Campanas. Con una celebración Eucarística de acción de gracias, la hermana Francisca Anna María Margini, celebró 50 años de entrega y servicio al Señor. La Santa Misa fue presidida por Mons. Braulio Sáez, Obispo Emérito de Santa Cruz, el domingo 04 de octubre a las 10:30 horas, en la Parroquia Espíritu Santo.
Nació en Italia, el 13 de julio de 1945, viene de una familia de 4 hermanos, llegó a Bolivia, específicamente a Santa Cruz de la Sierra, en el año 1994, ya han pasado 26 años de misión en esta tierra que siempre la acogió con los brazos abiertos.
La Hermana Francisca, es Misionera Franciscana del Verbo Encarnado, trabaja en la Parroquia Espíritu Santo de la zona de la Chacarilla, se dedica a la Pastoral de la Salud, Catequesis y la Pastoral de la familia.
Esta misionera dedica su tiempo al cuidado de los enfermos, en los barrios y hospitales, dando apoyo a las familias de escasos recursos, las familias con problemas y que vienen de lejos. En la casa de las hermanas acogen a los migrantes potosinos, le dan apoyo moral, familiar, cuidado, limpieza y alimentación. Abren las puertas de su casa a los hermanos más desposeídos y le dan un mensaje de esperanza mediante la palabra de Dios. La comunidad también apoya el apostolado de los jóvenes, la catequesis pero en esta temporada de la pandemia han buscado dar testimonio de la vida en Dios.
Al celebrar 50 años de vida consagrada, la hermana manifiesta que un principio parecía imposible llegar a tantos años de servicio, los límites personales quizás no le permitían ver tanto, pero la bondad de Dios ha sido grande, es él quien le ha permitido llegar hasta aquí, expresa la religiosa.
Celebrar 50 años no es una fiesta para la hermana Francisca, es un momento para decir Gracias a Dios, que le ha permitido llegar a esta fidelidad con él.
¿Qué significa celebrar 50 años de vida Consagrada?
Estos 50 años de vida religiosa, me llama a reflexionar y pensar cómo he vivido en estos años, tal vez muchos piensan que he tenido una vida pesada, pero no, es el Señor que siempre me ha sostenido y me ha llevado adelante para cumplir la misión que él me ha encomendado, dice la hna. Francisca.
Cuando salí de mi País en Misión para Bolivia, la gente pensaba que iba regresar pronto, pero es la voluntad de Dios y es él que me puso en este camino de gastar la vida por los demás, él me llamó a esta vocación y nunca me ha dejado sola.
La hermana Francisca también dice que necesita pedir perdón por muchas veces sentirse débil y fallar al Señor, pero él en su infinita misericordia y paciencia y en su amor nunca la dejo caer.
Desde mi llegada a esta tierra siempre me he sentido como en casa, Santa Cruz me abrió las puertas y la gente siempre me ha brindado mucho cariño. Mi misión en Santa Cruz, inició con la educación, enseñaba en un colegio, sentí mucho miedo porque el idioma en un principio era la barrera más grande que tenía. La Directora, profesores y los alumnos siempre me brindaron todo su apoyo.
La Comunidad de las hermanas Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado, tiene presencia en Santa Cruz de la Sierra (3 hermanas), en Camiri y Villamontes. A nivel mundial están en África, Italia, Uruguay y Brasil.
Carisma y Misión
Una Misionera Franciscana del Verbo Encarnado está llamada a ser.
Madre Giovanna descubre en el Evangelio vivido al estilo de San Francisco y Santa Clara de Asís algunos VALORES que encarnan lo que ella ùnos propone vivir. Una Misionera Franciscana del Verbo Encarnado está llamada a ser:
MUJER“Llamada desde el ‘principio’ a ser amada y a amar”. Mujer muy “humana”, con autonomía, capacidad de relación, de amor y de fidelidad. Mujer sensible y comprensiva, fuerte e intrépida, pronta y generosa, abierta y sincera.
LLAMADA AL SEGUIMIENTO DE CRISTO “Ante todo les recuerdo su gran consejo divino: ‘Sígueme´ que es como decir: ‘Ven conmigo doquiera te lleve, porque te he elegido particularmente a una misión de amor’”. Para eso hacen de la Palabra el centro de sus vidas, meditándola cotidianamente.
COMO VERDADERA ESPOSA Mujeres orantes: el seguimiento vivido desde la intimidad con Cristo. Cual “mística casa viviente”, prolonga el misterio de María en Nazareth: misterio de acogida y comunión, contemplación y alabanza.
VIVE EN COMUNIÓN FRATERNA En un franciscano espíritu de familia, en comunidad de vida, vocación, fe y misión. Es en la pequeña comunidad donde ya se experimenta el amor de Dios que nos invita a la unidad, al perdón, al discernimiento común. Cada casa es un espacio de relaciones de confianza, sencillez, franqueza, alegría, que queremos que se extienda a la gente entre la cual estamos, al barrio, a la comunidad parroquial, con quienes nos sentimos íntima y profundamente solidarias.
FIEL A LA IGLESIA EN EL HOY A ejemplo de San Francisco y de Madre Giovanna, se dona “para ser Iglesia que, rejuvenecida y vital, tiende la mano amiga al mundo de hoy necesitado de salvación”. Se considera feliz de vivir el propio tiempo, como espacio precioso de manifestación de la voluntad de Dios.
CONSAGRANDO TODA SU VIDA A DIOS: en pobreza, castidad y obediencia; en la alabanza y en el servicio de Dios, total y sumamente amado. ENVIADA EN MISIÓN: Disponible “para dejar todo e ir a anunciar el Evangelio hasta los confines del mundo”. “Como Jesús, misionero del Padre, somos enviadas por la Iglesia a revelar a todos los hombres Su Palabra de salvación en la Luz de su Misericordia”.
A EJEMPLO DE SAN FRANCISCO cuya “voluntad más firme era la de observar perfectamente y siempre el santo Evangelio”. La MFVE trata de vivir en fidelidad al Evangelio, se compromete a una radical y progresiva conversión respecto de Dios, de los hermanos y de las cosas, conversión permanente para la cual cuenta con el apoyo de sus hermanas. Nuestro estilo de vida nos lleva a la simplicidad, la humildad, la pobreza, en minoridad y en alegría; y nos abre a la fraternidad universal-cósmica.
¿Y CUÁL ES LA MISIÒN? Nuestra misión es “preparar los caminos del Señor” y hacer que cada hombre y mujer se conviertan en morada de Dios. Inspiradas en la encarnación del Hijo de Dios, que lo llevó a hacerse uno de nosotros, a compartir nuestras alegrías y tristezas y desde allí hablarnos y mostrarnos el Reino de su Padre; así vamos hacia las diversas realidades y lugares sabiendo que los “gérmenes del Verbo” ya están presentes en las culturas y pueblos, escuchando sus anhelos y necesidades, y tratando de que nuestra palabra y nuestras obras transmitan el amor de Dios.