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martes 5 diciembre 2023
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Arzobispo presidió la misa de fiesta de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe

Campanas. La Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe celebró su fiesta patronal el domingo 12 de diciembre, la misa de acción de gracias fue presidida por el Arzobispo de Santa Cruz, Mons. Sergio Gualberti a las 10:00 de la mañana. 

Esta Parroquia está ubicada en el Barrio Nueva Jerusalén, Uv. 63, calle: Tesalonicense, el Párroco es el P. Fr. Cristiam Martínez Olivares, OFM Cap. La Vida Consagrada que realiza su trabajo pastoral en esta comunidad es: Orden de Franciscanos Menores Capuchinos, Hermanas de Santa Isabel y las Sacramentinas de Bérgamo.

Las capillas que conforman esta Parroquia son: Capilla Cristo Resucitado y la Capilla Nuestra Señora de la Candelaria y forma parte de la Vicaría San Lorenzo.

El Arzobispo durante su homilía afirmó que la comunidad parroquial tiene un gran motivo para celebrar, celebran a la patrona  de la Parroquia, Nuestra Señora de Guadalupe, la que ha traído este buen  anuncio en América latina y con ese encuentro con Juan Diego y ahora San Juan Diego, anunció la palabra de Dios, esa semilla que fue creciendo y se esparció esparciendo  en todo el continente americano,  hasta el día de hoy.

El prelado aseveró  que María nos enseña como acoger a Jesús, aquí no solo debemos pensar en la navidad en los regalos, está bien un pequeño gesto  y signo en la familia, eso está bien, pero a veces se exagera y parece que todo el sentido está en los regalos y en la cena de navidad y nochebuena, la alegría es la venida de Jesús en nuestra vida.  Él que nos tiene que cambiar y salvar, nos libera de la muerte  para siempre, porque nosotros no estamos destinado en un ataúd para toda la vida,  sino a resucitar con Cristo que ha muerto y ha resucitado para que tengamos vida.

La palabra alegría es la que debe estar en nuestro corazón y más aún en estos días, la alegría en nuestro interior, la alegría verdadera de la venida del Señor que nos libera del mal y nos salva, expresó el Arzobispo de Santa Cruz.

 Homilía

Queridos hermanos y hermanas hay una palabra que ha recorrido muchos en las lecturas, en la oración inicial y también en el salmo y que refleja u poco el ambiente que deberíamos vivir hoy día, “alegría”. La primera lectura del Profeta Sofonías que dice: grita de alegría Sión, aclama Israel, Sión es Jerusalén, estaban sometidos en ese momento a un imperio extranjero y la noticia dice: “Alégrate, regocíjate”, porque el Señor ha retirado la sentencia que pesaban sobre ti y ha expulsado a los enemigos.

Un anuncio de la liberación, de la esclavitud de ese imperio exterior y en el Salmo también aparece la palabra “Alegría”, pero de manera particular aparece en la lectura de la Carta de San Pablo a los cristianos de Filipos, una de las primeras comunidades, ustedes saben que San Pablo era el gran misionero que iba fundando comunidades y después mantenía los contactos escribiendo sus cartas a ellos, “Alégrense siempre en el Señor”, vuelvo a insistir, Alégrense, miren que bonito y  porque, el Señor está cerca.

Yo creo que este es el motivo de la alegría y esta es la buena noticia de cómo termina el evangelio de hoy,  y por medio de otras exhortaciones,  Juan el Bautista anunciaba al pueblo  la buena noticia que el Señor está cerca, avisaba al pueblo de Israel  para que se preparara a acoger a Jesús, Jesús ya estaba ahí pero la gente todavía no lo conocía, y Dios envió al Juan el Bautista a preparar el camino, por eso lo llaman  precursor, aquel que camina delante, él caminó adelante de Jesús para preparar el corazón de la gente de Judá, para que acogieran al Señor, esta era su tarea.

Dios dirigió su palabra a Juan el Bautista  que estaba en el desierto y uno puede preguntarse, si está en el desierto a quien habla, como va preparar al pueblo, pero es en el desierto que el Señor habla, el desierto de nuestra seguridades, el desierto no es solo un lugar físico, es un lugar espiritual, tenemos tantas cosas en el corazón que no hay campo para el Señor y a veces hay que hacer desierto de los intereses, de nuestros gustos, de nuestros pecados para tener el corazón libre, para que el Señor pueda entrar.

