Campanas.- La Misa Dominical de las 7:00 de la mañana del 24 de septiembre de 2023, fue presidida por Mons. Estanislao Dowlaszewicz, OFM Conv., Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Cruz, desde la Basílica Menor San Lorenzo Mártir de Santa Cruz.
Hoy, último domingo de septiembre la Iglesia Católica Universal recuerda la 108° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que tiene como lema “Libres de elegir si migrar o quedarse” y en la iglesia en Bolivia inicia la Semana de La Hermandad entre las iglesias de Tréveris y Hildeshaim y la Iglesia de Bolivia desde hoy 24 de septiembre al 1 de octubre de este año, con el lema: “Participemos en la iglesia y la sociedad”. También la semana de la Creación del 24 de septiembre al 3 de octubre.
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Homilía de Mons. Estanislao Dowlaszewicz, OFM Conv., Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Cruz
Basílica Menor de San Lorenzo Catedral Metropolitana
24 de septiembre 2023, 7:00 a.m.
Domingo XXV A 2023
Hoy cumplimos 213 años de la Revolución Libertaria de Santa Cruz de la Sierra del 24 de septiembre de 1810 que fue encabezada por los patriotas José Vicente Seoane, Eustaquio Moldes y otros.
“Siempre libres, cruceños, seamos
cual lo son nuestras aves y flores
y sepamos vencer los rigores
del que intente a la patria oprimir”.
Hoy tenemos que decir con voz fuerte “Viva Santa Cruz”
El Evangelio de hoy nos trae uno de los planteamientos más controversiales que conseguimos en la Sagrada Escritura. Se trata de aquella parábola de los trabajadores contratados a diferentes horas del día, los cuales terminan todos recibiendo el mismo salario.
Hubo un grupo que comenzó a trabajar a primera hora de la mañana; otro, a media mañana; otro, al mediodía; otro grupo a media tarde, y un último grupo que sólo comenzó a trabajar al final de la tarde. Lo sorprendente de la historia es que todos recibieron la misma cantidad de dinero. (Mt 20, 1-16)
En la parábola que hemos escuchado, el dueño y personaje central de la parábola representa a Dios; los jornaleros invitados a trabajar en su viña, en distintos momentos de la historia humana y a distintas horas, somos todos los hombres. En principio, Jesús dirigió la parábola a sus oponentes, escribas y fariseos, por creer que ante Dios solo ellos tenían derechos.
Cuando S. Mateo escribe su evangelio, la parábola la aplica a los nuevos cristianos convertidos del judaísmo, pues también se creían muy por encima de los que procedían del mundo pagano. Pero tenemos que entender que esta parábola es aplicable a todos los tiempos y a todas las edades. En la Iglesia hay trabajadores desde su más tierna infancia y juventud; otras personas se han convertido más tarde y otras, casi al final de su vida.
¿Por qué esto? Jesucristo, quien es el dueño de la siembra y quien cuenta la parábola, no nos explica el porqué de esta aparente “injusticia”. Por ello, para analizar y comprender el mensaje escondido en este relato, debemos darnos cuenta de que el Señor no está pretendiendo darnos una lección socio-económica sobre la moral del salario, sino que nos está dando a entender que Él, Dueño de la viña -Dueño del mundo por Él creado y Dueño también de nosotros- puede arreglar sus asuntos y sus “salarios” como Él desea y como mejor le parezca.
Así de simple: Dios es demasiado libre para hacer con sus cosas lo que desee. Y no tenemos nosotros ningún derecho de cuestionarlo, ni de reclamarle. Él mismo lo dice en esta parábola: “¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que Yo quiero?”.
Dios puede llamar a cualquier hora: en nuestra niñez, en nuestra juventud, en nuestra madurez o en nuestra vejez… cuando sea. Nos enseña, también, que al momento de ser llamados -sea la hora que fuere- debemos responder de inmediato, sin titubear y sin buscar excusas.
Y el salario es el mismo porque Jesús nos está hablando de la salvación eterna.
