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martes 26 septiembre 2023
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Cardenal Terrazas: “Presidente Servidor de la Conferencia Episcopal Boliviana”

Con su liderazgo, el Cardenal Julio Terrazas ha marcado el estilo, el talante y la línea pastoral de la Conferencia Episcopal de Bolivia de los últimos veinte años.

En este libro homenaje a su personalidad encontraremos textos de sus discursos en las diferentes inauguraciones de las asambleas plenarias del episcopado boliviano. Son discursos transidos de la pasión del pastor que busca luz para la realidad del país. Están llenos de compasión y clamor por la justicia para todos los bolivianos, haciéndose portavoz, de manera especial, de los más pobres.

Las injusticias y los sufrimientos del pueblo, en cada momento histórico, son su tema fundamental, junto a la preocupación evangelizadora y temas pastorales importantes. En ellos se cumple aquella memorable afirmación de la Constitución Gaudium et Spcs del Concilio Vaticano 11: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”.

En todos los discursos de Mons. Julio Terrazas, al servicio de sus hermanos obispos en las asambleas, la realidad social, política, y   los   sufrimientos del pueblo tienen una llamativa y destacada resonancia, hasta el punto de afirmar en uno de ellos: “El clamor de nuestro pueblo por justicia es ensordecedor” (Cochabamba, 4-5-1987). Nuestro Presidente ha sido siempre una persona con gran carisma profético.

Es un líder nato, según reconocemos los que hemos compartido cerca de él el caminar, las alegrías y dificultades de estos años en el trabajo de la Conferencia Episcopal. Está imbuido de una extraordinaria autoridad moral, la de un hombre que vive y practica lo que predica, y la pone al servicio de la asamblea de obispos.

Pero no es un líder lejano, sino atento a todos los detalles del trabajo . No da las órdenes y se desentiende, sino que está cerca de sus colaboradores y se mantiene cercano a cada detalle. Sorprende que recuerde con exactitud todo, los responsables y los encargos que se hicieron. Es asombroso que una persona de altas responsabilidades sepa estar también atento a las pequeñas cosas de cada día. Que las altas responsabilidades no le hagan pasar por alto s cosas pequeñas es una cualidad que resalta mucho en él.

El Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana es una persona de comunión, al que le gusta trabajar en equipo. Siempre le ha gustado trabajar y caminar con otros. Se apreciable ese espíritu en todo lo que hace y dice. Su liderazgo hace que en la Conferencia Episcopal exista una extraordinaria comunión entre todos los hermanos obispos. Ser persona que crea comunión y fraternidad es una característica que brilla en Mons. Julio y que ha alumbrado el camino de   la   Conferencia. No   es el protagonismo   ni el personalismo   lo que le ha caracterizado en su actividad   como   cabeza   de los obispos, sino la comunión, la fraternidad y la creación de ambiente comunitario.

Permanece atento a lo que sucede en la Iglesia de Bolivia, que preside en la comunión fraterna. No hay suceso que le deje indiferente. Su enorme sentido de la responsabilidad hace que esté atento a todos los acontecimientos, incluso los que podrían parecer menos importantes. Mons. Julio está despierto , como aconseja el Evangelio, mirando en   actitud de vigilancia contemplativa lo que sucede, no sólo en la iglesia cruceña, sino en la Iglesia boliviana, constituyéndose en un modelo de preocupación por todas las iglesias, como afirma el decreto “ChristusDominus”: “Los Obispos, como legítimos sucesores de los apóstoles y miembros del Colegio Episcopal, siéntanse siempre unidos entre sí y muéstrense so lícitos por todas las iglesias”. (CD 6)

Esta so licitud de pastor se hace riqueza en los momentos de   análisis y   reflexión,   reconduciendo la mirada de sus hermanos obispos a lo esencial e importante de su misión: ser anunciadores de la buena nueva de Jesucristo, ser evangelizadores y capaces de recorrer el camino de la conversión personal y eclesial para ser constructores del Reino en nuestra historia.

