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miércoles 27 septiembre 2023
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Julio Terrazas: “Pastor de la Iglesia local”

Al Cardenal Julio Terrazas no le faltaron los “obstáculos y fatigas” propios de una época histórica turbulenta, pero al pastor no le faltaron la “firmeza y constancia” necesarias para afrontar las situaciones desafiante s de su tiempo. Todo lo llevó adelante con la sensibilidad de su corazón generoso.

En el vasto campo del ministerio episcopal, el Cardenal Julio desplegó las cualidades humanas y dones de la gracia divina que como redentorista había desarrollado de joven párroco, en su servicio de obispo auxiliar y de obispo de Oruro.

Profundamente   humano, rico de virtudes,   abierto a las realidades humanas. Emprendedor y con espíritu de iniciativa, el Cardenal es un hombre abierto a los signos de fe y convencido de que el Señor se manifiesta por medio de las situaciones urgentes del momento y de los lugares. Aprendió a unir estrechamente -en la praxis cotidiana y su predicación- el mandamiento del Señor Jesús: “el primero es, amarás a tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Cfr Mt 12, 28-31), a no separar la promoción humana de la tarea de evangelizar.

El Cardenal es un hombre de Dios, sacerdote y pastor, siempre y en todas partes; un apóstol que, con coherencia, ha buscado traducir la fe del Evangelio en la vida humana, invocando cada día como el salmista: “tu Palabra, Señor… es luz en mi sendero” Sal 118.

¿En qué corriente de teología se inspira la enseñanza espiritual y pastoral del Cardenal Julio Terrazas?

¿Cuál es el método teológico? ¿Cuáles son las estrategias pastorales?

En verdad, no resulta fácil precisar los horizontes de la obra espiritual y pastoral del Cardenal. En realidad, a sus contemporáneos cabe, a lo sumo, enumerar los contenidos y exponer el   enfoque que la guía. Para ello quisiera afrontar estas preguntas leyendo algunas afirmaciones de los últimos discursos programáticos que expuso en la Conferencia Episcopal Boliviana.

Al leerlos nos adentramos en la comprensión y en la valoración de la inspiración teológica de la espiritualidad pastoral, fundada en el amor profundo a la Sagrada Escritura y su exquisita sensibilidad espiritual.

La Sagrada Escritura es para el Cardenal la fuente por excelencia. Mirar   al Cardenal con la Biblia abierta nos hace descubrir, sencillamente, la fuente de su inspiración espiritual y pastoral. La escritura que el Cardenal tiene entre sus manos la escudriña con el corazón del pastor para dejarse iluminar e iluminar con ella la realidad con sus muchos problemas. Así aparece el hombre que se interroga e interroga, que no apremia la respuesta, no la impone; la suya es la pedagogía de la fe que interroga, escucha y aguarda en humildad la docilidad de corazón. Así la palabra del Cardenal es una llamada continua al ser humano para que permanezca en la presencia de Dios descubriendo con la luz de la Palabra las necesidades del prójimo. Es así que como maestro de fe nos ha enseñado a prestar atención, actuar con inteligencia, razonar y obrar con responsabilidad. Gracias a esta lectura espiritual y pastoral, el Cardenal adquiere la capacidad de hablar al corazón de todos y urgirdesde el corazón, para dar una respuesta a la Palabra de Dios a favor del prójimo. Esta lectura es una teología histórico-existencial.

Su discurso sobre Dios está ligado al método histórico crítico y se prolonga en la vivencia bíblica y contemporánea .

Leyendo estos discursos descubramos al Maestro que con la lectura peculiar de la Sagrada Escritura, que ilumina la realidad, invita a la Iglesia a responder concretamente en las realidades temporales.

La Sagrada Escritura

¿Cuáles son los textos bíblicos en los que el Cardenal se inspira? ¿Existen en la lectura y en la reflexión personal de Terrazas textos de especial relevancia que sostienen la vida del pastor?

La lectura de la Palabra de Dios, hecha por el Cardenal, no deja fractura entre la investigación científica   y   la   realidad   de   la   vida   cotidiana   de la gente. Habla de evangelización y promoción humana, ubicando la problemática social en el texto bíblico que la ilumina y da fuerza al compromiso. Afirmaba: “Aquí está el Señor en quien confiamos ser salvados”, palabras del profeta Isaías (25, 10) que nos colocan privilegiadamente en un horizonte de esperanza. Es el tiempo del encuentro de la paz y la justicia. “Que estos días se conviertan en un testimonio   concreto para todo el pueblo de Dios y para nuestra patria tan necesitada de auténticas esperanzas” (Saludo del Cardenal Julio Terrazas, Presidente de la CEB, 20 de noviembre 2009).

