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domingo 24 septiembre 2023
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Cardenal Julio: “Impulsor del Laicado”

Conocimos a Monseñor Julio cuando acababa de ser nombrado Obispo Auxiliar de La Paz, a finales de 1979. Para nosotras significó un primer encuentro con un pastor post Concilio Vaticano II; una persona sencilla, muy amable, inteligente, y que escuchaba a la gente. Había asumido del Concilio la comprensión de Iglesia como Pueblo de Dios y, como consecuencia, su interés y preocupación por la formación del laicado. Para quienes habíamos iniciado nuestra vida de fe en la Iglesia del pre Vaticano II, fue una revelación hacer amistad, tutear, compartir reuniones y convivencias familiares, ser desafiadas a trabajar con él. Todo un “Señor Obispo”, era revolucionario. Absorbimos esta nueva manera de ser Iglesia y, desde entonces, nos sentimos parte de ella. Fuimos cautivadas por un encuentro vivo con el Señor y por las posibilidades que esta nueva Iglesia nos ofrecía.

Como obispo titular de Oruro nos queda la imagen de una persona dedicada a acompañar a los mineros en sus justas reivindicaciones, a apuntalar las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), esta nueva forma de ser Iglesia. En las numerosas veces que fuimos a Oruro a apoyar su trabajo, pudimos ver que Monseñor participaba como uno más, en los talleres y reuniones que se organizaban. Atento, con la palabra oportuna, dejando a los demás crecer y hacer su camino. Rodeado de la gente sencilla que venía a darle un beso, un abrazo, a llorarle sus penas, a compartir sus alegrías. Él estaba siempre sonriente, con tiempo para todos, con la palabra justa y desafiante en todo momento; siempre empujándonos a un esfuerzo un poquito mayor, sabiendo que con la ayuda del Señor todo es posible, que siempre se podía dar un poco más. Tiene el carisma particular de desafiar, de empujar a la gente a comprometerse, a construir, a iniciar nuevos caminos. Es una persona a la que es muy difícil decirle que no cuando propone un trabajo, una actividad, una idea, porque es muy acertado y visionario; pero, además, por su carisma y simpatía personal. Es una persona intuitiva para ver líneas de acción y retos para el camino.

Una de estas ideas-camino fue la creación de CEPROLAI. Nos convocó a un grupo de laicos y nos invitó a trabajar en la formación del laicado. Esta su intuición fue tomando cuerpo, conforme nos reuníamos y discutíamos cómo debería implementarse un centro que estuviera dedicado a la formación y animación del laicado boliviano, en especial el de La Paz y El Alto. Así, a principios de 1980, CEPROLAI empezó a funcionar en un espacio cedido por la Conferencia Episcopal en sus propias oficinas, en la calle Potosí. A los pocos meses, Mons. Julio nos invitó a trabajar en el tercer piso del Seminario San Jerónimo, que estaba en proceso de reestructuración y reapertura. De esta manera, Mons. Julio juntó dos de sus amores, formación sacerdotal y formación laical.

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Durante la dictadura del general Luis García Meza, fue infatigable en su lucha por la defensa de personas detenidas, perseguidas y muchas otras a las que se mellaba su dignidad y derechos, además de dar la cara con declaraciones y reuniones con las autoridades del momento, acompañando y apoyando a Mons. Jorge Manrique, entonces Arzobispo de La Paz.

Pensamos que su trabajo pastoral más paradigmático lo realizó como obispo de Oruro, y a la cabeza de la CEB. Joven y muy fuerte, viajaba por todos los rincones de su Diócesis, participando de encuentros pastorales de diferente índole. En el país y fuera de él, era infatigable. Su salud le jugó una mala pasada, obligándole a frenar este ritmo, pero su entusiasmo se fortalece y crece cada vez más.

Como Arzobispo de Santa Cruz y Cardenal de Bolivia, continúa animando a esta• Iglesia que peregrina en Bolivia, buscando siempre que prevalezca un diálogo fundamentado en la verdad.

Fernando Aguirre

Conocí a Monseñor Terrazas en los años 80, cuando siendo Obispo Auxiliar de La Paz manifestaba su preocupación, compartida por el recordado Monseñor Manrique, Arzobispo de la Arquidiócesis, sobre la necesidad de promover la participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en relación a su necesario compromiso para encarar los desafío s de la realidad social y política. En diálogo con otros laicos fue madurando, hasta concretarse, la iniciativa de fundar un centro de formación de y para laicos. Hasta hoy han pasado más de 30 años de actividad del Centro de Promoción del Laicado (CEPROLAI), al que junto con mi esposa y otros estuvimos vinculados durante todo ese tiempo, desarrollando muchísimas actividades que contaron siempre con su apoyo, como el de los obispos que sucedieron a ambos pastores.

