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viernes 1 diciembre 2023
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Afirma la Iglesia Católica que es posible avanzar en el camino del diálogo siempre y cuando se renuncie a intereses personales

Campanas/Prensa CEB .- La coyuntura internacional y nacional de violencia y confrontación, la posibilidad del diálogo entre posiciones distintas, la falta de voluntad de construir respuestas a las necesidades básicas, el cambio climático, los incendios en tierras ancestrales, fueron algunos temas abordados en el Mensaje al Pueblo de Dios en la segunda Asamblea ordinaria de los obispos de Bolivia, de este año.

Desde la casa de retiros “Cardenal Clemente Maurer” de la ciudad de Cochabamba, se dio lectura al Mensaje de los obispos, en la voz de Mons. Giovani Arana, Secretario General de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) en compañía de Mons. Aurelio Pesoa Ribera, presidente de la CEB y el Mons. Ricardo Centellas, vicepresidente de la CEB.

Fueron 6 días de trabajo de una agenda apretada en donde los obispos de Bolivia analizaron diferentes temas que preocupan al país, sobre todo el cuidado de la Casa Común y el medio ambiente, sin dejar de lado, los aspectos, económico, social y político.

El documento, leído por Mons. Arana, está dividido en 4 partes, Artesanos de paz, Caminar juntos en comunión, Participación y misión, y el cambio climático: un drama que convoca a todos y como conclusión las palabras de, que Brille la esperanza.

“Cuando los señores de la guerra deciden sobre la vida de los demás, se toman el lugar de Dios y destruyen la vida de otros seres. Se hacen sordos al grito de la paz y al diálogo que la humanidad tiene ahogado en los pechos de la mayoría de seres humanos. ¡Que no callemos este grito y que se vuelva realidad en la acogida del Señor! “Dios bendice a su pueblo con la paz” nos confirma el salmo 29. ¡Que esta bendición podamos acogerla en todo el mundo y en nuestro país!”, reza una parte del mensaje.

En cuanto al caminar Sinodal de la Iglesia (que acabó su primera sesión mundial en Roma el 29 de octubre), nos muestra que sí es posible avanzar en este camino, “y dialogar entre posiciones distintas, siempre y cuando se renuncie a intereses personales y de sectores para pensar éticamente en el bien común, mirando a los demás como a hermanos y no como a competidores”, indica el texto.

En el tema del cambio climático y los incendio en la selva, estos están siendo utilizados para sacar tierras ancestrales a poblaciones originarias y antiguas, “que hasta hoy han sido guardianes de la selva, para dar campo a la ocupación promovida y favorecida desde algunas instituciones burocráticas del Estado”.

Y a nivel país, dice el manifiesto , se sufre el impacto del cambio climático, con temperaturas elevadas y sequías, que es consecuencia de acciones irresponsables y egoístas, “ que se fue perpetuando con el tiempo”, la contaminación de los ríos por parte de la minería afectó la salud de la población, “y se ha vuelto instrumento de enfermedades y contaminación física y moral”, es una realidad que llama a cada uno de los habitantes del país a defender la naturaleza para proteger la vida de todos y a tomar acciones cotidianas de cuidado con el medio ambiente. Refiere Mons. Arana.

Y culmina el mensaje pidiendo al Señor que el Adviento, camino a la Navidad, sea un tiempo de gracia, de gozo y de conversión, “para poder expresar nuestra voluntad de vida. El nacimiento de Jesús nos ayude a romper las tinieblas y nos haga capaces de cantar juntos: ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor!

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“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor” (Lc.2,14)

Los Obispos de Bolivia reunidos en la segunda Asamblea ordinaria de este año, hacemos presente las palabras de la Liturgia y de la Biblia que pronto escucharemos en la Navidad que se aproxima: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor” (Lc.2,14).

