En su Homilía pronunciada en la Catedral, este domingo 28 de julio, el Arzobispo de Santa Cruz, Mons. Sergio Gualberti, cuestionó los gastos excesivos que se están haciendo en esta Campaña electoral, al mismo tiempo de asegurar que esto es un insulto a los pobres de nuestro país.
Homilía completa de Mons. Sergio Gualberti
Arzobispo de Santa Cruz – Bolivia
Domingo 28 de julio de 2019
Orar es entablar con Dios un dialogo con humildad y respeto pero también con valentía y confianza
“Señor, enséñanos a orar”, es el pedido de los apóstoles a Jesús que, esta mañana, hacemos nuestro al mismo tiempo que contemplamos la oración del Patriarca Abraham en una sorprendente escena del libro del Génesis. Dios y Abrahán entablan un diálogo sincero de tú a tú, con el trato familiar de amigos, acerca de la decisión de Dios de hacer desaparecer de la faz de la tierra a Sodoma y Gomorra, ciudades perversas de donde salía “un clamor tan grande… y su pecado muy grave“. Abrahán, se dirige a Dios con humildad y respeto pero al mismo tiempo con valentía y confianza pidiéndole que desista de su decisión.
La oración puede ser de intercesión o solidaridad para encontrar la justicia y misericordia de Dios
En la medida que la conversación avanza en un entrañable “regateo” –típicamente oriental-, esta se va convirtiendo en una oración de intercesión. El patriarca es testigo de las costumbres depravadas y de las maldades de esa gente y, aún consciente de la gravedad de sus pecados, igualmente da este paso en un gesto sublime de solidaridad de hombre justo hacia los malvados. Él no tiene argumento valedero con que apelar en favor de esas poblaciones, de hecho en ellas no ni siquiera se encuentran cinco justos, por eso no le queda que recurrir a la justicia y a la misericordia de Dios, logrando así salvar la vida de su sobrino Lot con toda la familia. La verdadera culminación del regateo de Abrahán se realizará plenamente en Jesús colgado en la cruz, el único justo por quien todos los injustos tienen acceso a la salvación.
La oración debe ser un dialogo intimo con el Padre, antes de tomar alguna decisión
En el Evangelio vemos a Jesús que ora solo en un diálogo íntimo con el Padre. No es una novedad. Jesús, antes de tomar decisiones importantes, siempre se retira a orar solo, incluso durante toda la noche: por ejemplo, antes de elegir a los apóstoles, antes de enviar a los discípulos en misión, antes del viaje hacia su muerte en Jerusalén y hasta ora en la cruz, cuando pide a Dios que perdone a sus verdugos.
Jesús enseña a orar a sus discípulos haciéndoles participes de su oración
El ora porque siente un intenso deseo de que su vida y su misión estén en total sintonía y unión con su Padre del cielo. Los discípulos cautivados por el Ejemplo del maestro le piden: “Señor, enséñanos a orar”. El accede a su pedido y les enseña a orar haciéndoles partícipes de su oración.
Jesús nos pide que oremos con la familiaridad y cariño que une a un hijo con su papá
La primera palabra de su invocación se dirige a Dios con el nombre de “Padre”: simplemente “Padre”, sin añadir nada, ni siquiera “nuestro”, es la oración del Padre. Jesús nos pide que al orar hagamos como él y nos dirijamos ante todo a Dios con la expresión de familiaridad y cariño de un hijo con su papá, signo de los profundos lazos de amor que los une.
La oración nos acerca a Dios no con temor de súbdito, sino con confianza filial
Jesús, el Hijo de Dios nos ha revelado este misterio de amor: su oración de Hijo se vuelve la oración de todos nosotros que por el bautismo hemos sido hechos hijos amados de Dios, participamos de su misma vida, nos relacionamos con él no con temor de súbditos, sino con amor y confianza filial y, por tanto estamos, llamados a comportarnos como verdaderos hijos de Dios.
Jesús nos pide reconocer la bondad del Padre y su plan de salvación presente en la Historia de la humanidad
Luego de esta invocación inicial, Jesús nos pide reconocer la bondad del Padre y de su plan de salvación: “Santificado sea tu nombre”. En la Biblia, con la expresión “nombre de Dios”, se entiende al mismo Dios en cuanto interviene y se hace presente en la historia de la humanidad para nuestra salvación. Un Dios que tiene nombre propio, revelado a Moisés en el monte Horeb cuando se le manifestó como aquel que da la vida, que libera a su pueblo de la esclavitud de Egipto y que lo acompaña en el camino del desierto hacia la tierra prometida.