Esta actitud que debemos tener ante el llamado del Señor nos lo recuerda el Profeta Isaías en la Primera Lectura: “Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca. Que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes. Que regrese al Señor y Él tendrá piedad.” (Is 55, 6).
La Primera Lectura del Profeta Isaías nos trae una de las más bellas y más útiles frases sobre este dilema: nuestra voluntad y la de Dios, nuestros planes y los de Dios, nuestra manera de pensar y la de Dios.
Y recordemos también ésta frase del Salmo 144: “Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras”.
La Segunda Lectura de San Pablo (Flp 1, 20-24.27) nos recuerda cómo es el verdadero seguidor de Cristo. No es como los trabajadores envidiosos, pendiente de lo que no es tan importante (momento de la llamada, servicios prestados, recompensa, etc.), sino que está pendiente de lo único verdaderamente importante: dar gloria a Cristo.
Es significativo que el dueño comience a pagar por los últimos. Los primeros y los últimos son igualados en el sueldo y esto fue lo que provocó la controversia. Jesús contó la historia en ese orden precisamente para que el corazón del hombre rezumara todo lo que lleva dentro. Los primeros trabajadores se quejan al dueño porque los ha igualado a los que apenas han trabajado. Los obreros que trabajaron sólo una hora no merecían la misma paga que los primeros, pero la gracia de Dios siempre es un favor inmerecido y no descansa sobre las obras del hombre.
El dueño de la viña les explica que la retribución no está basada en su mérito personal sino en su generosidad, quien tiene la libertad de dar a cada uno lo que crea conveniente. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? (v.15).
¡Cómo se nos mete la envidia hasta donde menos pensamos! Eso de que el otro reciba más que yo, que sea más que yo… No queremos estar a la misma altura. Queremos estar arriba.
La queja no es que ellos debían recibir más dinero, sino que el dueño ha igualado con ellos a los que llegaron casi al final de la jornada laboral. ¡Qué orgullosos nos sentimos de nuestras obras! ¡Cuántos problemas de este tipo encontramos en ambientes católicos!
Jesús nos enseña que la relación de Dios con nosotros es la relación de Padre, relación de amor y gratuidad.
La auténtica recompensa no es el denario, el jornal; el verdadero don de Dios es poder seguirlo, poder estar trabajando para él, sirviéndole al servir a los hermanos. Los primeros jornaleros han tenido la enorme ventaja de haber conocido antes a Dios, de poder dirigir su vida por un camino de plenitud, de autenticidad, de alegría.
Que su palabra llegue a lo hondo de nuestra alma y que cada uno de nosotros, nos sintamos agradecidos por ser llamados a trabajar en su campo a la hora que el Señor quiera.
Desde 1914 la Iglesia Católica celebra el último domingo de septiembre la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, un día creado para “expresar nuestra preocupación por las personas vulnerables en movimiento; rezar por ellos mientras enfrentan muchos desafíos; y para sensibilizar sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones”.
El Santo Padre en sus mensajes para esta jornada siempre dice, que los migrantes y desplazados “no son números, sino personas”.
Este año, se celebra la 108° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que tiene como lema “Libres de elegir si migrar o quedarse”.
En su mensaje para este año el Papa quiere contribuir a la reflexión sobre “la libertad que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra”. En él, afirma que “los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación” y que para eliminar estas causas “es necesario el trabajo común de todos”.
Entre otras tareas, el Papa llama a “esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”.
Para el Pontífice, el requisito para asegurar la decisión libre de los que emigran es “garantizar a toda una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral”. Una tarea que recae de manera principal en “los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”. Ojala, que nos ayude a mirar de esta manera a los migrantes y medio ambiente.
La Semana de La Hermandad entre las iglesias de Tréveris y Hildeshaim y la Iglesia de Bolivia desde hoy 24 de septiembre al 1 de octubre de este año, con el lema: “Participemos en la iglesia y la sociedad”.
Así sea.