Campanas. Por la imposición de manos de Mons. René Leigue Cesarí, Arzobispo de Santa Cruz, fue ordenado Presbítero para la Orden de Predicadores o Dominicos: Gabriel Rojas Valderrama, O.P. La celebración Eucarística tuvo lugar en el Santuario de Cotoca, el viernes 17 de febrero, a horas 19:00 horas.
Para acompañar y compartir la alegría y el compromiso con el Señor, participaron de la Celebración Eucarística: Mons. Juan Carlos Huaygua Oropeza, obispo de la Diócesis de Coroico, el “Prior Viceprovincial de la Viceprovincia de Bolivia, Fr. Yinmy Caballero Suáres, O.P, Sacerdotes Diocesanos, Padres Dominicos, familiares y fieles del Pueblo de Dios.
Inicio del Rito de Ordenación
Presentación del Candidato: El superior presenta al celebrante como digno de recibir la ordenación sacerdotal por parte de la Iglesia. El celebrante lo acepta de parte de Jesucristo y momentos después pronuncia su homilía.
Homilía
Llegó el momento para el que tú te preparaste, Gabriel el Señor te ha llamado, él te ha elegido y te ha indicado el camino que debías seguir, y ahora llegó el momento en el que tú estás aquí para decirle sí al Señor, para continuar con esta misión de seguir dando a conocer al Señor.
Mons. René aseveró que, como bautizados estamos llamados a ser los misioneros que hagan conocer al Señor, y esa también es la misión que tiene un sacerdote, llevar la palabra de Dios hacia todos los confines del mundo, ahí donde Dios lo lleve tiene que evangelizar.
Gabriel, tú estás dando un gran paso, ser sacerdote, y ser sacerdote no es sólo el entusiasmo de un momento, es para toda la vida, ese es el compromiso que hoy estas asumiendo. El camino no es fácil, en él vas a encontrar muchas dificultades, porque todo aquel que proclama la palabra de Dios, no siempre es bien visto por todos, y eso lo vemos en nuestra realidad, critican a la Iglesia por entrar en ámbitos, que según no le corresponde, la Iglesia no se parcializa con un grupo, la Iglesia tiene una meta, tiene un camino, anunciar la palabra de Dios, dijo Mons. Leigue.
De la mima manera el Pastor de la Iglesia local, señaló que el Sacerdote es un profeta, es aquél que anuncia y denuncia, anunciar es fácil, lo difícil es denunciar y cuando la Iglesia denuncia lo que no es correcto, ahí está el problema, hay muchos que se sienten afectados, pero el Señor es claro, la Iglesia tiene que luchar y denunciar las injusticias.
A pesar de las grandes dificultades que encuentres en el camino, no estás solo, esa es la promesa del Señor, por estar conmigo van a pasar problemas, pero al final su recompensa será grande. El Señor nos pide perseverancia, nos pide fidelidad y así como dice el Evangelio, estamos aquí, no para ser servidos, sino para servir a los demás.
El prelado dijo al nuevo presbítero; estas llamado a ser un buen servidor, estas aquí para acompañar, para guiar, para enseñar, para estar cerca de la gente, y tienes que tratar a todos por igual, señaló.
Así también el Arzobispo pidió a la comunidad acoger con amor al nuevo Sacerdote, no lo dejen solo, él también necesita de ustedes, oren por él para que el Señor le dé la fortaleza que él necesita, para vencer las dificultades que se presenten en el camino y así sea un buen pastor, que guía a su rebaño.
Promesa del elegido
Como respuesta a las preguntas del celebrante, el diácono, expresa públicamente su deseo de ser sacerdote y promete ser fiel en el cumplimiento de su ministerio sacerdotal, en la predicación de la Palabra de Dios, en la celebración de los sacramentos y en la oración asidua. Finalmente promete obediencia a la Iglesia en la persona del Papa, de los Obispos y de sus superiores.
Letanías
Seguidamente, todos se levantan. El Obispo, de pie, hace la invitación: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que derrame bondadosamente la gracia de su bendición sobre este siervo suyo que ha sido llamado al Orden de los diáconos.
El elegido se postra en tierra en señal de humildad, de amor y de donación a Dios que le ha llamado. La asamblea canta las letanías de los santos, pidiendo su intercesión por quien recibirá el ministerio de la ordenación diaconal.
El celebrante dice: Escúchanos, Señor, Dios nuestro, y derrama sobre este siervo tu Espíritu Santo y la gracia sacerdotal; concede la abundancia de tus bienes a quien consagramos en tu presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. La asamblea: Amén.
Imposición de las manos y oración de Consagración
La ordenación sacerdotal se realiza con la imposición de las manos y la oración consagratoria del celebrante. El celebrante, en silencio, impone las manos sobre la cabeza del diácono. Este gesto antiguo significa ya desde el tiempo de los apóstoles la transmisión del poder sacramental del Espíritu Santo.
Una vez acabada la imposición, algunos de los superiores y sacerdotes, en representación de los sacerdotes presentes, también le impondrán las manos como gesto de comunión en el sacerdocio.
La asamblea acompaña este momento, de pie y en oración silenciosa. El elegido se acerca al celebrante y se arrodilla ante él. El celebrante impone las manos sobre su cabeza. Durante la imposición de las manos del obispo y de los concelebrantes la asamblea invoca al Espíritu Santo en completo silencio.
El segundo momento de la ordenación sacerdotal se realiza cuando el candidato se arrodilla y el celebrante, con los brazos extendidos, pronuncia la oración consagratoria. Esta oración constituye la forma del sacramento. Son palabras que explican y realizan el significado del gesto de la imposición de las manos. Las palabras que están en mayúscula son las esenciales.
Al concluir el rito de la imposición de las manos y la oración consagratoria, el candidato es sacerdote de Jesucristo para siempre. El celebrante dice la oración consagratoria.
Imposición de los ornamentos sacerdotales
Todos se sientan. El neosacerdote, se reviste con los ornamentos sacerdotales, signo visible del carácter sagrado de su ministerio. Algunos sacerdotes ayudan a revestir a su nuevo hermano en el sacerdocio.
Unción de las manos
El recién ordenado presentará las manos al celebrante para que sean ungidas con el santo crisma. La palabra «cristo» significa «el ungido». Con esta señal se subraya que los nuevos ordenados son «otro Cristo». El celebrante unge con el santo crisma las manos del recién ordenado diciendo: Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio.
Entrega del pan y el vino
El celebrante entregará al neosacerdote la patena con el pan y el cáliz con el vino. Este gesto indica que el sacerdote está ordenado para celebrar el sacrificio eucarístico y que él mismo participa en el sufrimiento y la cruz redentora del Señor. 28 El ordenado se acerca al celebrante y se arrodilla. Éste entrega al ordenado la patena con el pan, y el cáliz con el vino, preparados para la celebración de la Misa, diciendo: Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor
Abrazo de la Paz
El rito de la ordenación sacerdotal termina con el abrazo de la paz, que el celebrante y algunos sacerdotes darán al recién ordenado, como signo de caridad sacerdotal. El nuevo sacerdote se acerca al celebrante y recibe de él el abrazo y el beso de la paz.
El celebrante: La paz esté contigo. El nuevo sacerdote: Y con tu espíritu.
Antes de terminar la Celebración Eucarística, el nuevo Presbítero, Fr. Gabriel Rojas dirigió algunas palabras a la comunidad
Palabras de; Fr. Yinmy Caballero Suáres, O.P. “Prior Viceprovincial de la Viceprovincia de Bolivia”, durante la Ordenación Sacerdotal de Fr. Gabriel Rojas Valderrama.