Artesanos de paz

Frente a la coyuntura internacional y nacional de violencia y confrontación, “una vocación fundamental de la Iglesia es la de ser artesana de la paz …
Todo cristiano para ser auténtico hijo de Dios debe trabajar por la paz” (Discurso del Encargado de Negocios a.i. de la Nunciatura Apostólica en Bolivia).
Este tiempo nos reclama el compromiso de amplificar el canto de los ángeles que proponen la paz al mundo; lo podremos lograr si de verdad abrimos el corazón a Dios.
En la Carta «Alaben a Dios» que el papa Francisco nos ha enviado nos dice: “Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo” (73).
Cuando los señores de la guerra deciden sobre la vida de los demás, se toman el lugar de Dios y destruyen la vida de otros seres. Se hacen sordos al grito de la paz y al diálogo que la humanidad tiene ahogado en los pechos de la mayoría de seres humanos. ¡Que no callemos este grito y que se vuelva realidad en la acogida del Señor! “
Dios bendice a su pueblo con la paz” nos confirma el salmo 29. ¡Que esta bendición podamos acogerla en todo el mundo y en nuestro país!

Caminar juntos en comunión, participación y misión

No es imposible dialogar entre distintos. El camino sinodal de la Iglesia, que acabó su primera sesión mundial en Roma el 29 de octubre pasado, nos muestra que sí es posible avanzar en este camino, y dialogar entre posiciones distintas, siempre y cuando se renuncie a intereses personales y de sectores para pensar éticamente en el bien común, mirando a los demás como a hermanos y no como a competidores.
La incapacidad o la falta de voluntad de construir respuestas a las necesidades básicas y estructurales deja así paso a un país en conflicto, donde ya no prima la ética sino el poder, quedando desamparados los más débiles y empobreciendo a un grupo creciente de la población. Lo mismo sucede en la justicia utilizada como represión y manifestación de poder que maltrata y somete.
El cristiano, rompiendo las estructuras que reflejan egoísmos e indolencias, está llamado a proclamar la verdad, y a partir de ésta, invitado a construir propuestas de auténtica justicia y soluciones pensadas en el bien común, esto construirá la paz Estamos conscientes de cuanto son perseguidos los que promueven visiones críticas que buscan rescatar valores auténticos. Los sufrimientos de los miembros de la prensa son un testimonio visible de esta situación de degeneración del poder y de la democracia. Sin embargo, el cristiano está llamado – como a menudo indica el Papa Francisco – a la valentía, al coraje en el camino de nuestra sociedad como de la Iglesia.
De idéntica manera se pide a los cristianos reconocer los escándalos que azotan a la Comunidad Católica del País y que exigen trabajar para detener las situaciones que los provocan, y también para curar, sanar y prevenir, mientras que la Justicia tendrá que cumplir con su labor.

Cambio climático: un drama que convoca a todos.

En una sociedad egoísta, en la que cada uno busca su propio beneficio escuchamos el sufrimiento de la naturaleza que gime en el dolor de los pueblos: “Nuestros ríos están contaminados, nuestros bosques están siendo talados y quemados. ¡Ya no hay pesca! ¡Ya no hay bosque! ¿De qué vamos a vivir?” ( Testimonio de un indígena Tsiman).
Preguntémonos, “¿qué mundo estamos dejando a las jóvenes generaciones? Acaso un mundo en crisis, un mundo en el que las decisiones éticas dejan paso a decisiones interesadas y egoístas” (Discurso de apertura de la 113 Asamblea Episcopal – Mons. Aurelio Pesoa, Presidente de la CEB).

Algunos incendios de la selva se están utilizando para sacar de tierras ancestrales a poblaciones originarias y antiguas, que hasta hoy han sido guardianes de la selva, para dar campo a la ocupación promovida y favorecida desde algunas instituciones burocráticas del Estado.
A nivel del país, en esta última temporada sufrimos el impacto del cambio climático con temperaturas elevadas y sequía, consecuencias de acciones irresponsables y egoístas, que se han perpetuado por largo tiempo. La contaminación de nuestros ríos por la minería ha expuesto gravemente la salud de la población, y se ha vuelto instrumento de enfermedades y de contaminación física y moral. Esta realidad nos llama a defender a la naturaleza para proteger la vida de todos y a tomar acciones cotidianas de cuidado del medioambiente.
Brille la esperanza Ante estos sufrimientos pidamos juntos al Señor que el tiempo del Adviento, camino a la Navidad, sea un tiempo de gracia, de gozo y de conversión para poder expresar nuestra voluntad de vida. El nacimiento de Jesús nos ayude a romper las tinieblas y nos haga capaces de cantar juntos:
¡“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”!
María, Reina de la paz, vuelva a escuchar este nuestro canto.

Los Obispos de Bolivia
Cochabamba, 14 de noviembre de 2023

 

Luz Erika Limachi M.



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