Que con nuestro testimonio, Dios Padre sea conocido y amado por todos
Al decir “santificado sea tu Nombre”, estamos pidiendo que Dios Padre sea santificado en nosotros que, en el bautismo, “fuimos sepultados con Cristo”, pero al mismo tiempo pedimos que Él sea conocido, amado y bendecido por todos, gracias a nuestro testimonio y a nuestra oración.
El reino de Dios encontrará su plenitud con su retorno glorioso
Venga tu reino”: el reino de Dios, el proyecto de salvación, de vida y de amor que se ha hecho presente en nuestra historia por Jesús y que encontrará su plenitud al final de los tiempos, mediante su retorno glorioso. Por eso oramos para que el reino de Dios se vaya estableciendo siempre más en la historia y en la vida de la humanidad.
El pan de la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo son símbolo de una subsistencia digna y sobria
“Danos cada día nuestro pan cotidiano”. Es el pedido central de la oración de Jesús. El Pan nuestro cotidiano de la Palabra de Dios y el pan del Cuerpo de Cristo que nos es dado en la Eucaristía, alimentos de nuestra fe y de nuestra vida cristiana, anticipo del banquete del reino eterno. Pero también, es el pan nuestro cotidiano, símbolo de los bienes necesarios para una subsistencia digna y sobria.
El pan de la injusticia, robo, corrupción y campaña electoral, es un insulto a los pobres de nuestro país
El pan nuestro de cada día fruto del trabajo honesto y no de la injusticia, del robo y de la corrupción, pan que no se puede acumular egoisticamente so pena de que se pudra como el maná en el desierto. Es el pan nuestro de la justicia y de la solidaridad que se comparte con los que, a nuestro lado, viven todavía en la miseria y en condiciones infrahumanas.
Es el Pan nuestro a compartir, que en esta campaña electoral, cuestiona tantos gastos excesivos y dispendiosos, un insulto a los pobres de nuestro país.
Urge el pan que priorice políticas sociales a favor de los marginados, por encima de otros intereses y medidas
Es el Pan nuestro que urge a todos, pero en especial a las autoridades, primeras responsables del bien común, porque, por encima de cualquier otro interés o medida, prioricen políticas sociales en favor de los más indigentes.
El perdón es la cumbre de la oración cristiana. Perdonar es condición ineludible para gozar del perdón de Dios
“Perdona nuestros pecados”. Con este pedido nos reconocemos pecadores ante el Padre, pero al mismo tiempo confesamos su misericordia. El perdón, cumbre de la oración cristiana, nos hace participes de la misericordia infinita de Dios porque, cuando perdonamos, la misericordia divina y la humana se funden y nosotros quedamos colmados de verdadera paz. Por eso, la condición ineludible para gozar del perdón de Dios, es que nosotros perdonemos a los demás.
Seamos vigilantes y fuertes para no dejarnos llevar por sendas de mal y de muerte
“Y no nos dejes caer en la tentación”: Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación, que seamos vigilantes y que nos de la fortaleza para resistir ante tantas provocaciones que buscan alejarnos de Él, del bien y de la vida para llevarnos por sendas de mal y de muerte.
Orar es alabar y adorar a Dios, darle gracias por la vida, la familia, el trabajo. Dios siempre escucha
Preguntémonos cada uno de nosotros: ¿Qué es la oración para mí? ¿Es solo pedir por mis necesidades o es, en primer lugar, alabar y adorar a Dios, darle gracias y pedirle perdón? ¿Rezamos como Jesús y Abrahán con humildad y confianza, con atención y perseverancia? ¿Nos recordamos cada día del Señor, por lo menos al levantarnos dándole gracias por el don de la vida, de la familia, del trabajo y en la noche pedirle perdón por nuestras fallas y agradecerle porque ha estado caminando a nuestro lado?
Abrahán y Jesús nos han dicho hoy que la oración es nuestra línea directa de comunicación con Dios, el medio y entrar en diálogo y estrechar una relación personal con Él que siempre nos escucha. Así lo hemos proclamado con la hermosa oración del salmo: “Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué. Te doy gracias, de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca… El Señor lo hará todo por mí. ¡No abandones la obra de tus manos ”. Amén