Entonces comenzó a recorrer, sale del desierto toda la región de río Jordán, el único lugar donde había un poco de agua y había un poco de vida, anunciando el bautismo de conversión. La conversión es un cambio, un cambio de vida radical, cambia la manera de pensar, cambia la manera de sentir, de amar, de sentir, es un cambio radical de toda la persona, para liberarse de la esclavitud, ya no de un imperio material, sino liberarnos del pecado. Conversión para el perdón de los pecados, que bonito no, ese era el anuncio para que sea liberado, entonces la gente le hace preguntas, a lo mejor necesitamos de conversión, necesitamos reconocer que somos pecadores, ¿qué debemos hacer entonces? Y Jesús le contesta, el que tenga dos túnicas de una al que no tiene, y el que tenga que comer haga otro tanto, es decir aquí Juan el Bautista condena la acumulación de los bienes .

Gente que vive solo para acumular, cuando uno acumula está quitando a otros, cuando uno acumula significa que está creando pobres, gente que necesita y que no tiene.  Juan el Bautista dice comencemos con la justicia, que es ser justos, sepamos compartir, sabemos que es muy difícil a veces, la acumulación  de los bienes no hace alegres? ¿Nos da gozo? no me consta mucho, y a veces solo da preocupaciones, como conservar, que no me roben, esto donde lo meto, se vive toda una vida como esclavos de los bienes, libre de los bienes  para una vida digna, pero una vida digna para todos y no solo para algunos.

Después hay otro grupo que se acerca, algunos publicanos, algunos vinieron para hacerse bautizar y le preguntaron “¿Qué debemos hacer para salvarnos?”.Los publicanos eran cobradores de impuestos, una categoría de hombres odiados por el pueblo de Israel porque, como cobradores de impuestos al servicio del imperio romano, además de no actuar honestamente, mantenían vigentes el sistema opresor.  Juan el Bautista les pide: no extorsionen  nadie, cobren el arancel establecido y no sean corruptos ni codiciosos. Esto también serviría en nuestro país, sabemos cuanta corrupción hay, no sean corruptos.

 

Después llegan los soldados y ellos también sienten la necesidad de convertirse y ¿nosotros que debemos hacer?, Juan el Bautista les dice; no se valgan del poder de los instrumentos de muerte que tienen en sus manos y que no abusen de su posición para extorsionar y someter a la gente. Aquí también tantas cosas en nuestro país, conténtense con su sueldo y esto deberíamos hacer circular, estas frases de Juan el Bautista porque todos tenemos que convertirnos  y no caer en estos errores.

Miren que la conversión es muy concreta y como el pueblo estaba  en la expectativa, todos se preguntaban delante de él, no será él el  Mesías”. Su respuesta no deja dudas: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias”.

Nosotros hoy tenemos otro motivo para celebrar, celebramos a la patrona  de la Parroquia, Nuestra Señora de Guadalupe, la que ha traído este buen  anuncio en América latina y con ese encuentro con Juan Diego y ahora San Juan Diego, anuncia la palabra de Dios  y ahí esa semilla va creciendo y se va esparciendo  en todo el continente americano,  hasta el día de hoy. Tenemos dos motivos grandes de alegría; uno que ya se acerca la navidad y otro por el testimonio de la Virgen María yo les pregunto a las mamás ¿cómo espera una mamá a su primer hijo? ¿Cómo habrá esperado María a su hijo?  Aún más siendo guiada por el Espíritu Santo, todo el cariño, toda la atención  en esa espera.

María nos enseña como acoger a Jesús, aquí no solo debemos pensar en la navidad en los regalos, está bien un pequeño gesto  y signo en la familia, eso está bien, pero a veces se exagera y parece que todo el sentido está en los regalos y en la cena de navidad y nochebuena, la alegría es la venida de Jesús en nuestra vida.  Él que nos tiene que cambiar y salvar, nos libera de la muerte  para siempre, porque nosotros no estamos destinado en un ataúd para toda la vida  sino a resucitar con Cristo, que ha muerto y ha resucitado para que tengamos vida. La palabra alegría es la que debe estar en nuestro corazón y más aún en estos días, la alegría en nuestro interior, la alegría verdadera de la venida del Señor que nos libera del mal y nos salva. Amen.

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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