas educativos, con consecuencias desastrosas para el futuro de la propia democracia.
Conocemos los desafíos de la pandemia a los sistemas educativos: cierre de las escuelas, rápido e improvisado recurso a la didáctica a distancia, perdida de instrucción en termino de tiempo y de contenidos todavía no evaluado; desigualdades en el acceso a la DAD; calidad heterogénea en la enseñanza a distancia e impacto negativo sobre la salud mental y el bienestar de los estudiantes.
Las tendencias principales de este tiempo a nivel sanitario, socio-económico y cultural – los cambios en la globalización, en las tecnologías, en la relación entre democracia y ciudadanía, los problemas conexos con la seguridad, los efectos de la llegada del post-moderno, configuran un nuevo escenario: la cuarta revolución industrial. Para preparar a los jóvenes a enfrentar exitosamente los desafíos que semejante cambio de época comporta, es necesario realizar en los sistemas educativos y de formación, reformas profundas, como para una educación 4.0… Hay una imperante necesidad de un renovado empeño educativo, que involucre todos los componentes de la sociedad.
Se tornan determinantes entonces decisiones firmes y en conjunto: atención a la educación de la primera infancia; hacer disponibles todos los programas de aprendizaje permanente; introducir la instrucción digital entre contenidos obligatorios de la educación de base; ampliar el abanico de las competencias para formar a los estudiantes de tal manera que esté incluida la creatividad, la capacidad de resolver problemas, la negociación, la tolerancia, la adaptabilidad, el pensamiento critico, la cooperación, la empatía y la comunicación; personalizar el proceso de enseñanza también con la ayuda de las TIC; repensar la didáctica desde un dinámica interdisciplinaria y transdisciplinaria; prever la diversificación mas amplia de las oferta de instrucción y de formación; alinear de forma mas eficaz la educación y el mercado laboral; potenciar la educación a la ciudadanía democrática; la importancia de educar en la fe y los valores.
Cuanto aquí se ha enumerado evoca precisamente lo que el papa Francisco define como Pacto Educativo Global. Es decir, un Pacto Educativo no solo atento al aprendizaje y la formación profesional, sino un pacto educativo sustanciado por contenidos éticos y antropológicos; por competencias de sabiduría, por capacidad de discernimiento emocional y espiritual, sin los cuales no serian valorizadas las capacidades y potencialidades estructurales de los jóvenes y su apertura al transcendente, en sentido horizontal y vertical.
Solo así se puede hablar de un pacto educativo, o sea de un pacto comprensivo sea de los aspectos tecnológicos y formativos como de los aspectos morales del crecimiento humano y social de los jóvenes, que hace a una educación integral.
Las ultimas dos encíclicas del Papa Francisco ofrecen al Pacto Educativo Global otras coordinadas esenciales para la humanización de la vida de los destinatarios de la escuela en la sociedad de hoy. De manera especial actualizan la acción pedagógica y el proyecto educativo contemporáneo poniendo en evidencia la estrecha conexión entre la ecología ambiental con la ecología humana y la fundamentalidad del principio arquitectónico de la sociedad y la democracia, que es la fraternidad.
Los temas profundizados en estas dos encíclicas y en el pacto educativo global son temas de carácter universal, decididamente actuales. Son de interés de todos aquellos que a través de sus opciones y acciones confieren significado al proceso de humanización de la sociedad.
En ellas podemos encontrar estímulos, interrogantes, horizontes de sentido, indicaciones de nuevos estilos de vida, la invitación a una ciudadanía ecológica, a una espiritualidad del trabajo, a una cultura humanista y no funcional.
Formar integralmente la persona, reconociendo y valorizando su complejidad.
Bajo otros criterios y con otra forma expresiva los Objetivos del Desarrollo Sostenible nos invitan de la misma forma a un compromiso conjunto de los gobiernos y las sociedades a trabajar para Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos. (4to objetivo).
El Papa Francisco, desde la primera exhortación apostólica Evangelii Gaudium (24/11/13),
hasta su ultima enciclica Fratelli tutti (10/03/20) ha evidenciado y denunciado enérgicamente:
- La preocupación por los pobres y el compromiso para superar las desigualdades;
- La importancia de custodiar y hacer participe a la familia con todos sus valores;
- La importancia de educar en la fe y los valores;
- La necesidad de una sana política, la economía, el crecimiento, el progreso, al servicio de la familia humana en la perspectiva de una ecología integral;
- El cuidado de la casa común, con un estilo de vida mas sobrio;
- La necesidad de energías renovables respetuosa del entorno humano;
- Los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
¿A partir de estas reflexiones y de estas luces que vislumbran del Pacto educativo global y de los ODS cuales indicaciones para operativizar y personalizar en el proceso educativo podemos rescatar?
Sin duda, la dificultad mas grande es traducir en acción, actitudes, obras, proyectos, estilo comunitario educativo.
La Pandemia además nos ha hecho descubrir la inseguridad y un sentimiento de fragilidad que aparecen en cualquier momento en nuestra vida.
Pensamos además a las personas que viven en situaciones de mayor dificultad; niños, adolescente y jóvenes que viven con situaciones diversas de malestar: de identidad, familiar, social, económico, cognitivo, emocional, espiritual.
