Todo vallegrandino contemporáneo, no es ajeno a sentir un respeto especial por “nuestro” Cardenal Julio Terrazas, independiente de su contacto personal con él y otras particularidades. Hasta los diecisiete años, tiempo que viví permanentemente en Vallegrande, he crecido con la imagen de nuestro pastor, sacerdote redentorista, “hijo del pueblo”. Luego, como residente vallegrandino universitario en Sucre, cada regreso al hogar durante las vacaciones de fin de año, han estado marcadas por sus celebraciones y homilías del día de Navidad. En una de estas ocasiones le pude acompañarlo a Masicurí. Es una comunidad del Municipio de Vallegrande: el centro poblado, Rancho, queda a 4 horas del pueblo de Vallegrande. Región caliente de mucha vegetación, queda cerca de la confluencia del rio Masicurí y el rio Grande; la producción de caña de azúcar, naranjas y la pesca son características de esta zona. El Cardenal acostumbra pasar en este lugar su descanso anual. La comunidad está formada por migrantes internos de otras zonas de la provincia que encuentran en es este espacio un terreno fértil y las mejores condiciones para trabajar la tierra. Viajamos disfrutando del camino por la vía del estrecho de Santa Rosa acompañados por mis hijos Gabriel y Diego, más el P. Cristóbal. Comparto esta experiencia, y así me sumo al homenaje de los 75 años del Cardenal, dando testimonio de la que hemos pasado a su lado durante estos días:
Las celebraciones de la eucaristía se hicieron en la capilla que está constituida por un pahuichi. La intimidad del pueblo sencillo con sus pastores, la humildad de estos en el servicio y el contacto directo desarrollados en un espacio abierto al campo donde la majestuosidad lo da la naturaleza, recrean las comunidades cristianas primitivas, llenándonos de auténtica alegría y esperanza a los participantes.
El 1 de enero luego de reflexionar sobre la paz, la libertad de conciencia y libertad religiosa en base al mensaje de la Iglesia, se abrió el espacio de fiesta popular por medio de juegos costumbritas, dando de alguna forma continuidad a la liturgia. Nuevamente nos pusimos al servicio de la comunidad, para alimentar juntos la identidad y los sueños a través de lo lúdico.
Masicurí: Es en este pedazo de paraíso, pequeño Nazaret, lugar habitado por gente sencilla y trabajadora, allí el Cardenal retoma energías para sus tareas pastorales de todo el resto del año. De retorno en Sucre a las tareas cotidianas me siento afortunado de la experiencia vivida. Ahora seguiré con más entusiasmo la buena costumbre de dar esta referencia: al decir “yo soy de Vallegrande” complementar “del pueblo del Cardenal Terrazas.
*Por: Cristian Ordoñez Severich – Sucre
Libro – Servidor de Todos