Campanas. Las Hermanas de la Congregación religiosa de Santa Isabel, en la Arquidiócesis de Santa Cruz, a ejemplo de su fundadora Maria Merkert, que siempre servía a los más necesitados, pobres y enfermos, vienen ayudando desde el inicio de la cuarentena por el Covid – 19, a nuestros hermanos migrantes de Venezuela, Cuba y Colombia, que viven en las calles y que día a día peregrinan para conseguir un pan para alimentarse y alimentar a sus hijos.
En el País, hay muchos hermanos que pasan por grandes necesidades económicas, en este tiempo de cuarentena, al no poder trabajar no tienen ingresos y esto hace que muchos tengan que salir a las calles a pedir dinero o alimentos para poder llevar a su familia.
La realidad de los inmigrantes es muy dura, tuvieron que dejar la tierra que los vio nacer y salir en busca de nuevas oportunidades, y muchos de ellos ahora por la cuarentena a causa de la emergencia sanitaria por el coronavirus y el cierre de fronteras en Bolivia, viven en las calles o refugios con la esperanza de que todo esto termine.
Antes de las restricciones se sustentaban con la venta de dulces, haciendo malabares o pidiendo limosna. Ahora, su situación se complicó, las calles se vaciaron, duermen en las plazas, puentes, aceras, deambulan en los mercados apelando, a la solidaridad de las personas. Las hermanas de Santa Isabel acompañan de cerca a estas familias de migrantes, que se apuestan a las afueras de los Supermercados y todos los días cocinan y les reparten un rico almuerzo.
Esta Congregación religiosa está compuesta por 4 hermanas; la Superiora hermana Violeta Nica, y la hermana Ana Elzbietanka y 2 aspirantes de Haití, tienen presencia en Santa Cruz de la Sierra y en 20 países del mundo.
Las hermanas de Santa Isabel, realizan su trabajo pastoral en la Parroquia, Nuestra Señora de Guadalupe, y también en este tiempo de cuarenta han venido ayudando con víveres a las familias más numerosas y necesitadas de la comunidad parroquial.
La ayuda que brinda esta Congregación religiosa, tanto a las familias de su comunidad, como a los hermanos migrantes, se ha realizado con sus propios fondos y con la ayuda de muchos corazones solidarios.
Queremos en este tiempo de crisis material y espiritual llevar a la gente que más lo necesita, un mensaje de esperanza y el amor de Jesús, dice la Hermana Ana Elzbietanka.
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