Así saludaba en la Asamblea octogésima: “Amados hermanos y hermanas: Hoy, más que nunca, en la situación de tensión y crispación que vive nuestro país, resuena esperanzador el saludo del. Señor Resucitado a sus apóstoles: La paz esté con ustedes” (Jn 20, 20). La paz que el Señor nos da “no es como la del mundo” (Jn 14, 27), es la que brota de sus manos y corazón traspasados en la cruz y trasfigurados por   la   resurrección. La   paz es el don más preciado que el Señor confía a los apóstoles, paz que es nueva relación de nosotros como hijos con Dios Padre, y como tales somos todos hermanos en Cristo” (Mensaje inaugural. La Paz esté con ustedes, 3 de abril 2008).

En esta fase de la lectura bíblica presenta, además, otra característica adicional. Su lectura estimula a la exigencia humana de plantear interrogantes, de esforzarse por superarlos. Así hablaba al conmemorar los 50 años de Cáritas boliviana: “Una de las preguntas que le hicieron a Jesús, y que nos cuestiona también hoy, es:

¿Quién es mi prójimo? Durante 50 años, nuestra Iglesia, especialmente a través de Cáritas Boliviana, ha venido dando respuestas concretas a esta pregunta, con acciones constantes a favor de los más pobres, abandonados de la sociedad… Si nos felicitamos por   estos   logros,   abriremos   aún   más el corazón para llegar a tantísimos empobrecidos con renovado celo evangélico”. (Mensaje inaugural. La Paz esté con ustedes, 3 de abril 2008). Estos estímulos, en Terrazas, se convierten en clave de interpretación de la lectura y ofrecen su servicio de anuncio y actualización de la Palabra en el mundo. Podríamos   afirmar   que   así   elabora   su   teología,leyendo e interrogándose acerca de los problemas y, al buscarles respuestas, interactúan la Palabra y la problemática en cuestión.

Con esta metodología de lectura, el Cardenal Terrazas, en sus discursos, homilías, reflexiones, saca a relucir determinadas constantes que es difícil atribuir a la casualidad y que representan, sin duda, el fruto de un hondo pensamiento teológico.

Abriendo la Escritura, el Cardenal discurre siempre del fundamento de la Palabra de Dios, haciendo referencia seguidamente al contexto histórico en que está ubicado, reportando fechas y sucesos del pasado trae inmediatamente el presente y lo ilumina con la Escritura. Indefectiblemente, todo concepto o argumentación aparece transfigurada a favor de la vida. El pueblo que camina hacia el encuentro con Dios es el objetivo hacia el que tienden todos sus discursos. Un pueblo de Dios que debe caminar con el Dios de la vida y un Dios que acompaña a su pueblo manifestando la presencia del Reino.

La Iglesia camina con su pueblo

Cada año, el Cardenal recorre a pie el camino desde el Cristo Redentor a la Catedral, y ahora desde el Estadio hasta la Catedral, como signo de la índole dinámica de la Iglesia. “Es el Señor que pone en nuestras manos la vida y el caminar de nuestros pueblos, para que no nos quedemos mirando cuanto les acontece, sino que los enriquezcamos ofreciéndoles la presencia cercana y liberadora del Dios de Jesucristo” (Mensaje del Cardenal Julio Terrazas a la 85 Asamblea de la CEB, 8 de noviembre de 2007).

Mientras camina, Terrazas se encuentra ante el deber de afrontar su tarea pastoral. Mira siempre la realidad, observa los contornos tan complejos que presentala cuestión   social. Es una verdadera encrucijada de caminos y modelos de pensamiento que tiene frente a sí, porque camina con la Iglesia peregrina.

Los temas de la realidad que atañen al pueblo de Dios están en su pensamiento permanente. “El éxodo masivo de hermanos nuestros, la corrupción, la Asamblea Constituyente” fueron los centrales en su Mensaje a la CEB, en abril de 2007. También escribió: “Vemos con inquietud que aumenta el distanciamiento entre regiones, clases sociales y etnias. Se constata una polarización ideológica y regional, la excesiva primacía del debate y quehacer político, en lugar de atender las necesidades primarias del pueblo” (Mensaje inaugural, 3 de abril 2008).