Es necesario repensar una educación post pandemia que nos permita recuperar los aprendizajes formativos que han sido negados en este tiempo. Los formadores tienen una tarea mucho mas imponente de aquella que le asignan las normas. No se puede formar, hacer educación de manera eficaz sin tener en cuenta una acción integral sobre la persona.
Esto requiere una didáctica experiencial, reflexiva, capaz de integrar teoría y praxis, de dar un significado a las elecciones y a las acciones, que esté ligada a la realidad de cada situación y a una lectura serena de su complejidad. La formación necesita, además de creatividad didáctica y de planificación, de un lenguaje cercano a las personas, además de contextos cálidos y humanos de aprendizaje, donde se respire y se actúe en un autentico espíritu de equipo, comunitario y de comunión.
En este contexto la transición digital puede encontrar un espacio importante, siempre que se ponga al servicio de la persona y su humanización.
El Pacto Global, mientras esta al servicio de la instrucción y la educación en su plenitud, ayuda al recupero de una formación humana integral. La crisis educativa es hoy de proporciones globales. Seducidos por el imperativo del crecimiento económico y de las lógicas contables a breve termino, muchos países han optado para disminuir su presupuesto en educación sobretodo en lo humanístico y artístico en favor de habilidades técnicas y conocimientos practico-científico.
Quien tiene a que ver con la educación no debe olvidar que mientras el mundo se hace más grande y complejo, los instrumentos para comprenderlo se vuelven más pobres y rudimentales. La consecuencia puede ser trágica para la misma innovación ya que eso requiere inteligencias flexibles, abiertas y creativas.
Este contexto se convierte en un reto para los educadores y nos llama a comprometernos y a comprometer a la sociedad boliviana en un acuerdo nacional por la educación.
Necesitamos evaluar, comprometida y serenamente, nuestro sistema educativo, y proyectar sueños y esperanzas para que la educación se convierta en un ámbito de encuentro y complementación de bolivianas y bolivianos.
El Papa Francisco indica el camino de un nuevo y a la vez antiguo modo de educar que es “integrar el lenguaje de la cabeza con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Que un estudiante piense lo que siente y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace, haga lo que siente y lo que piensa. Integración total”, en un pacto que involucra a familias, escuelas e instituciones.
Como respuesta al impulso del Pacto Educativo Global, la comunidad educativa de la Iglesia Católica en Bolivia ha respondido con un MANIFIESTO que es todo un compromiso para asumir con renovado empeño nuestra pasión de educar.
DEFENDEMOS la centralidad de la persona en todas sus dimensiones y nos comprometemos a educar en la libertad, para que cada persona florezca en su relación consigo misma, con su familia, con la sociedad, la creación y con Dios. Una educación en valores es indispensable.
CREEMOS que debemos generar espacios de diálogo para escuchar a los niños y jóvenes, donde brote una mejor educación que los haga protagonistas de su propia formación.
APOSTAMOS a una mayor y mejor inserción de las niñas y mujeres en la escuela y la sociedad, reconociendo que el talento femenino tiene mucho que dar y aportar en la construcción de una sociedad más justa, fraterna, solidaria, que viva en paz.
RECONOCEMOS la importancia de la participación de la familia como primera educadora y nos comprometemos a crear espacios de diálogo constructivo que generen auténticas comunidades educativas.
CONSTATAMOS diferentes formas de desigualdades y estamos abiertos a que la escuela que viene busque un mayor acceso, inclusión y calidad educativa. Desde la educación debe plantearse y surgir una nueva forma de hacer política, libre de los sectarismos y las confrontaciones actuales.
ANIMAMOS al tránsito de una economía lineal a una economía circular y verde; al ahorro y al reciclaje; a los valores esenciales de la vida contra toda forma de relativismo.
ALENTAMOS el uso correcto de la virtualidad al servicio de una educación que responda a los nuevos retos históricos de la conectividad para formar personas capaces de servirse de la tecnología adecuadamente.
IMPULSAMOS que las comunidades educativas, en todos los niveles, se esfuercen por llevar a cabo un verdadero compromiso por la vida, con la Creación, por una ecología integral.
FOMENTAMOS el diálogo intercultural y religioso; la salvaguarda del planeta, los encuentros para la paz y la apertura a Dios.
AFIRMAMOS NUESTRA ESPERANZA, puesta en Dios nuestro Padre, y testificamos los valores del Evangelio, educando para una auténtica trascendencia, superando la actual globalización de la cultura de la indiferencia y del descarte.
Convocamos a todos los actores educativos del Estado y la sociedad a encarar un proceso reflexivo para replantearnos cómo podemos construir una sociedad mejor y un futuro más digno para todos, desde un sistema educativo renovado y participativo. La pandemia del coronavirus ha significado un punto de inflexión que demanda a la humanidad y a nuestro país replantearnos lo que venimos haciendo en educación. Seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, no es la mejor respuesta para las nuevas generaciones.
Porque la educación es un acto de amor, sintámonos hermanos congregados por un mismo desafío, y miremos con amor a nuestros estudiantes para que puedan alcanzar felizmente la plenitud de la vida y sean constructores de una sociedad más justa, inclusiva y solidaria.