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miércoles 6 diciembre 2023
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Arzobispo: “Para vivir en paz en un país es indispensable contar con una justicia libre e imparcial y en solidaridad fraterna”

Campanas. Este segundo domingo de Adviento desde la Catedral, el Arzobispo de Santa Cruz, Mons. Sergio Gualberti afirmó que “Para vivir en paz en un país es indispensable contar con una justicia libre e imparcial y en solidaridad fraterna”

La misa dominical fue concelebrada por Mons. Estanislao Dowlaszewicz, Obispo Auxiliar de Santa Cruz, P.  Hugo Ara, Vicario de Comunicación y Rector de la Catedral y el P. Mario Ortuño, Capellán de Palmasola.

La liturgia palabra de Dios de este 2do domingo de Adviento nos exhorta a emprender caminos de espera y conversión como preparación a revivir el misterio del nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre, que ha venido a liberarnos de todas las esclavitudes del mal y a traernos la salvación

En la 1era lectura el profeta Baruc invita a la pequeña comunidad de los israelitas regresados del exilio de Babilonia, a salir de su aflicción y desánimo, porque Dios se ha acordado de ellos y los envuelve con su manto de justicia”.

Para vivir en paz en un país es indispensable contar con una justicia libre e imparcial y en solidaridad fraterna.

La presencia de Dios, como garante de la justicia, permite a todos ellos llevar una vida de seguridad y paz. Por eso, el pueblo llevará como nombre y como faro en su caminar “paz en la justicia y gloria en la piedad”. El realce que el profeta da al tema justicia, pone en evidencia que para vivir en paz en un país y entre naciones es indispensable contar con una justica libre e imparcial y en solidaridad fraterna.

El Evangelio nos presenta la figura de Juan el Bautista, “el precursor” enviado por el Espíritu de Dios a preparar un pueblo bien dispuesto a acoger al Salvador.

 Con el recuerdo de esos funcionarios, queda dibujado el horizonte político y religioso sombrío y hostil en que vive el pueblo de Israel bajo el dominio romano, al momento en que la Palabra de Dios fue dirigida y tomó posesión de Juan el Bautista.  La Palabra se volvió parte de su ser y de su vida, y lo hizo testigo de Jesucristo que abrió horizontes de esperanza y vida al traer la salvación de Dios.

En el silencio de los sentidos y del exterior, Dios nos cautiva con su presencia amorosa y cercana, y nos mueve a cambiar vida.

Juan estaba en el desierto”: En la Biblia el desierto además de región geográfica peligrosa, vacía e inhabitable, es el lugar donde el hombre encuentra la verdad propia y de Dios. Solo el silencio del desierto es el terreno idóneo para acoger la Palabra de Dios y encontrarnos personalmente con Dios.

Un encuentro entre la aridez del desierto humano de los ruidos y superficialidades, de las esclavitudes del poder, del dinero y el prestigio, y de la lógica del mundo con la libertad y el servicio de Dios.

 Juan vive en el desierto para indicar que la vida humana es una continua salida de nuestro egoísmo y cerrazones para caminar hacia la promesa de Dios.

Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos… rellenen valles, aplanen montañas… enderecen senderos y nivelen caminos...”.

 Con estas imágenes del profeta Isaías, el Bautista busca hacer entender a la gente, y también a nosotros hoy, que *la conversión exige rellenar los barrancos del mal y de las injusticias, aplanar los montes de la opresión y enderezar los caminos torcidos de la mentira, la falsedad y el engaño*. Además, él refuerza su mensaje anunciando “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”. De esta manera pone en evidencia la urgencia de reconocer nuestra condición de pecadores y la necesidad de conversión y del perdón de Dios para gozar de la salvación.

El Bautista nos llama a despojarnos de todo lo que impide a Dios hacerse presente en todos los ámbitos de nuestra vida personal y social, porque donde hay la maldad y el pecado, ahí no está Dios.

 Por eso Juan, se dedica a bautizar, sumergiendo en las aguas del Jordán, a todos aquellos que acuden para escucharlo y que expresan la voluntad de arrepentirse, de hacer penitencia y cambiar su mentalidad y manera de vivir.  Con su palabra y testimonio de fe, penitencia, vida austera, y oración. Juan el Bautista nos recuerda que la salvación no es obra nuestra sino de Dios, quien envió a su Hijo como único salvador de toda la humanidad.

 A ejemplo de Juan el   Bautista, seamos testigos valientes de Jesucristo y de su Evangelio en nuestra vida cotidiana.

La fe en Dios, la coherencia de vida y la palabra profética del Bautista le acarreó una muerte violenta por manos del rey Herodes. Su testimonio intrépido es un llamado de atención también nosotros para que sigamos su ejemplo y seamos testigos valientes de Jesucristo y de su Evangelio en nuestra vida cotidiana allí donde el Señor nos llama, incluso entre incomprensiones y en situaciones de rechazo.

Todos los cristianos estamos llamados a vivir un amor activo para que crezcamos siempre en la apreciación y realización de los verdaderos valores humanos que llevan a edificar una comunidad de amor signo fundamental de conversión.

En el mismo espíritu de conversión y de vida cristiana, San Pablo nos presenta el ejemplo revelador de la comunidad de Filipos, conformada en su mayoría por paganos recién convertidos a la fe en Cristo. El apóstol los alaba porquedesde el primer día hasta hoy han participado en la difusión del evangelio”. Además, Pablo ora a Dios para “que el amor de ellos crezca cada vez más en conocimiento y en plena comprensión… y así sean honestos e intachables”.

 A los testimonios de Juan Bautista y de la comunidad de Filipos se añade el luminoso ejemplo de la Virgen María, la que vivió, en primerísima persona y con tanto amor, la espera del nacimiento de Jesús. En nuestra Arquidiócesis estamos en plena celebración de la novena de la Inmaculada Concepción de María, venerada con tanto cariño por todo el Oriente boliviano con el nombre de “Mamita de Cotoca”. Cada día, todos juntos hemos estado orando y meditando a la luz del lema: “Caminemos de la mano de María hacia la reconciliación y la paz”.

No hay mejor manera de prepararnos a la Navidad que dejarnos llevar, de la mano de nuestra Madre la Virgen María.

 No hay mejor manera de prepararnos a la fiesta de la Navidad que dejarnos llevar, de la mano de nuestra Madre la Virgen María, por el camino de la conversión en todos los ámbitos de nuestra vida personal y también de nuestra sociedad que está pasando por uno tiempos muy difíciles y donde abundan violencia, amenazas, confrontaciones y sentimientos de odio y rencor.

Los testigos del Señor nos llaman a dar testimonio del amor y la justicia de Dios, con gestos de perdón, a fin de alcanzar una convivencia de paz y de bien para todos.

En este contexto estos testigos del Señor que viene a salvarnos, nos llaman a no caer en la tentación de responder con la misma lógica y, a dar testimonio del amor y la justicia de Dios, con palabras, actitudes y gestos de tolerancia, reconciliación y perdón, a fin de alcanzar una convivencia de paz y de bien para todos. No es una misión fácil, pero confiamos en la presencia salvadora del Señor. Terminemos repitiendo juntos: Ven Señor Jesús. Amén

 Descargar Homilía completa

 

 

Graciela Arandia de Hidalgo



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