Terrazas verbaliza su experiencia de caminante con la Iglesia y la descubre cómo una comunidad peregrina que se somete a la Palabra y se alimenta de ella; una familia que, contemplando a su Señor, pone en el centro de todo a la Eucaristía (Mensaje del Cardenal Julio Terrazas, abril 2007); por eso, a esta Iglesia la invita a peregrinar con el Dios de la vida y de la historia, presentando en el mundo signos de esperanza de justicia y de paz, es así como se dirigía a sus hermanos obispos : “Queridos hermanos obispos , que las labores de nuestra asamblea sean un aporte concreto a la solución de esos desafíos , desde nuestra vocación de pastores y servidores del Pueblo de Dios” (15 de abril 2010).

De esta manera, el Cardenal concibe a la Iglesia no como una realidad estática, sino como un pueblo en camino. La Iglesia local que preside

Cardenal nace, pues, de una comunidad que camina con el Señor, bajo el principio unificador del servicio y amor recíproco, que lo hace efectivoen la relación obispo-presbítero. Sabemos que, como Obispo, invita a sus presbíteros a leer juntos la Palabra de Dios, mirando juntos la realidad concreta y actual.

La finalidad de La Iglesia en camino

“Sin embargo, afirmaba el Cardenal, tenemos por delante todavía un largo camino por recorrer” (Mensaje del Cardenal Julio Terrazas, 15 de abril de 2010).

Ahora nos queda reflexionar acerca   de   la finalidad de la Iglesia peregrina que   el Cardenal se ha planteado desde los primeros años de su episcopado. No es una Iglesia   triunfalista,   sino una comunidad de fe, una comunidad que no obstante el cansancio del   caminante ha intuido que la obra de Dios se cumple de modo auténtico, precisamente en su caminar .

En su itinerario espiritual y pastoral, no se queda simplemente con las cosas de la Jerusalén terrena. Busca que la Iglesia, en su índole de peregrina, tenga señales de la irrupción del reinado de Dios para que vayan surgiendo donde quiera que la fuerza del Espíritu de Jesús contraste el pecado, la injusticia, la pobreza, el sufrimiento, la enemistad. El Cardenal invita siempre a la Iglesia como comunidad de fe que manifieste, ya desde ahora, la presencia de la justicia, de la paz y de la solidaridad. Hago mía la invocación a la Virgen que pronunció el Santo Padre en el santuario de Aparecida: “Pidamos a la madre de Dios, nuestra Señora de la Concepción de Aparecida, que cuide la vida de todos los cristianos. Ella, que es la estrella de la evangelización, guíe nuestros pasos al reino celestial” (Mensaje del Cardenal Terrazas, a la CEB, 8 de noviembre de 2007).

Conclusión

Para el creyente no existe justicia verdadera y definitiva en este mundo.

El Cardenal, en su magisterio espiritual y pastoral, ha   proclamado   y  defendido  la   justicia.   Con   la parábola del trigo y la cizaña, Jesucristo enseña a no hacerse ilusiones pensando que la colisión entre el bien y el mal haya de ser resuelta definitivamente en esta vida. El Cardenal recuerda que   la tarea confiada a cada cristiano y a toda   la Iglesia es tratar de intervenir en este discernimiento, penetrar en el interior de esta crisis, pero sin pretender que se resuelva aquí definitivamente . Para el Cardenal, este servicio a la justicia permite al hombre trabajar por la justicia en el presente, sin la desesperación de no ver realizado su sueño, sino dejar a Dios que haga su justicia definitiva.

La Iglesia peregrina que guía el pastor recuerda que su “padre era un arameo errante” (Dt 4, 5); por eso, el Cardenal indica a la Iglesia a mirar hacia el horizonte cristológico. Dirigir la mirada y conducir sus pasos hacia una ciudad: la Jerusalén celestial.

A Juicio del Cardenal Terrazas, Jerusalén es el símbolo de todas las expectativas y esperanzas humanas, el lugar en el que de alguna manera se concentran los sufrimientos humanos, el espacio donde confluyen los dolores del hombre. El Cardenal, con su magisterio espiritual y pastoral, nos invita a manifestar, aquí y ahora, la justicia y la solidaridad y, al mismo tiempo, aunque separadas por la historia, une la Jerusalén terrena y la Jerusalén celestial, abriendo así el horizonte del hombre al monte Santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra (Sal 48, 3), para que nuestros pasos se dirijan a la Jerusalén celestial.

Libro: Servidor de Todos

 

 

 

 

 

 

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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