En su calidad de Cardenal y Presidente de la CEB, ha tenido que afrontar muchos ataques que no son a su persona, sino a su misión, ya que él nos representa a todos los católicos de Bolivia. En la lista de ataques no hay que olvidar el atentado contra su casa, perpetrado en pleno tiempo pascual. Pero le anima la palabra del Señor: “Felices ustedes, cuando   por causa mía les   insulten,   los   persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y   muéstrense   contentos,   porque   será   grande   la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes” (Mt 5,11- 12). Esa palabra es realidad que llena de esperanza y promesa de vida eterna.

La personalidad del Cardenal alumbra más si cabe por su gran sencillez, que hace destacar sus virtudes. No es una persona que haya buscado el brillo del mundo, los cargos y honores. Le han ido llegando responsabilidades por su capacidad, pero no las ha buscado. Las ha aceptado con gran humildad, a pesar de que por su estado de salud eran más una cruz que una gloria. Es de agradecer poder contar con personas que saben apreciar las cualidades de otros y no airean los méritos propios, así es nuestro Cardenal. Se hace realidad en su vida aquello que Jesús aconsejó a sus discípulos en diferentes ocasiones: “el que quiera llegar   a ser grande entre ustedes, será su servidor” (Me 10,43). Siguiendo el camino del Maestro, Mons. Julio Terrazas ha sido un servidor de sus hermanos, los obispos de Bolivia, más que un Presidente que haya buscado el honor de serlo.

Hay una característica de su persona que los más cercanos a él resaltan: es su fina ironía. Hace observaciones s sobre la realidad o los sucesos que denotan una penetrante inteligencia, así como una capacidad para relativizar los acontecimientos mediante el recurso al humor, que es una forma de decir la verdad elegantemente. Mons. Julio tiene un extraordinario sentido del humor, transido de ironía en la que se entrevé su pensamiento acerca de muchos acontecimientos sociales y eclesiales.

También resalta en su personalidad la atención y los detalles con sus hermanos obispos. No hay obispo que tenga problemas en su Diócesis que no reciba una palabra de solidaridad del Cardenal o un detalle de su apoyo y cariño. Podemos afirmar que Mons. Julio es un estupendo ejemplo de vivencia de la íntima fraternidad sacramental que el Concilio Vaticano II  aconseja a los presbíteros y obispos (PO 8). Ojalá siguiésemos los ministros ordenados el ejemplo que nos deja en ese trato fraterno con sus hermanos obispos que tantos frutos de fraternidad  dando en nuestro episcopado.

Al Cardenal le agrada compartir con sus hermanos Obispos y con los sacerdotes. Es una persona cercano, festiva y crea una entrañable fraternidad entre todos. Es entrañable y ama la vida, el encuentro, la   amistad   y   la   acogida   fraterna. Su   casa   es   abierta   y   acogedora   a   todos:   un verdadero modelo de hospitalidad y trato fraterno para los obispos y presbíteros que tenemos en él hecho vida un magnífico modelo de fraternidad sacerdotal. Los   obispos   y   presbíteros   en   Bolivia hemos recibido un valioso modelo para que hagamos lo mismo: acoger al hermano y vivir su llegada con espíritu festivo y de acogida, como el padre de la parábola del hijo pródigo hizo con el hijo que regresaba (Le 15).

Verdaderamente, sus colaboradores estamos encantados de serlo y damos testimonio de su atención y defensa, cuando ha habido problemas. Es un privilegio colaborar con él por estar cerca de una gran persona y un gran pastor, y porque siempre hemos podido sentir su cercanía y apoyo incondicional.

Agradecemos a nuestro presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, a nuestro hermano y padre, el Cardenal Julio Terrazas, por su vida dedicada tantos años al servicio de nuestra Conferencia Episcopal. Damos gracias a Dios por habernos dado este modelo de vida entregada y de buen pastor al servicio de la fraternidad de todos.

 Libro: Servidor de Todos

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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