Ya como obispo de Oruro, fuimos testigos de su lucha permanente con los problemas de salud que lo aquejaban y que encontraron cierto alivio con su traslado a la Arquidiócesis de Santa Cruz, la que tuvo y tiene el privilegio de tenerlo como Arzobispo y segundo Cardenal de la Iglesia en Bolivia. Estuvimos junto a él en La Paz cuando, entre esfuerzos de mediación por conflictos sociales, sufrió un desmayo teniendo que ser trasladado de emergencia a una clínica local.

En medio de la conflictiva y tantas veces tumultuosa vida política del país, Monseñor Terrazas, como otros pastores de la Iglesia, estuvo siempre presente de manera activa y comprometida en la defensa de los derechos y los valores humanos, como fundamento de la vida social. Como Presidente de la Conferencia Episcopal, iniciado el siglo XXI, apoyó una primera iniciativa que promovimos varios laicos para intentar lograr, en medio de la crisis política, un acuerdo nacional, principalmente entre los partidos, que le diera al país las bases para una convivencia más armoniosa y equitativa.

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Este esfuerzo, truncado inicialmente, sirvió de base para un segundo intento promovido por la Conferencia Episcopal bajo su mando, de similares alcances, y que pudo avanzar hasta lograrse acuerdos. Listo el documento para firma, el acuerdo fue frustrado por la negativa de firmarlo por uno de los líderes políticos. Este esfuerzo de servicio al país se reflejó también en diversos esfuerzos de mediación, a propósito de conflictos más particulares, en varias épocas, que apoyó Monseñor Terrazas y los obispos bolivianos, y que culminaron exitosamente dando oportunidades de paz y de desarrollo de la democracia en el país. Tuve el privilegio de participar en varios de esos servicios, en el ámbito nacional.

Brindó a nuestra familia una amistad constante, con la apertura a otros que lo caracteriza. Compartimos épocas navideñas en su domicilio, en Santa Cruz, y nuestras oraciones y solidaridad estuvieron con él en momentos difíciles, principalmente cuando fue injustamente atacado por su posición en ciertos asuntos de interés nacional. En muchos momentos de diálogo persona l, destacó siempre esa personalidad fuerte; pero, al mismo tiempo, sencilla y de gran profundidad en la reflexión teológica y el discernimiento desde la fe sobre los difíciles desafíos de la realidad del país. Como profesional, me brindó siempre su confianza como asesor legal de la CEB, abierto a escuchar y dialogar.

Recuerdo las reuniones y los encuentros con el Equipo Arquidiocesano de Pastoral Juvenil de Sucre, con los jóvenes de los grupos que admiraban su sencillez y cercanía, su identificación con ellos y la profundidad de sus reflexiones.

Los diferentes encuentros nacionales y regionales, en Cochabamba, La Paz, Sucre, reflexionando, debatiendo y soñando con. esa Iglesia que queríamos: la Iglesia del Señor Jesús, ministerial, comunitaria, participativa , en la que los pobres y los jóvenes tienen lugar preferencial , que permitiera dar respuesta desde la fe a los desafíos de nuestra realidad y de la juventud de aquellos años. La preocupación por impulsar el liderazgo y protagonismo de los jóvenes, las clarificaciones sobre el rol y papel de los asesores como acompañantes de procesos de formación en la fe.

17Mons. Julio insistía en una Pastoral Juvenil construida con los jóvenes , en el acompañamiento directo a los procesos , los grupos y los asesores, en los diferentes pueblos y ambientes de la ciudad y las zonas rurales; no una pastoral construida desde el escritorio o la oficina, sino desde el caminar y acompañar los procesos en el mismo lugar en que se generan y surgen. Si alguien ha marcad o e iluminado mi vida, si alguien me ha acercado al Señor y exigido un compromiso cada vez mayor es Mons. Julio; él es el amigo, el hermano, el padre y el pastor .

Juan Pablo Moreno Párroco en la Pompeya, Santa Cruz.

Libro: Servidor de Todos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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