Fotografía: Familia del Cardenal Terrazas. En pleno ambiente preconciliar del Vaticano II, cuando la Iglesia universal vivía momentos profundos de cambio y renovación, el 29 de julio de 1962, recibió la Orden Sacerdotal. Así se iniciaba para él, para los redentoristas y para la Iglesia en Bolivia, el proceso de una vida apostólica sumamente interesante y valiosa: El 8 de junio de 1978 fue nombrado Obispo Auxiliar de La Paz; el 25 de marzo de 1982 fue nombrado Obispo Titular de Oruro; el 5 de febrero de 1991, el Papa Juan Pablo II lo designó Arzobispo de Santa Cruz, y el mismo Papa lo nombró Cardenal en el consistorio del 21 de febrero de 2001. En Bolivia, pero sobre todo en su amado Vallegrande, sus queridos coterráneos ya soñaban con un Papa vallegrandino.
Acontecimientos como el Concilio y las Asambleas Generales del Episcopado Latinoamericano, sin duda alguna, marcaron el estilo, el espíritu y el dinamismo apostólico del Cardenal Julio. A su formación humanística, filosófica y teológica, se suma su gran experiencia pastoral que avala su variada y fecunda labor de pastor y guía en nuestra Iglesia.
Liderazgo fecundo en nuestra Iglesia
Uno de los rasgos sobresalientes de Mons. Julio es su notorio y original liderazgo en nuestra Iglesia, como eximio evangelizador, gran animador, incansable promotor y gestor de iniciativas pastorales. En 1973 fue designado Delegado al Capítulo General de su Congregación por la Vice provincia de Bolivia. Ejerció el cargo de párroco en su pueblo natal y Superior de la Comunidad Redentorista del lugar por 10 años, entre 1968 y 1978, justo al concluir la larga dictadura del general Hugo Banzer, quien cayó del poder gracias a una prolongada y masiva huelga de hambre de diversos sectores del pueblo boliviano y de lucha de los movimientos populares.
Mientras cumplió su magisterio, también se desempeñó como Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, desde 1985 hasta el presente, en medio de esa tarea fue nombrado miembro del Colegio Cardenalicio del Vaticano , el 2001, 10 años más tarde de su nombramiento como Arzobispo . En todas esas responsabilidades demostró gran solvencia moral, espíritu de servicio inquebrantable e idóneo, activo y fecundo carisma de unidad en la Iglesia y en el episcopado boliviano, sabiduría para guiar y dirigir el camino pastoral en toda la Iglesia y una palabra viva, consoladora, animadora, evangélica y profética que ilumina y da esperanza en la realidad tan problemática y conflictiva de nuestro pueblo boliviano.
En La cima de La vida
Cualquier intento de descripción narrativa o apreciativa, cualquier esfuerzo de síntesis que hagamos de la vida y obra del Cardenal Julio Terrazas, será siempre insuficiente, fragmentario y quedará muy chico ante la magnitud de los hechos protagonizados por su gran personalidad y la riqueza que este hombre creyente, discípulo fiel del Señor y servidor de nuestra Iglesia ha proyectado, nos ha compartido, expresado y vivido entre nosotros.
Libro – Servidor de todos